Ni flotadores ni chalecos: lo que los mayores de 65 deben hacer antes del baño para no ahogarse este verano

Aunque parezca algo simple, es una de esas decisiones que pueden marcar la diferencia entre un baño tranquilo y una situación de riesgo

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Hombre en la playa.

Cuando llega el verano el pensamiento generalizado es de salir corriendo a la piscina o a la playa. Las temperaturas no dan tregua y el sofoco no se lleva bien con el granito de las ciudades. El cuerpo pide agua, sombra y un poco de fresco.

Pero el trayecto entre llegar y el primer chapuzón no debería ser tan automático. Sobre todo para quienes han cruzado la barrera de los 65 años. Porque, aunque solemos asociar los ahogamientos con los niños pequeños, las estadísticas recientes indican algo distinto.

Según datos de Global SENSOS, en 2024 las personas mayores de 65 han encabezado la lista de fallecimientos por ahogamiento en España: 121 muertes, lo que representa casi un tercio del total (29,73%). Por eso, hay una recomendación que no puede pasarse por alto y que, aunque parezca sencilla, puede marcar la diferencia este verano.

Esto es lo que los mayores de 65 nunca deben hacer antes de meterse al agua

Meterse al agua justo después de haber tomado el sol es una imprudencia que puede salir muy cara. El cuerpo, tras una exposición prolongada al calor, sufre una dilatación de los vasos sanguíneos y una bajada de la tensión. Si en ese estado la persona se lanza de golpe al agua fría, el contraste térmico puede provocar un shock.

Este fenómeno se conoce como hidrocución. El resultado son mareos, pérdida de conocimiento, síncope… e incluso parada cardiorrespiratoria en los casos más extremos.

Por eso, la clave está en enfriar el cuerpo poco a poco. Mojarse el cuello, las muñecas, la cara. Darle al cuerpo un margen para adaptarse. Y, sobre todo, no lanzarse sin haber descansado unos minutos a la sombra y bebido agua para rehidratarse.

También influye el estado de hidratación antes del baño. A partir de los 65, el cuerpo pierde parte de su capacidad para regular la temperatura y sentir sed con claridad, lo que eleva el riesgo de deshidratación sin que uno se dé cuenta.

Beber agua regularmente antes, durante y después de la exposición al sol es clave para evitar bajadas de tensión y golpes de calor que pueden complicarse.

Otros consejos para evitar ahogarse a los 65 años

Además de entrar gradualmente al agua, hay otras medidas que ayudan a reducir el riesgo en este grupo de edad.

La primera es conocer las propias limitaciones. Si hay problemas de movilidad, si uno toma medicación que afecta al equilibrio, o si existen enfermedades crónicas como hipertensión o diabetes, hay que tenerlo en cuenta antes de meterse al agua.

También conviene evitar el ejercicio físico intenso justo antes de nadar. El cuerpo necesita estar en reposo, no en tensión. Y si se nota el más mínimo síntoma (mareo, aturdimiento, náusea), lo mejor es salir del agua sin esperar a ver si se pasa.

Por otro lado, muchas piscinas y playas ofrecen zonas adaptadas para mayores. Con acceso más fácil, menor profundidad y personal preparado para actuar si ocurre algo.

Y, aunque parezca obvio, una de las recomendaciones más comunes es nunca bañarse solo. A cualquier edad, pero especialmente a partir de los 65, tener a alguien cerca puede marcar la diferencia.

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