Múltiples problemas de seguridad

Las autoridades francesas, acorraladas por el caos en la final de la Champions

Las autoridades francesas están en el punto de mira por el caos generado en los alrededores del estadio de Saint-Denis antes de la final de la Champions League entre el Real Madrid y el Liverpool. Tres días después de las esperpénticas situaciones vividas, y que incluyeron robos, agresiones, amenazas de avalancha, lanzamiento de gas pimienta, cargas policiales o aficionados saltando vallas para colarse en las gradas, se multiplican las críticas hacia los encargados de garantizar la seguridad en la zona.

La ministra francesa de Deportes, Amelie Oudéa-Castera, ha echado balones fuera al acusar al Liverpool de dejar solos a sus aficionados en los aledaños del estadio y ha señalado a los propios hinchas británicos como culpables de un supuesto fraude masivo con entradas falsas. El presidente del club inglés, Tom Werner, ha mostrado su «absoluta incredulidad» ante estas acusaciones y ha exigido una disculpa al Gobierno francés.

«Sus comentarios son irresponsables, poco profesionales y totalmente irrespetuosos con los miles de aficionados heridos física y emocionalmente. En nombre de todos los aficionados que vivieron esta pesadilla, le exijo una disculpa y la garantía de que las autoridades francesas y la UEFA permitirán que se lleve a cabo una investigación independiente y transparente», demandó el dirigente.

Advertencias desoídas

Al mismo tiempo, se ha conocido que los servicios de inteligencia franceses ya avisaron de lo que podía ocurrir en un informe enviado al Gobierno tres días antes de la final. En dicho texto, advertían de que viajarían hasta París unos 50.000 aficionados sin entrada para presenciar el partido.

«Algunos de ellos estarán en posesión de falsas entradas e intentarán utilizarlas para acceder al estadio. Otros intentarán penetrar mediante engaños en el recinto deportivo, utilizando por ejemplo uniformes de azafatos, de personal de la UEFA, de personal médico o de limpieza. Varios cientos de aficionados ingleses intentarán penetrar en el estadio forzando los torniquetes y las diferentes puertas de acceso», advirtieron desde la División Nacional de la Lucha contra el Hooliganismo (DNLH), según AFP. De poco sirvió este certero aviso.

A esta situación se sumó la presencia de delincuentes locales en los alrededores del estadio que aprovecharon la aglomeración de aficionados de ambos equipos para cometer sus fechorías. Un cóctel perfecto que acabó provocando que la final se retrasara más de media hora y dejó por los suelos la imagen de las autoridades francesas a tres años de que organicen los Juegos Olímpicos de París.

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