Su reapertura ha marcado el final del 2021. Tras más de un año de cierre, el icónico hotel Villa Magna de Madrid vuelve a recibir clientes. Entre ellos, a nosotros, que nos hemos deleitado con 24 horas en sus renovadas estancias. Bajo la firma internacional de Rosewood, el lujo contemporáneo espera en sus habitaciones, hay una renovada gastronomía para todos los gustos y momentos y en un spa donde un hamman es el protagonista.
Bienvenidos a Palacio
Este cinco estrellas es la primera propiedad del grupo de ultra-lujo en España que, a pesar de la ambiciosa remodelación llevada a cabo, no ha dudado en mantener con elegancia el estilo del que fuese uno de los primeros hoteles de lujo de la capital. Su inmensidad se percibe desde la misma entrada, donde antes de ser hotel en los 70 albergó el histórico y desaparecido Palacio de Anglada, el Banco Hipotecario y el Palacio de Larios.
Cerrado el pasado marzo de 2020 y reinaugurado el pasado noviembre, unos cuidados jardines, obra de Gregorio Marañón, con dos estanques y unas imponentes escalinatas centrales invitan a cruzar las puertas de la renovada fachada, obra del estudio de Ramón de Arana, del número 22 de la Castellana.
Sofisticado, actual y sin perder su toque clásico, en el Rosewood Villa Magna esperan 154 habitaciones, incluyendo 51 suites y dos Signatures Suites, todas ellas de discreta elegancia. Pero antes de subir a descansar entre textiles de lujo, hermoso mobiliario y amenities de Maison Caulieres, un impoluto staff, prácticamente todo mantenido de la anterior propiedad, se encargará del check-in.
Tarjeta en mano, de madera, por cierto, los pasillos invitan a deleitarse con el diseño de interiores, del que se ha encargado la galardonada firma australiana BAR Studio, y de la extensa colección de arte contemporáneo que encontramos en el hotel.
Elegancia con vistas
Ya en la habitación, disponible con vistas a la Castellana o a Serrano, mención especial requiere un baño de mármol gris veteado con tocador, bañera de época y ducha independiente de efecto lluvia.
La elegancia sigue en el resto de la estancia, todas con zona de estar, cama ultra king-size y grandes ventanales con vistas. Sobrio pero elegante, con tintes contemporáneos, cada rincón invita a relajarse.
La joya de la Corona
Solo unos pocos afortunados podrán disfrutar de la novena y última planta, donde las dos Signature Suites –Salamanca House y Anglada House – invitan a disfrutar de la más absoluta privacidad además de una serie de servicios personalizados exclusivos. Son éstas las únicas estancias de todo el hotel con terraza y aunque aún no han abierto sus puertas, el hype está por las nubes.
Para hacernos una idea, la Salamanca House cuenta con dormitorio, sala de estar-comedor, vestidor, un cuarto de baño completo y una gran terraza que se puede combinar con habitaciones contiguas para crear una suite de hasta cuatro dormitorios. Por su parte, la increíble Anglada House tiene hasta gimnasio privado y sauna.
Hora de comer
En esta nueva etapa, Rosewood Villa Magna se estrena nada menos que con cuatro conceptos gastronómicos, cada uno con un carácter único y diferencial y, lo mejor de todo, dirigido tanto al cliente como al madrileño.
No hay mejor plan que rendirse al calor de la chimenea de su ‘Flor y Nata’, un coqueto bistró en forma de pastelería abierto a cualquier hora del día. Ideal para tomar un café, una merienda, y, como en este caso, una opción ligera para el almuerzo a golpe de aperitivos, tortillas, ensaladas y una carta donde el risotto quita el hipo.
Merece la pena guardar espacio para el postre, pues el chef pastelero Emanuel Alvés se encarga de crear tartas diarias perfectas para combinar con uno de los tantos sabores de helado artesanales disponibles en carta.
La otra opción gastro del hotel espera al lado. Con Amalio Prados como Executive Chef del hotel, en Las Brasas de Castellana, donde también se sirve el desayuno -tanto continental como a la carta- espera todo un descubrimiento donde degustar clásicos del tapeo madrileño y una parrilla de calidad premium con opciones de mar y tierra y guiños a las tierras asturianas natales del chef.
Un masaje reparador
Un pequeño descanso en la habitación para reponer fuerzas lleva al siguiente punto del hotel: su spa. El nuevo santuario y refugio de bienestar del hotel se llama Sense y aquí la relajación está más que servida. Disponible, como prácticamente todos los servicios del hotel, para alojados y visitantes, olvidarse del caos urbanita es sencillo en un oasis donde solo manda el rumor del agua.
Un moderno jacuzzi con forma de bañera, ducha de sensaciones, sala de vapor y sauna finlandesa conforman un coqueto espacio donde las miradas, seguro, se giran hacia la imponente sala con hamman. Sin duda es ésta la joya de la Corona del spa, pues es un tratamiento único que, hecho de mármol procedente de Turquía, ofrece rituales de belleza marroquíes de Charme D’Orient, una marca parisina que desde hace más de 20 años se esfuerza por recuperar la nobleza del baño tal y como se practicaba en las antiguas civilizaciones.
Por supuesto, no faltan cabinas privadas para disfrutar de masajes relajantes o terapéuticos así como de tratamientos faciales y corporales que apuestan por plantas e ingredientes autóctonos de la zona.
La hora del cóctel
El bar Tarde.O, por su parte, nace con el espíritu de un club inglés, ofreciendo un ambiente ciertamente formal en el que disfrutar de una amplia variedad de ginebras nacionales e internacionales de primer nivel cuidadosamente seleccionadas con excelente coctelería clásica y gin tonics personalizados por sabores.
Cena degustación
Y llegamos a Amós Restaurante, seguramente el protagonista absoluto del apartado gastronómico de Rosewood Villa Magna. Al fin y al cabo, es el único lugar donde disfrutar de la cocina del triestrellado Jesús Sánchez fuera de su ‘Cenador de Amós’ en Cantabria.
Trayendo a Madrid algunos de sus platos más célebres junto con innovadoras creaciones, aquí la carta invita a alternar productos clásicos llamados en Santander Sincios, como las anchoas, las rabas o los quesos de la Tierruca, con elaboraciones de autor contemporáneas. Al frente de la cocina están Mauro García y Kevin Suárez, ambos procedentes de formarse varios años en el Cenador de Amós.
En un espacio decorado por la interiorista Alejandra Pombo a base de madera y latón, se puede probar la cocina de Amós en el menú Memoria, que permite escoger entre un entrante, un plato principal y postre, aunque el menú que acapara todo el protagonismo se denomina Esencia.
En este recorrido a base de snacks, tres aperitivos, cuatro platos y postre esperan delicias como la icónica tortilla de Amós o un bocado preñado de pollo de corral y caldo de su cocido clarificado. Unas deliciosas pencas o un irreprochable solomillo de vaca con crema de queso picón seguido de una elegante selección de postres ponen el cierre a una experiencia mágica en este nuevo Rosewood Villa Magna.
Hora de dormir
Y el día termina sucumbiendo a unos cómodos colchones y una domótica inteligente en la que las luces se controlan desde la cama. Hasta mañana.