Isco volvió al Bernabéu como falso ‘9’ y fue despedido con aplausos
Los abrazos con los que habían sido sus compañeros en el túnel de vestuarios y el posterior pasamanos representaban que era un partido diferente para él. Sampaoli le había preparado en su pizarra un rol no muy habitual. El malagueño arrancaba como referencia en ataque de un equipo sevillista que se iría satisfecho sólo sumando algo del coliseo blanco. Pero no lo consiguió. Su primer toque era puro Isco, un taconazo de primeras con precisión al compañero. Sin embargo, no tardaba en ver como Modric abría el marcador empujando a la red una asistencia de Vinicius. Isco era el primero, con cabeza gacha, en irse al centro del campo para sacar de centro.
El planteamiento del entrenador argentino colocando a Isco de ‘9’ no funcionaba pues apenas tenía contacto con el balón (sólo 30 toques en la primera parte). Perdido dentro del triángulo compuesto por Militao, Alaba y Tchouaméni, veía el partido pasar sin oler un balón que era propiedad del Real Madrid. Isco, al trote y sin mucha fe en la presión, no era capaz de ayudar a sus compañeros, ya que sus condiciones no le permitían ni lanzar un desmarque en carrera ni desahogar en la salida con un balón por arriba.
Su recurso era alejarse cada vez más de la portería de un Courtois al que ni siquiera probó en los primeros 45 minutos. Isco dejaba huérfana la zona de remate del equipo de Nervión y sufría sin sobar el balón. No se puede decir que no lo intentase, pero su trascendencia en el juego era nula.
Ocasión y ovación
En el arranque del segundo tiempo, lejos de cambiar un plan que funcionaba, Sampaoli insistió manteniendo a Isco en la posición de falso ‘9’. Y llegó el gol del Sevilla gracias a un gran pase de Montiel y una buena definición de Lamela. Minutos después Isco iba a tener su mejor ocasión de la noche apareciendo en el segundo palo para rematar al lateral de la red un centro lateral.
A falta de 15 minutos, esta vez sí con ovación, Isco se marchaba al banquillo sustituido por Rafa Mir. El del Arroyo de la Miel devolvía los aplausos de la que fue su gente después de una actuación más que discreta, pero recordará como el día que volvió al lugar donde lo ganó todo.
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