Contenido
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- 0.3 Si una persona te saca estos temas de conversación es porque no tiene habilidades sociales, según los expertos
- 1 Factores psicológicos que influyen en la envidia
- 1.1 La comparación constante que genera la envidia
- 1.2 Rasgos de personalidad vinculados a la envidia
- 1.3 Inseguridad emocional
- 1.4 Contextos que favorecen el sentimiento de envidia
- 1.5 Familias con favoritismos
- 1.6 Cómo afrontar y transformar la envidia
- 1.7 Identificar la necesidad detrás del sentimiento
- 1.8 Reforzar la autoestima
La envidia es una emoción tan antigua como el propio ser humano. Aunque a menudo se considera un sentimiento negativo, en realidad forma parte del repertorio emocional habitual y aparece cuando una persona percibe que otra posee algo que ella desea —sea un logro, una cualidad, una relación o un estilo de vida—. Sin embargo, más allá de esta definición común, la envidia tiene una dimensión psicológica profunda que explica por qué algunas personas la experimentan con mayor frecuencia e intensidad. Lejos de ser simplemente «desear lo ajeno», está vinculada con la autoestima, la percepción de la propia valía y las comparaciones sociales constantes.
En la actualidad, las redes sociales intensifican la presencia de la envidia en la vida cotidiana, ya que muestran versiones idealizadas de los demás, alimentando comparaciones que no siempre son realistas. Pero, incluso sin pantallas de por medio, existen personas que tienden de manera natural a compararse continuamente y, como consecuencia, a experimentar este sentimiento con frecuencia. La psicología explica que la envidia no nace únicamente de lo que otro tiene, sino de lo que uno cree que le falta, lo que convierte este fenómeno en algo profundamente subjetivo. Además, investigaciones académicas señalan que puede estar relacionada con experiencias tempranas, rasgos de personalidad e incluso contextos culturales donde la competitividad se valora de forma intensa. Comprenderlo permite identificar por qué algunas personas son particularmente vulnerables a sentir envidia y cómo este sentimiento puede transformarse en un motor de crecimiento personal si se maneja correctamente.
Factores psicológicos que influyen en la envidia
En Eirene García, psicólogos, aclaran que no existe envidia sana o mala. Existe la envidia humana. «Y a mí no me gusta llamarla sana y mala porque ambas son inherentes a la experiencia humana y a los procesos que los seres humanos vivimos y experimentamos».
Es cierto que a veces sentirla puede llevar a las personas a cometer actos de dudosa moralidad pero otras les insuflan motivación para llegar a conseguir aquello que quieren y no rendirse.
Una de las explicaciones más aceptadas sobre el origen de la envidia radica en una autoestima frágil. Cuando una persona tiene una percepción pobre de sí misma, es más Las personas que sienten envidia en el fondo tienen una idea base de ser inferiores en relación a la persona envidiada, que se confirma cuando ven que otros logran lo que ellos no pueden. Esto genera comparación, frustración e incluso, en los casos más graves, odio y deseo de “destrucción”, humillación o denigración del otro. autoestima baja tienden a evaluar su propio valor basándose en comparaciones externas, por lo que cada éxito ajeno puede convertirse en un recordatorio de aquello que creen no tener.
Mientras que el centro de psicología Cepsim Madrid explican que las personas que tienen este sentimientro en el fondo tienen una idea base de ser inferiores en relación a la persona envidiada, que se confirma cuando ven que otros logran lo que ellos no pueden. Esto genera comparación, frustración e incluso, en los casos más graves, odio y deseo de “destrucción”, humillación o denigración del otro.
Según la American Psychological Association, la autoestima es un factor determinante en la forma en que se procesan las comparaciones sociales, lo que puede intensificar emociones como la envidia cuando el individuo se siente inferior.
La comparación constante que genera la envidia
El ser humano lleva a cabo comparaciones de forma natural, pero en algunas personas esta conducta se vuelve un patrón rígido. La teoría de la comparación social de Festinger explica que los individuos evalúan sus habilidades y atributos contrastándolos con los de otros, lo que puede generar envidia cuando esta evaluación es desfavorable.
Las redes sociales han multiplicado estas comparaciones, ofreciendo un flujo constante de vidas aparentemente mejores. El National Institutes of Health (NIH) recoge estudios que muestran cómo la exposición continua a imágenes idealizadas puede aumentar sentimientos de insatisfacción y, por tanto, el surgimiento de la envidia.
Rasgos de personalidad vinculados a la envidia
Las personas perfeccionistas suelen tener estándares muy elevados, no sólo para sí mismas, sino también para lo que esperan conseguir. Cuando observan que otros llegan a las metas que ellas aún no han logrado, pueden vivir estos éxitos ajenos como un fracaso personal. Este rasgo incrementa el riesgo de experimentar frustración y comparaciones dolorosas que alimentan la envidia.
Inseguridad emocional
La inseguridad hace que los logros de otras personas se perciban como un recordatorio permanente de la propia vulnerabilidad. En vez de ver las metas ajenas como inspiradoras, quienes se sienten inseguros las interpretan como pruebas de sus propias carencias. Esto puede generar incomodidad, resentimiento y un deseo inconsciente de que el otro no tenga lo que uno desea.
Contextos que favorecen el sentimiento de envidia
Tanto en el ámbito laboral como en el académico o incluso en algunas familias, la competencia puede amplificar la envidia. Cuando los éxitos se valoran más que los esfuerzos, o cuando el reconocimiento depende de destacar por encima de otros, es frecuente que aparezca este sentimiento. La envidia se convierte entonces en una respuesta emocional a un sistema que premia la comparación constante.
Familias con favoritismos
Las experiencias tempranas también influyen mucho. Crecer en un entorno donde hay comparaciones frecuentes entre hermanos o donde existen favoritismos puede hacer que una persona desarrolle la tendencia a medir su valía en función de otros. Estos patrones pueden mantenerse en la edad adulta y dar pie a sentimientos de envidia recurrentes.
Cómo afrontar y transformar la envidia
El primer paso es reconocer que sentir envidia no convierte a nadie en una mala persona. Es una emoción humana, natural y, en muchos casos, inevitable. Aceptarla reduce la culpa y permite observar con más claridad para gestionarla.
Identificar la necesidad detrás del sentimiento
La envidia suele indicar un deseo no satisfecho. Preguntarse qué logro, cualidad o situación del otro despierta esa emoción puede ser una herramienta poderosa para el crecimiento personal. En lugar de centrarse en el otro, es más constructivo reflexionar sobre los propios objetivos.
Reforzar la autoestima
Trabajar en la autoconfianza disminuye la necesidad de compararse continuamente. Prácticas como la autoafirmación, terapias centradas en la aceptación o incluso actividades creativas pueden fortalecer la percepción de valía personal.






