No es el aire acondicionado: el aparato que está reventando tu factura de la luz sin que te des cuenta

• Blanca Espada @blank7133
• Redactora de contenidos en OkDiario. Escribiendo para blogs y empresas de contenidos digitales desde 2007.
• • 16/06/2025 08:30
  • Actualizado: 16/06/2025 08:30

Aunque en pleno mes de junio poco pensemos en el invierno, lo cierto es que cuando llega el frío y lo único que apetece es refugiarse en casa con una mantita, muchos hogares ponen en marcha todo tipo de sistemas de calefacción sin pensar demasiado en lo que eso implica para la factura de la luz. Solemos fijarnos en si dejamos luces encendidas o en cuánto tiempo tenemos conectado el horno, pero hay un dispositivo que, silenciosamente, puede estar disparando tu consumo energético mucho más de lo que imaginas. Algo de lo que no suele hablarse mucho ya que siempre se dice que es en verano por culpa del aire acondicionado y los ventiladores cuando el gasto se dispara.

Y es que el uso constante del aire acondicionado hace que de forma automática, pensemos que este aparato es el auténtico responsable de que la factura de la luz sube más que en invierno. Sin embargo existe un gasto mucho más intenso y sostenido, que se produce sobre todo cuando hace frío, y por culpa de ciertos sistemas de calefacción que parecen inofensivos pero que esconden un coste energético elevado. De hecho, hay un aparato en concreto que, si no se utiliza con cabeza, puede hacer que el importe mensual de tu recibo se dispare sin que te des cuenta y que no es otro que la calefacción. Por eso es tan importante saber qué tipo de calefacción estamos usando, cuál es su consumo real y si existen alternativas más rentables. Porque sí, hay opciones mucho más eficientes y sostenibles, pero no siempre las conocemos o sabemos cómo elegirlas.

El aparato que aumenta tu factura de la luz sin que te des cuenta

Parece la opción más rápida y accesible: enchufar un radiador eléctrico o una estufa y listo, en pocos minutos la habitación se calienta. Pero detrás de esa aparente simplicidad se esconde un gasto que, en algunos casos, puede llegar a duplicar el consumo eléctrico habitual de una vivienda. La calefacción eléctrica, ya sea en forma de radiadores, estufas o convectores, es una de las alternativas más caras en términos de consumo.

¿Por qué ocurre esto? Porque la electricidad, aunque sea una fuente de energía limpia en su uso, tiene un coste mucho más alto que otras fuentes como el gas. Además, los radiadores eléctricos tienen una eficiencia limitada: consumen mucha energía para generar calor, y ese calor no siempre se distribuye de forma uniforme. Esto hace que, para mantener una temperatura agradable durante varias horas, el aparato tenga que estar encendido constantemente, acumulando consumo y, por tanto, euros en la factura.

Lo más preocupante es que muchas familias recurren a este tipo de calefacción sin ser del todo conscientes del gasto que implica. En pisos pequeños o habitaciones individuales, puede parecer la solución ideal, pero si se utiliza a diario y durante muchas horas, el gasto a final de mes puede ser realmente abultado.

Estufas de gas: una opción más eficiente en espacios amplios

Frente a la calefacción eléctrica, las estufas de gas (especialmente las de gas natural o butano) suponen una alternativa mucho más económica si se utilizan correctamente. Aunque su instalación y uso requieren ciertas precauciones (ventilación adecuada, mantenimiento, etc.), el consumo energético suele ser más bajo, y el calor que generan se distribuye de forma más efectiva, especialmente en estancias grandes.

Este tipo de sistemas calientan el aire con rapidez y, en comparación con los radiadores eléctricos, permiten mantener la temperatura deseada con un gasto bastante inferior. Según datos como los que aporta Repsol, el coste de este tipo de calefacción depende del precio del gas en el mercado, pero en general sigue siendo más asequible que el precio del kilovatio hora de la electricidad.

Eso sí, no todas las viviendas están preparadas para utilizar estufas de gas. Se necesita una instalación adecuada, cumplir con ciertas normas de seguridad y, en el caso del gas butano, disponer de bombonas y espacio para almacenarlas. Aun así, para quienes pueden optar por esta vía, se presenta como una solución más equilibrada entre confort y coste.

La aerotermia es otra alternativa

Entre las opciones más modernas y sostenibles destaca la aerotermia, una tecnología que no todos conocen pero que está ganando terreno, sobre todo en viviendas nuevas o reformadas. Su funcionamiento se basa en extraer el calor del aire exterior (sí, incluso en invierno) y aprovecharlo para calentar el interior de la vivienda. Se trata de una fuente de energía renovable que permite ahorrar hasta un 75% del consumo, ya que buena parte de la energía utilizada proviene del entorno y no de fuentes convencionales.

La aerotermia no sólo sirve para calentar en invierno, sino que también puede refrigerar en verano e incluso proporcionar agua caliente sanitaria durante todo el año. Esto la convierte en una solución integral muy interesante para quienes buscan eficiencia energética y sostenibilidad a largo plazo. Además, su uso está alineado con los objetivos de descarbonización y ahorro energético impulsados desde Europa.

Ahora bien, el principal escollo sigue siendo el precio inicial: la instalación de un sistema de aerotermia puede costar entre 70 y 120 euros por metro cuadrado, dependiendo del tipo de sistema, las calidades elegidas y la certificación energética. A pesar de ello, es una inversión que se amortiza con el tiempo gracias al notable ahorro en consumo energético.