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Esta misma semana, Alberto de Mónaco aterrizaba en Roma para disfrutar de la Ryder Cup, una importante competición deportiva de golf que reunía a rostros conocidos de todos los países. Lo hacía solo, sin la compañía de su esposa Charlene, avivando de nuevo los rumores de una posible separación entre ambos. Sin embargo, el príncipe monegasco lleva varios meses desmintiendo estas informaciones y centrado, sobre todo, en los actos organizados por el centenario del nacimiento de su padre. En este contexto, días antes de llegar a la capital italiana concedía, desde su estudio privado, una emotiva entrevista donde ha revelado detalles inéditos sobre su infancia, destacando entre ellos la relación tan personal que tenía con su progenitor.
«Mis padres eran personas excepcionales. Nos criaron a mí y a mis hermanas con amor», comienza recordando sobre las figuras de Rainiero III y Grace Kelly. La pareja contrajo matrimonio en 1956, siendo portada en todas las revistas del mundo por lo especial de su unión: mientras él era miembro de la realeza, la joven era una prometedora actriz de Hollywood que lo dejaba todo para estar con él. Y tanto fue así que fruto de este amor nacieron sus tres hijos: Carolina, Alberto y Estefanía. Pero casi tres décadas después de la boda, la princesa fallecía en un trágico accidente de coche a la edad de 52 años, dejando un vacío imposible de llenar en su familia.
«Pienso cuando nos encontrábamos todos juntos, sin protocolos, con sencillez: eran momentos felices, sin preocupaciones», destaca Alberto II de Mónaco de cuando era niño. «Recuerdo los juguetes que recibía como regalo: soldaditos y coches de juguete, ropa. Mi padre fue muy generoso. Al crecer me regaló relojes, bolígrafos y, sobre todo, maletas, bolsos y maletines de cuero. Los había usado solo un par de veces antes de regalárnoslos», comenta. Y es que, al parecer, el príncipe Rainiero era un gran aficionado a los objetos de marroquinería.
De los valores que este le transmitió, el príncipe Alberto no dudó en señalar en que fueron principalmente los del «sentido común, honestidad y la capacidad de compartir». «Me enseñó a dar lo mejor de uno mismo, mostrar bondad a los demás y ayudar a los necesitados. Sobre todo, trabajar por el bien común, condenando en individualismo en busca de lucro. Esta enseñanza la recibí de mis padres de pequeño y sigo siendo fiel a ella», aclara el hijo de Grace Kelly en Oggi, el medio italiano que ha conseguido estas declaraciones.
Y precisamente son estos valores mencionados los que él intenta transmitir a los gemelos que concibió junto a Charlene, Gabriella y Jacques, y que en la actualidad tienen ocho años. Ellos no conocieron a sus abuelos, puesto que mientras que la princesa Grace fallecía en 1982, el príncipe Rainiero se despedía en 2005. Por este motivo, Alberto II de Mónaco asegura que les cuenta anécdotas de ellos puesto que ambos se muestran muy interesados en la historia familiar de los Grimaldi.
Así mismo, guarda un capítulo especial para su madre, la cual está muy presente en su vida. «Ella siempre está con nosotros. No puedo olvidar los últimos 10 minutos que pasamos juntos, antes de que cogiera el coche hacia un viaje sin retorno. Estábamos despreocupados, felices, y luego ocurrió la tragedia», ha declarado en tono triste.