Los policías avisan a Marlaska: con la nueva Ley de Seguridad se desplomarán las detenciones callejeras

• Pelayo Barro @pelayobarro
• Periodista de la sección Nacional. Especializado en información de Interior y Defensa.
• • 21/11/2021 06:50
  • Actualizado: 21/11/2021 06:50

La incertidumbre que está generando estos días la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana en comisarías y cuarteles no se recordaba en años de modificaciones reglamentarias. Los cambios que se proyectan afectarán al día a día de los agentes de Policía y Guardia Civil, hasta modificar las rutinas de trabajo que emplean en la calle de forma radical. Advierten a Interior que, con las nuevas reglas, detener a sospechosos en la calle «será un infierno» y muchos agentes optarán, simplemente, por no realizar detenciones. Principalmente por la reducción de tiempo de retención y la obligatoriedad de devolver a la persona al lugar donde fue interceptado.

«Vamos a convertirnos en un servicio de VTC para delincuentes», advierten fuentes de la Policía Nacional a OKDIARIO en referencia a la reforma legislativa que plantea el Gobierno de Pedro Sánchez, y que espera sacar adelante con el apoyo de socios parlamentarios como Podemos, EH Bildu, ERC o el PNV.

Siguiendo lo que proyecta el Ejecutivo, cuando una patrulla policial detenga a un sospechoso, tan sólo tendrá dos horas para llevarle a la comisaría, proceder a su identificación y tomarle declaración si fuese necesario. Ese tiempo de retención legal es tres veces inferior que el actual, de seis horas. «Es absolutamente irreal, hay comisarías de grandes ciudades colapsadas con tiempos de espera superiores a eso, por lo que un detenido entrará por la puerta y se irá a las dos horas libre», explican.

Y ni siquiera eso, no se irá, sino que deberán llevarle. La normativa, explican, les obligará a trasladar al detenido en un coche patrulla hasta el punto exacto en el que le subieron cuando le detuvieron. Una inversión de medios humanos y materiales que dificultará aún más su tarea y les convertirá, dicen, en poco menos que «taxistas».

«En la práctica, lo que van a conseguir es que cuando una patrulla vea a un sospechoso de algún delito, en vez de detenerle terminen dejándole ir. Parece una ley de disuasión, y eso puede notarse en un posible incremento de delitos», advierten.

Según defiende el Ejecutivo, el objetivo es «devolver» a la ciudadanía derechos arrebatados con la bautizada por la izquierda como ‘Ley Mordaza’, la normativa de Seguridad Ciudadana que puso en vigor el Partido Popular durante el Gobierno de Mariano Rajoy. Sin embargo, los agentes que van a salir a la calle los próximos 24 y 27 de noviembre denuncian que lo único que plantea la ley es un mar de inquietudes respecto al futuro.

Hacerles fotos

La reforma de la ley de Seguridad Ciudadana que plantea el Gobierno de Sánchez le pondrá, de forma generalizada, las cosas aún más difíciles a la Policía. Y mucho más fáciles a los malos. Y hasta Europol se ha extrañado de que se permita fotografiar a policías. Entre las propuestas se encuentra levantar la prohibición de hacerles fotos a los agentes mientras realizan alguna actuación, por lo que sus rostros podrían terminar con facilidad en internet. Un hecho sobre el que alertaron expertos policiales en un encuentro internacional de Europol sobre terrorismo celebrado recientemente en Madrid. La circulación de fotografías de policías, advirtieron, les pone «en peligro».

Hasta ahora, hacer fotos y vídeos a los agentes estaba prohibido por la Ley de Seguridad Ciudadana que tanto PSOE como su socio Podemos, con apoyo de sus muletas parlamentarias de ERC y EH Bildu, van a remodelar por completo. Es, quizás, uno de los puntos de la reforma de la ley que más ha soliviantado a las plataformas y asociaciones policiales, que ya han anunciado que saldrán a las calles los próximos 24 y 27 de noviembre para mostrar su indignación.

La cuestión no es banal: los agentes recuerdan que su seguridad -y la de sus familias- depende en muchas ocasiones de su anonimato como funcionarios del orden. No es una exageración suya fruto de un exceso de celo con su privacidad, sino un precepto aceptado y difundido abiertamente en la comunidad policial internacional.