Contenido
- 0.1 Belén Picado, psicóloga sobre las profecías autocumplidas: «Las experiencias se convierten en creencias»
- 0.2 Éste es el motivo por el que tu hijo hace lo contrario a lo que le dices, según la psicología
- 0.3 El sorprendente color que recomiendan los expertos para que los mayores de 65 años se vean más juveniles
- 1 Por qué vemos siempre las mismas películas en casa
La llegada de la Navidad activa, casi sin darnos cuenta, una serie de costumbres que se repiten año tras año. Decorar la casa, reunirse con la familia, preparar recetas tradicionales o escuchar las mismas canciones forman parte de un ritual colectivo que marca el cierre de un ciclo y el inicio de otro. Entre estos hábitos, hay uno que se mantiene con especial fuerza: volver a ver las mismas películas navideñas de siempre. Títulos que conocemos de memoria, escenas que anticipamos y finales que ya sabemos cómo terminarán, pero los seguimos eligiendo una y otra vez.
El por qué vemos siempre las mismas películas en Navidad no responde a la falta de imaginación, sino a una necesidad psicológica profunda. Lejos de ser una simple cuestión de tradición o falta de alternativas, esta preferencia tiene una explicación clara. Durante las fiestas, las personas suelen mostrarse más sensibles a la nostalgia, a la necesidad de conexión emocional y a la búsqueda de experiencias reconfortantes. En ese contexto, las películas navideñas cumplen una función específica: ofrecen familiaridad, previsibilidad y un espacio emocional seguro en un momento del año cargado de estímulos y expectativas. La psicología explica por qué estas historias siguen funcionando, incluso cuando ya conocemos cada detalle de su trama.
Por qué vemos siempre las mismas películas en casa
La necesidad de familiaridad y seguridad emocional
Uno de los principales motivos por los que repetimos películas en Navidad es la búsqueda de familiaridad. El cerebro humano tiende a preferir aquello que le resulta conocido, especialmente en contextos de mayor carga emocional.
Este fenómeno está relacionado, como explica Psyciencia, con el llamado efecto de mera exposición, descrito por la psicología cognitiva, según el cual tendemos a sentir más afinidad por estímulos que ya hemos experimentado previamente y que asociamos a sensaciones agradables.
En Navidad, esta necesidad se intensifica. Las películas con tramas conocidas reducen la incertidumbre y el esfuerzo mental, algo especialmente valioso en una época en la que aumentan los compromisos sociales, las evaluaciones personales del año que termina y las expectativas familiares. Saber qué va a ocurrir en la pantalla genera calma y permite disfrutar sin estar en alerta constante.
El transporte narrativo y la conexión emocional
Otro mecanismo clave es el transporte narrativo. La psicóloga Belén Picado explica que el transporte narrativo es un proceso psicológico por el cual las personas se sumergen emocionalmente en una historia hasta el punto de sincronizar sus emociones con las de los personajes.
Aunque el espectador es consciente de que se trata de ficción, el cerebro responde a determinadas escenas como si fueran experiencias propias.
Las películas navideñas suelen apelar a necesidades universales como la pertenencia, la reconciliación, la seguridad o el afecto. Al identificarnos con los personajes y sus conflictos, se activan áreas cerebrales relacionadas con la empatía y la regulación emocional. Esto explica por qué una escena vista decenas de veces sigue generando emoción: no es la novedad lo que impacta, sino la resonancia emocional.
Nostalgia y continuidad personal
La nostalgia desempeña un papel fundamental en este fenómeno. Volver a ver las mismas películas actúa como un acceso directo a recuerdos cargados de significado personal y familiar. Aunque la Navidad adulta no siempre conserva la magia de la infancia, estas historias activan sensaciones asociadas a etapas más simples y protegidas de la vida.
La psicología denomina a este proceso sesgo de retrospección idílica, y Adrián Sussudio explica en su canal de YouTube que es un proceso por el cual tendemos a recordar el pasado de forma más amable de lo que fue en realidad.
Diversas investigaciones, como las recogidas por la American Psychological Association, indican que la nostalgia está asociada a un mayor bienestar emocional, afecto positivo y sensación de continuidad personal. Las películas navideñas crean el contexto perfecto para que estos recuerdos emerjan de manera espontánea.
El valor de los rituales compartidos
Ver las mismas películas cada Navidad no es solo un acto individual, sino también un ritual colectivo. Según estudios en psicología social como los de Sage Journal, los rituales ayudan a regular las emociones, reducir el estrés y reforzar las relaciones sociales. El psicólogo canadiense Nick Hobson ha señalado que los rituales compartidos generan una sensación de estabilidad y pertenencia especialmente relevante en momentos de cambio.
Sentarse a ver una película concreta se convierte en una señal simbólica de que las fiestas han comenzado. Al repetirse año tras año, estos hábitos crean recuerdos comunes que refuerzan la identidad familiar o grupal, ofreciendo una sensación de continuidad incluso cuando el contexto personal o social cambia.
Previsibilidad, esquemas conocidos y descanso mental
Las películas navideñas rara vez buscan sorprender. Siguen estructuras narrativas claras: conflicto inicial, dificultades intermedias y resolución positiva. Cuando el cerebro reconoce este esquema, activa rutas de procesamiento más automáticas, lo que reduce el esfuerzo cognitivo necesario para seguir la historia.






