El derbi que ganó Zidane
Tras una primera parte donde el Madrid no se sintió cómodo, Zidane quitó a los cinco centrocampistas para dar entrada a la profundidad con Vinicius y Lucas. Los blancos firmaron un gran segundo tiempo para terminar ganando el derbi al Atlético.
Benzema es capital
Lo vio el Madrid. Lo vio el Atlético. Lo vio Simeone. Y, los más importante, lo vio Zidane. Todos vieron que los cinco centrocampistas por los que había apostado el entrenador francés en el derbi no estaban dando ningún tipo de ventaja a los blancos en un partido que estuvo marcado en sus 45 primeros minutos por las imprecisiones, la falta de dominador y, por el bando madridista, las tremendas dificultades para generar peligro sobre la meta de Oblak.
No terminó de funcionar en Arabia, aunque el Madrid logró alzar la Supercopa, y no lo hizo en el Bernabéu. Simeone fue capaz de desconectar a los blancos con una presión efectiva que les permitió generar varias contras. De hecho, si la falta de gol de este Atleti no fuese tan notable lo normal es que los rojiblancos se hubiesen marchado al descanso con ventaja.
Valverde escorado a la banda no era el jugador capital que se ha convertido en imprescindible para Zidane, Kroos y Modric no combinaban, Isco estaba demasiado lejos de Benzema y Karim se sentía sólo arriba, lo que le obligaba a bajar casi a campo propio a buscar una pelota. Ni Casemiro era el coloso que acostumbra. Nada estaba saliendo como se esperaba y Zizou decidió cambiar.
Por eso, cuando los 22 jugadores se retiraron a los vestuarios a la conclusión de la primera mitad, Vinicus y Lucas saltaron a calentar con una intensidad poco habitual. No había otra, iban a entrar. Zidane lo vio claro y dejó los cinco centrocampistas para volver a su 4-3-3 habitual. Donde más cómodo se suele sentir y desde donde dio la vuelta a un partido que estaba muy complicado.
Desde que se comenzó a jugar en el segundo tiempo se vio con claridad que el partido ya no era el mismo. El Atleti dejó de estar cómodo, el Madrid comenzó a morder y, sobre todo, la defensa rojiblanca empezó a sentir peligro. Algo que había sucedido en el primer acto en contadas ocasiones. El cambio de sistema, sumada a la actitud, mucho más agresiva, volteó un encuentro que se empezó a ganar desde el descanso, cuando Zidane, en una acción poco habitual, salió a pie césped en el intermedio para dar indicaciones a Lucas y Vinicius, los encargados de abrir las bandas y conseguir que la zaga rival lo pasase realmente mal con sus internadas.
Mendy-Vinicus, sociedad ilimitada
De esta forma Zidane dio la vuelta a un partido al que sólo le faltaba el gol. El mismo que nació tras una de las múltiples asociaciones entre Mendy y Vinicius. Ambos se encontraron una y otra vez para combinar con gran acierto, especialmente en la jugada que terminó en gol de Benzema.
El brasileño dio un pase en profundidad al francés que, tras correr la banda, puso en centro perfecto a un Benzema que se relamía viendo venir un balón que terminó besando la red defendida por Oblak. Centro, gol y partido. Zidane acierta hasta cuando se equivoca.