Contenido
- 0.1 El truco de los psicólogos para pillar a un mentiroso: la lista de las 10 palabras que más usan
- 0.2 Si siempre que estás con gente tienes el móvil en silencio la psicología dice esto de ti
- 0.3 El significado de que alguien camine mirando al suelo, según los psicólogos
- 1 ¿Cómo eres si no te gusta celebrar la Navidad?
La Navidad no despierta el mismo entusiasmo y fervor en todas las personas. Aquellos que sienten rechazo por estas fechas suelen experimentar un conjunto de emociones y pensamientos que se alejan del ideal de alegría. A su vez, para muchos resulta un cierre de ciclo con recuerdos intensos o duelos familiares que todavía no logran resolverse y pueden generar tristeza, soledad e incomodidad. Además, hay influencias como la presión social de mostrarse feliz y el exceso de celebraciones. Por lo tanto, si no te gusta celebrar la Navidad resulta esencial comprender estos factores para entender el por qué.
Según explica la psicóloga Carolina Lozano, muchas personas viven la Navidad con desmotivación porque se activan recuerdos, expectativas y comparaciones que no siempre resultan agradables. En este sentido, quienes muestran dificultades para regular sus emociones pueden ser más sensibles al estrés propio de estas fechas, lo que incrementa la probabilidad de experimentar tristeza e irritabilidad. Es frecuente el Trastorno Afectivo Estacional, el denominado Síndrome del Grinch (caracterizado por una aversión intensa a todo lo navideño), el “Síndrome de la silla vacía” relacionado con la ausencia de seres queridos y el llamado “Síndrome del villancico” que surge cuando la persona no conecta con el espíritu festivo y se enfrenta a ansiedad o presión social. «Estas reacciones suelen intensificarse por las demandas familiares, las obligaciones sociales y la presión económica, elementos que añaden tensión y refuerzan la sensación de desajuste emocional durante una época vivida con expectativas por los balances anuales», menciona la psicóloga.
Las personas a las que no les gusta celebrar la Navidad suelen mostrar un patrón emocional particular. En primer lugar, tienden a conectar más fácilmente con sentimientos como el enfado, la tristeza, la apatía o la frustración.
Para muchas personas son fechas de unión y celebración, pero a quienes no les gustan las fiestas sienten incomodidad, estrés y desgaste emocional. Esto puede deberse a antiguas experiencias del pasado que se vivieron con dificultad o un temperamento poco festivo.
Otro rasgo característico es la polarización del pensamiento. Según Lozano, muchas de estas personas interpretan la Navidad desde una perspectiva dicotómica: o se disfruta intensamente o se rechaza por completo. A su vez, se pone más en evidencia si se compara con el entorno y las personas que se muestran felices.
Aquellos que sienten aversión por celebrar la Navidad suelen mostrar una actitud de distancia o resistencia frente a estas celebraciones. La Asociación Libre describe comportamientos como el nulo interés por la Navidad y sus actividades, el aislamiento frente a los eventos festivos y la molestia ante decoraciones, luces o villancicos.
«Este tipo de conductas no solo expresan rechazo sino también una forma de autoprotección frente a un periodo vivido como una carga emocional», explican los profesionales.
Además, mencionan que estas personas suelen evitar reuniones familiares o compromisos sociales. También comentan que asistir a encuentros que consideran obligatorios, llevar regalos o mantener conversaciones que les parecen forzadas incrementa su deseo de mantenerse al margen.
«El aislamiento, más que una señal de desapego absoluto, funciona como un mecanismo para reducir la ansiedad, la incomodidad y la sensación de desborde emocional», sostienen.
Otro comportamiento habitual es la irritabilidad. El exceso de estímulos propios de la época como la música en comercios, las publicidades y las expectativas sociales pueden producir saturación.
Según los profesionales, no todas las personas que rechazan la Navidad lo hacen por un motivo único y, por lo general, convergen múltiples factores. Uno de los más comunes es el duelo, en donde la ausencia de un ser querido adquiere gran visibilidad durante estas fechas y genera el “Síndrome de la silla vacía”. Así, la contradicción entre el ambiente festivo externo y el dolor interno intensifica la tristeza.
Otro factor es el estrés económico. Para algunas personas, esto transforma la Navidad en una fuente de preocupación más que de disfrute. «Los gastos en regalos, comidas y eventos pueden resultar agobiantes, especialmente en contextos de tensión financiera», describe Lozano.
También influye la sensación de “farsa” y clima artificial de armonía familiar que solo se activa en estas fechas, lo que genera rechazo hacia una convivencia que es considerada hipócrita e impostada.
Las recomendaciones para afrontar la fiesta sin presiones
La psicóloga Cristina Rocafort ofrece estrategias para afrontar estas fechas con mayor bienestar. En primer lugar, invita a validar las emociones, reconociendo que no sentirse bien al celebrar la Navidad no es algo anormal ni vergonzoso. Por lo tanto, afirma que es esencial respetar los propios límites.
También recomienda centrarse en el presente, evitar comparaciones con otros años con expectativas poco realistas. «Reservar tiempo para uno mismo, descansar y evitar compromisos innecesarios puede ayudar a reducir la saturación», sugiere.
Por último, Rocafort recomienda prepararse emocionalmente para los reencuentros, evitando anticipar conflictos o recrear conversaciones incómodas. «Un enfoque más flexible puede favorecer una experiencia menos estresante», concluye.






