La aparición de Donatella Versace durante la capilla ardiente de Giorgio Armani
La diseñadora tiene 70 años, pero luce una piel tersa y luminosa, sin arrugas ni pliegues
Donatella presume del mismo efecto 'glow up' que ya hemos visto en Lindsay Lohan o Kris Jenner
Donatella Versace ha sido una de las primeras personalidades en llegar a la capilla ardiente de Giorgio Armani, un gesto cargado de simbolismo que reflejó la estrecha relación que unía a ambos diseñadores y que trasciende lo estrictamente profesional. Vestida de riguroso negro, la creadora italiana apareció visiblemente afectada, con un semblante serio y en silencio, sin hacer declaraciones a la prensa, aunque su sola presencia transmitía el profundo respeto y admiración que siempre ha sentido hacia el que fuera uno de los grandes referentes de la moda.
Su entrada al recinto ha estado marcada por una gran expectación, pues todos sabían que la suya no era una visita más, sino la de una amiga que durante décadas compartió con Armani la misión de situar el diseño italiano en lo más alto del panorama internacional.
Como hemos podido ver, Donatella Versace luce estupenda a sus 70 años, lo que ha levantado muchas especulaciones respecto a su físico. Sobre todo, porque la piel de su rostro permanece tersa y sin la presencia de arrugas o esos surcos prominentes tan característicos de la edad. Tampoco tiene los párpados hundidos, y ya no hay rastro alguno de sus prominentes pómulos. De ese modo, podemos ver que ahora Versace luce un semblante luminoso, fresco y muy rejuvenecido. Al igual que también le ocurría a otras figuras de la talla de Lindsay Lohan o Kris Jenner. Sin embargo, muchos opinan también que la diseñadora podría haber perdido su identidad, aunque ella se muestra encantada con su aspecto.
¿Qué es lo que se ha hecho realmente la italiana? Lo cierto es que ella nunca ha negado haberse sometido a diversos retoques estéticos. «No soy así de manera genética», reconocía hace años. Sin embargo, la gran transformación que ha experimentado va más allá del bótox, y ciertos expertos apuntan a un posible tratamiento con microagujas. Mientras que otros se atreven a insinuar directamente un facelift, que reduce los signos del envejecimiento mediante incisiones muy concretas, reacomodando los músculos de la cara y dejando la piel lisa al instante. Especulaciones a las que Donatella no ha respondido.
El estilo de Donatella Versace
De lo que no cabe duda, es de que la diseñadora luce espléndida, con unos rasgos mucho más finos y dulcificados, con una gran cantidad de seguidores preguntándose qué hay detrás. «Simplemente hermosa», le han comentado amigas cercanas como Vera Wang o Paris Hilton. «¿Encontraste al doctor de Lindsay Lohan, Donatella?», puede leerse en la misma publicación. «El cirujano plástico que hace estas caras es probablemente uno de los mejores», comenta otro usuario. «Si tienes dinero puedes comprar juventud», concluyen. Sobre todo, a raíz de uno de sus últimos post de Instagram, donde posa con un espectacular vestido en tono champán y que en pocas horas ha reunido más de 100.000 «me gusta».
La musa e ideóloga de la reconocida firma Versace mantuvo muy viva la memoria de su hermano Gianni, quien fallecía trágicamente en 1997. Hasta que, recientemente, Donatella tomaba la decisión de abandonar la firma tras más de tres décadas al frente del negocio. «Sentía que todo el mundo me miraba y que pensaban que no era capaz de hacerlo, yo tampoco lo pensaba, porque mi hermano era el rey», comentaba en su momento respecto a la inmensa sombra que dejó sobre ella. De lo que no cabe duda, es de que ha conseguido hacerse su propio nombre. Mientras que Dario Vitale se ha convertido en el nuevo director creativo de Versace, el primero fuera de la familia.
Volviendo al tema que nos ocupa, la capilla ardiente de Giorgio Armani se ha convertido en un punto de encuentro para familiares, amigos, personalidades del mundo de la moda y ciudadanos anónimos que no han querido faltar a la despedida.
Desde primera hora de la mañana, una larga cola se ha formado a las puertas del recinto, donde el silencio y el respeto han marcado el ambiente. Muchos asistentes portaban flores blancas, símbolo de pureza y elegancia, en honor al diseñador que dejó una huella imborrable en la historia del estilo italiano.