Así es el Santo Mauro, el lujoso hotel donde se han alojado este fin de semana los reyes de Dinamarca
Tal y como contábamos ayer en exclusiva en OKDIARIO, los reyes de Dinamarca han pasado este fin de semana en Madrid en un viaje privado y con dos de sus cuatro hijos. La propia casa real danesa emitió el viernes pasado un comunicado explicando que la princesa Benedicta, tía del rey, se quedaba como regente este fin de semana a causa de dicho viaje cuyo destino no revelaron y que ahora hemos sabido.
Con unas temperaturas relativamente bajas, aunque no tanto como lo que ellos están acostumbrados, Federico y Mary, acompañados de sus hijas Isabelle y Josephine, se han alojado en uno de los hoteles más lujosos y también más bonitos de la capital, el hotel Santo Mauro, con una arquitectura típica del siglo XIX español y una historia digna de ser contada. Es un hotel catalogado con cinco estrellas y el precio medio por habitación según temporada, oscila entre los 800 y 1200 euros por noche. Consta de 49 habitaciones.
¿Por qué lo llaman hotel cuando quieren decir palacio?
El Hotel Santo Mauro fue construido a en el siglo XIX para ser la residencia del duque de Santo Mauro y se hizo siguiendo las líneas arquitectónicas más de moda de la época, es decir, con una clara influencia francesa: líneas puras estilo neoclásico y con una clara importancia a la simbiosis con la naturaleza en forma de jardines. El edificio consta de tres edificios con un jardín en su interior de lo más sofisticados y bellos de la ciudad rodeado de castaños centenarios, fuentes y terrazas.
El hotel fue reformado por última vez en 2011 y, aunque acometió distintas obras que lo alejaron de su inicial estructura, conserva su esencia; ser un espacio único, exclusivo, lujoso y lleno de belleza, de estética. Sentarse en su jardín a tomar un aperitivo en el medio del barrio de Chamberí, es sentarse en un oasis de privacidad a pesar de estar ubicado en pleno centro, aunque, ciertamente no sea de los barrios más transitados ni ruidosos de la capital, no al menos tanto como su vecino gemelo, el de Salamanca, que se encuentra justo al lado separados por el Paseo de la Castellana. Me fascina la la comparación, imaginaria, claro, de esta vía como el Sena y ambos barrios las dos orillas parisinas, la rive gauche y la rive droite, siendo la primera, Chamberí y la segunda, Salamanca. Y es que son barrios con una esencia muy marcada. En términos de moda, el de Salamanca, sobre todo ahora, es muy Dolce & Gabanna y Chamberí conserva la elegancia de un suave Pertegaz o incluso un Balenciaga, elegante, lujo silencioso sin estridencias frente a otro lujo lleno de brillos y color que busca llamar la atención.
En un barrio tan señorial como Chamberí, elegante y tranquilo, cabe perfectamente la idea de la construcción de este palacio que fue residencia del duque de Mauro en el XIX y buena parte del XX (en sus sucesores).
El hotel, un lujo silencioso lleno de detalles
Tal y como explican sus actuales propietarios, «las habitaciones están llenas de detalles y referencias históricas que te sumergen en el pasado. Cada sala recrea un espacio único; The Red Room en puro estilo francés, The Chinese Lounge con piezas orientales que recuerdan los objetos que el Duque trajo de vuelta de sus viajes. El Wine Bar y su extensa carta de vinos y “platillos” tradicionales y la antigua Biblioteca del duque que alberga el restaurante principal donde degustar gastronomía palaciega histórica; configuran la propuesta gastronómica. Música, flores naturales, artesanía y un atento «cuerpo de casa” completan la experiencia única de alojarse en un palacio».
La historia del duque de Mauro, el original propietario del palacio
El hotel fue la residencia del primer duque de Mauro, Mariano Frernández de Henestrosa y Otriz de Mioño, político y noble español nacido el 2 de noviembre de 1858 en Madrid y que llegaría a ser alcalde de Madrid entre el 10 de julio de 1900 y el 7 de marzo de 1901. Su padre, al fallecer, dejó en testamento su única posesión, el condado de Moriana del Río que le correspondió al primogénito, Ignacio. La madre, por su parte, dejó en herencia sus dos títulos a sus dos hijos. Al primogénito, el marquesado de Cilleruelo y al segundogénito, Mariano, el condado de Estradas.
Pero Mariano no se debió de contentar con tan «poca» herencia y se hizo con los primeros derechos sucesorios sobre el antiguo principado de Santo Mauro de Nápoles, elevando un memorial a la Corona Española para la obtención de la sucesión del título. Hay que recordar que Sicilia tiene una fuerte conexión con España ya que fue posesión del Reino y dicho título había sido concedido en tiempos del Rey Felipe V de España (nuestro primer Borbón), a Diego de Veintimiglia y Rodríguez Santisteban por real Decreto de 11 de septiembre de 1705. Este tal Diego era antepasado de nuestro protagonista propietario del palacio de Santo Mauro, Mariano.
En 1862 falleció la VIII princesa de Santo Mauro de Nápoles, María Dolores de Santisteban y Horcasitas y con el ella, el título que poseía. Pero durante la regencia de la reina María de Cristina (en nombre de su hijo Alfonso XII), la soberana rehabilitó el título para Mariano Fernández de Henestrosa, que era el nieto de la princesa de Santo Mauro. Pero no se rehabilitó en forma de principado (Sicilia ya no era española), sino en forma de ducado, naciendo así el ducado de Santo Mauro por Real Decreto el 14 de junio de 1890. Hoy en día ostenta tal dignidad y desde 2009, Álvaro Fernández-Villaverde y Silva.
La experiencia gastronómica
El primer duque de Mauro era un hombre de una gran cultura y exquisita sensibilidad que se hizo con una importante biblioteca que hoy en día alberga el famoso restaurante del hotel que recibe, precisamente, ese nombre «La biblioteca», por dicho motivo. Está dirigido por el chef Rafa Peña y tal y como indican los responsables del hotel, «se ha conservado y adaptado a un espacio acogedor, íntimo y con carácter. La delicadeza del diseño interior y la cocina centrada en la excelencia del producto presentan un escenario pensado para trasladar a cada mesa las grandes recepciones de las casas nobles del Siglo XIX. Este concepto de elegancia desde la gastronomía se reinterpreta a la perfección en el jardín con la llegada del buen tiempo, la luz natural y uno de los mejores jardines de Madrid».