El Madrid desata una tormenta en el desierto
El Real Madrid desató una tormenta en el desierto y el Valencia le puso la alfombra mágica. Los blancos consiguieron una victoria plácida y contundente en la primera semifinal de la Supercopa, que estaba ventilada en media hora. Kroos abrió el camino del triunfo madridista con un gol olímpico con el Valencia en Fallas y luego Isco rubricó el 2-0 antes del descanso. En el segundo tiempo los blancos activaron el modo ahorro de energía pensando en la final contra el Barça… o contra el Atleti. Modric marcó el 3-0 con un golazo de exterior y el Valencia hizo el de la honra con un penalti pitado para lucir el VAR y que marcó Parejo.
El Real Madrid y Zidane afrontaban esta Supercopa rara e incómoda, lejana y pionera, sin urgencias pero con obligaciones. Vale que es un título con un nombre presuntuoso porque no hay trofeo menor que la Supercopa –igual debería llamarse Minicopa– pero el Real Madrid es como Masiel: cualquier copita le gusta. Y de cualquier derrota se monta una crisis, así que mejor volver de Arabia con la Supercopa bajo el brazo que eliminados a las primeras de cambio.
Así que Zidane ponía ante el Valencia un equipo con los mejores entre los disponibles. Eso sí, sin los ausentes Hazard, Bale y Benzema, era un equipo afeitao como un toro en las fiestas de un pueblo. Había un ligero cambio de sistema porque, como Rodrygo y Vinicius volvían a chupar banquillo, Zidane apostaba por cuatro centrocampistas puros –Casemiro, Kroos, Valverde y Modric–, más un mediapunta como Isco y Jovic en la piel de Benzema.
Enfrente un Valencia sin Rodrigo y con un Celades que también apostaba por la superpoblación del centro del campo. Su plan era sencillo y efectivo: presión arriba y repliegue posterior. Pronto se hizo el Real Madrid con los mandos del duelo y raudo comenzó a acumular ocasiones. La primera antes de llegar a los cinco minutos después de un testarazo enorme de Varane, el falso 9 blanco, que rechazó Jaume Doménech adornándose demasiado.
Golazo y cantada olímpica
El Real Madrid manejaba la pelota, la monopolizaba, ante un Valencia cada vez más replegado en su área. Jovic empezó a merodear el gol aunque a los de Zidane les costaba encontrar resquicios ante tanto defensor valencianista. Pero entonces apareció Toni Kroos para demostrar su talento y el Valencia para pegarse un tiro en cada pie, en cada brazo, en cada nalga y en cada oreja.
El alemán fue a botar un córner y se percató de que medio Valencia estaba de debate parlamentario. La imagen era calcada a la del Barça en Liverpool. Kroos sacó el hierro 7 que tiene en el pie y la puso directa a la portería de Doménech, que intentó rectificar su cantada y sólo acabó despejando la pelota hacia dentro.
El Real Madrid apenas había tardado 15 minutos en encarrilar el partido ante un Valencia más conservador que Espinosa de los Monteros. El tanto espoleó algo a los de Celades, que comenzaron a buscar la portería de Courtois con más timidez que ahínco.
Y así se fueron los minutos con la delicadeza de las mil y una noche sin que ocurriera nada reseñable. El Real Madrid mantenía la pelota sin apuros y el Valencia la perdía con demasiada rapidez como para crear peligro. Los de Zidane tenían el partido justo donde querían. Y así llegó el segundo en el minuto 38.
Fue en una jugada por la derecha cosida entre Carvajal y Valverde, que la puso al área para el disparo de Modric. Lo rechazó Garay en el área pequeña y la pelota cayó al pecho de Isco. La bajó y, sin dejarla caer, la puso lejos del alcance de Doménech. Justo después el propio Isco pudo hacer el 3-0 pero el poste se interpuso en su camino.
El Madrid encarrila el partido en media hora
Con el Real Madrid practicando un fútbol de salón, cómodo como Homer Simpson en el bar de Moe, llegamos al descanso. Del que volvimos con el mismo plan. Mandaban los de Zidane, obedecían los de Celades. El Madrid practicaba un juego a uno, dos toques, como si bailaran El Lago de los cisnes en Arabia Saudí.
Siguió el baile. Unas veces Kroos, otras Modric, otras Isco… uno a uno iban sacando a bailar a sus pares del Valencia como un gran vals futbolístico. Abrochó el baile Modric en el 65 con un golazo de exterior dentro del área. Lo hizo con la facilidad y sutileza, a placer. Fue un gol maravilloso que mostraba que los buenos siempre son buenos (por muchos años que cumplan) y que el Valencia había llegado a Arabia en huelga de brazos caídos.
Con el partido resuelto y en medio del vendaval madridista entró Marcelo por Mendy. El Real Madrid necesita al brasileño y Zidane lo sabe. Después entró James por Modric. Otro al que Zidane intenta recuperar para la causa. Eran ya los minutos de la basura y quedaba más de un cuarto de hora de partido. Los de Zidane se pusieron a pensar en la final y salió hasta Mariano, que debutaba en la temporada con el Real Madrid.
No ocurrió mucho más. Pasó el tiempo y ni el Valencia pudo ni el Real Madrid quiso. Eso sí, apareció el VAR para conceder un penalti light que marcó Parejo para maquillar el resultado. Los blancos sellaron un triunfo cómodo y contundente en la semifinal de la Supercopa y ahora esperarán rival del duelo de este jueves entre el Barça y el Atlético. Aunque esa será otra historia.