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La familia Pantoja parece ser especialista en estar en primera línea de fuego, bien por sus devaneos sentimentales o por sus problemas con la justicia. Especialmente, a Kiko Rivera le ‘crecen los enanos’ con bastante frecuencia, los propios y los que él mismo se busca. La última de sus polémicas tiene forma de supuesta infidelidad caribeña, pero sus jaleos no solo son sentimentales. Al hijo de Isabel Pantoja el trabajo le está dando más quebraderos de cabeza que su corazón, teniendo en cuenta los desplantes profesionales que protagoniza como dj y las denuncias que se le acumulan. La justicia se está convirtiendo en su peor enemigo ¿involuntario? Cada día más promotores destacan su falta de profesionalidad como artista y no dudan en llevar a juicio al hijo de ‘Paquirri’. ¿La última irregularidad de contrato? Tuvo lugar en Alicante y LOOK la revela con todo tipo de detalles.
Si hace unos días ‘Vanitatis’ recogía una sentencia a la que ha tenido que enfrentarse Kiko por un nuevo incumplimiento de contrato en Fuerteventura -suspendió su actuación sin motivo justificado-, ahora se repiten los hechos, casi al milímetro, pero en Alicante. En concreto, en la discoteca ‘Danzaclub’, situada en San Juan.
Corría el mes de octubre de 2015 cuando el artista llegó a un acuerdo para actuar en dicha discoteca. El dueño del local y el cantante firmaron el contrato pertinente -con un caché de 2000 euros-, e incluso se le adelantó al interprete el 50% (1000 euros) cuando se cerró agenda. El resto se le facilitaría al término de la actuación. Hasta ahí, todo bien. Kiko se instaló en el hotel, lo recibió el citado propietario, se saludaron y quedaron en verse en la discoteca en cuanto el artista se acomodara en su habitación. Pero ese encuentro nunca llegó.
¿Por qué? Porque Kiko Rivera no hizo acto de presencia. El tiempo pasaba, los clientes de la discoteca esperaban la promocionada actuación del hijo de Isabel Pantoja, pero Kiko estaba desaparecido. Bueno, no; estaba en el hotel pero no se presentó a trabajar. Una vez más, sin motivo justificado. Un plantón en toda regla que indignó a quien le contrató, que enseguida denunció a Kiko. Una notificación que tardó dos años en llegarle al cantante al mostrarse este ilocalizable y sin un hogar fijo.
Pasados esos dos años, al fin el dueño localizó a Rivera en Castilleja de la Cuesta, donde vive con Irene Rosales. La denuncia era clara: se le reclamaban 12.000 euros por daños y perjuicios, derivados de la devolución de unas 300 entradas y los gastos de márketing y publicidad. ¿La respuesta de Kiko? Ninguna, no ha respondido a la demanda. Por tanto, se le ha declarado abiertamente en rebeldía. En esas, se va a celebrar un juicio sin la presencia del artista, quien sigue sin dar señales de vida. Decididamente, sí, parece que Kiko Rivera está por encima del bien y del mal, de la justicia y del trabajo.
Los otros problemas de Kiko: embargos de Hacienda e impagos por su ‘loft’
La Hacienda Pública también le ha seguido los pasos a Kiko Rivera. Su patrimonio, societario e inmobiliario, se encuentra embargado por sus continuos impagos ante el Fisco y ante distintas administraciones públicas españolas: como el Ayuntamiento de Madrid o la Seguridad Social de Sevilla, entre otros.
Sobre la finca de Cantora, de la que es propietario en parte, pesa una orden de embargo preventivo fruto de diversas infracciones fiscales. Pero aquí no acaba el calvario fiscal de Kiko, también tiene embargado un apartamento de 90 metros cuadrados y una plaza de garaje en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes. Además, las empresas con las que factura sus bolos y galas también tienen ‘ojo avizor’ al Fisco, como ‘Eventos Artísticos River 84 SRL’, que cuenta con tres incidencias judiciales.
Con todos estos datos sobre la mesa se pone de manifiesto que el hijo de Isabel Pantoja parece no ser consciente de lo que implica un trabajo y la responsabilidad adherido a él. Para alguien criado entre algodones como Kiko Rivera, tener obligaciones no estaría dentro de sus planes.