Contenido
- 0.1 Este es el número de veces que debes ducharte a la semana, según un médico experto
- 0.2 La razón por la que te salen verrugas en zonas como las axilas y el cuello
- 0.3 Ni crucigramas ni ajedrez: el mejor ejercicio para que los jubilados de más de 65 activen su memoria
- 1 Este es el hábito que los mayores de 65 años deberían proteger cada noche
- 2 ¿Cómo lograr un buen descanso sin tomar pastillas?
Se dice que somos nuestros hábitos, y eso, a los 65 años, sigue teniendo mucho peso. La realidad es que, mientras la vida suma experiencia, también se van presentando ajustes inevitables: los nombres tardan en venir a la cabeza, se duda de si se cerró la puerta con llave o uno se queda un buen rato pensando qué iba a buscar al cuarto. Estos males en la memoria no siempre son señal de alarma. A veces, simplemente, la memoria empieza a necesitar más pistas para funcionar, y es el ciclo de la vida.
Algo parecido ocurre con el sistema inmunológico. Ese escudo que nos ha protegido durante décadas empieza a aflojar. Se puede decir que no desaparece, pero pierde reflejos. Es lo que se conoce como inmunosenescencia, un declive en la capacidad del cuerpo para responder con fuerza ante virus y bacterias.
Y mientras muchos piensan en caminatas, ejercicios o suplementos para contrarrestar esto, la solución más efectiva y subestimada no requiere ni moverse (literalmente). Dormir, al menos siete horas por noche, puede ser la diferencia entre un día lúcido y otro en piloto automático.
Este es el hábito que los mayores de 65 años deberían proteger cada noche
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Esto es así para cualquier adulto, pero especialmente a partir de los 65. Sin embargo, a medida que pasan los años, dormir se convierte en un pequeño desafío. Se duerme más liviano, cuesta conciliar el sueño y es común despertarse varias veces… pero la meta sigue siendo dormir entre siete y ocho horas por noche.
El sueño profundo está ligado con la consolidación de la memoria. En esa etapa, el cerebro clasifica lo vivido durante el día, refuerza aprendizajes y guarda lo que vale la pena recordar. Dormir poco, o mal, interfiere en todo ese proceso. Se vuelve más difícil aprender cosas nuevas o recordar con claridad.
Y el sistema inmune también se ve afectado. Mientras dormimos, el cuerpo produce y libera ciertas proteínas que ayudan a combatir infecciones. Dormir poco no sólo lo debilita, sino que lo vuelve más lento. La persona queda más expuesta a enfermedades, desde un resfriado tonto hasta problemas más serios.
¿Cómo lograr un buen descanso sin tomar pastillas?
Cuidar el sueño va mucho más allá de cerrar los ojos a las diez. Hay hábitos que pueden marcar la diferencia. Irse a la cama y despertarse a la misma hora cada día, por ejemplo, ayuda a que el cuerpo recupere su ritmo natural. También conviene tener un ambiente cómodo:sin luces intensas, sin ruido, con una temperatura agradable.
Evitar el café después del mediodía, limitar las siestas y desconectarse de pantallas al menos una hora antes de acostarse puede ayudar más que cualquier suplemento. Lo mismo pasa con las cenas, estas deben ser livianas y al menos dos horas antes de dormir.
No se trata de obsesionarse, sino de entender que el sueño no es tiempo perdido. Es el momento en el que el cuerpo repara lo que se desgasta durante el día y el cerebro hace su limpieza de fondo.