Contenido
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- 1 Qué pasa cuando una persona se duerme mientras ve la televisión
Cada vez más personas duermen con la televisión encendida. Ya sea por necesidad de ruido de fondo, por costumbre o por una sensación de compañía, este hábito se ha vuelto habitual en muchos hogares. Sin embargo, la ciencia ha comenzado a advertir sobre sus consecuencias, y no son menores. Dormirte mientras ves la televisión expone al cuerpo a una fuente constante de luz artificial que interfiere con procesos biológicos fundamentales, afectando desde el ritmo circadiano hasta funciones cardiovasculares y metabólicas. Lejos de ser una simple elección personal, se trata de un comportamiento con impactos medibles en la salud.
Un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha revelado que la exposición a la luz durante el sueño puede alterar funciones clave del cuerpo, como la resistencia a la insulina y la frecuencia cardíaca. Estos hallazgos, respaldados por investigaciones adicionales, indican que mantener una fuente de luz como la televisión encendida durante la noche puede tener efectos directos en el desarrollo de enfermedades crónicas. Al mismo tiempo, la psicología también se ha interesado por quienes eligen dormir con la televisión funcionando, ya que este patrón puede ser indicio de estados emocionales particulares, como ansiedad o miedo a la soledad.
Qué pasa cuando una persona se duerme mientras ve la televisión
El estudio de PNAS, titulado “Light exposure during sleep impairs cardiometabolic function”, fue llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, y consistió en una serie de experimentos que analizaron cómo la luz artificial afecta el cuerpo mientras dormimos.
Los participantes que durmieron expuestos a una luz tenue –como la que emite un televisor encendido– mostraron un aumento en la frecuencia cardíaca durante la noche, una menor sensibilidad a la insulina y mayores niveles de glucosa en sangre al despertar. Estos factores se asocian directamente con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, entre otras.
La luz artificial interfiere en la producción de melatonina, la hormona encargada de regular el sueño. Al reducir su liberación, el cuerpo no puede llegar a las fases más profundas del descanso, lo que impide una correcta recuperación física y mental. Además, esta interrupción en el ritmo circadiano, que actúa como un reloj interno, puede afectar el sistema inmune, la memoria y el estado de ánimo.
Un hábito más común de lo que se cree
Aunque parezca un comportamiento aislado, dormir con la televisión encendida es más frecuente de lo que se piensa. Una encuesta realizada por la National Sleep Foundation de Estados Unidos reveló que aproximadamente un 30% de los adultos reconoce dejar la televisión encendida mientras duerme.
En muchos casos, se trata de una estrategia para combatir el insomnio o el silencio incómodo de la noche, especialmente entre quienes viven solos. Luego está el efecto contrario, es ver la televisión y dormirse de golpe con ella de fondo, esto es a causa de un cansancio durante el día que hace que al intentar ver y oír algo entonces acabemos durmiendo sin querer.
Desde el punto de vista psicológico, este hábito puede reflejar ansiedad nocturna, miedo a la soledad o una necesidad de distracción mental constante. Dejar encendida una fuente de sonido y luz proporciona una sensación de presencia que puede resultar reconfortante, aunque los efectos físicos y mentales sean perjudiciales a largo plazo.
Qué dice la psicología sobre quien se duerme viendo la televisión
Según diversos estudios en psicología del sueño, dormir con la televisión encendida puede estar asociado a ciertos rasgos de personalidad o condiciones emocionales. Algunas investigaciones apuntan a que las personas con tendencia a la ansiedad o con niveles elevados de estrés encuentran en la televisión una forma de escape.
Es más, el contenido audiovisual es visto aquí como distracción y evita que los pensamientos intrusivos dominen la mente en el silencio de la noche.
Además, expertos como la psicóloga clínica Dra. Michelle Drerup, del Cleveland Clinic Sleep Disorders Center, han advertido que este tipo de hábito es común entre personas que tienen rutinas irregulares o no logran desconectarse de los estímulos externos. La dependencia del ruido de fondo puede dificultar el establecimiento de patrones de sueño saludables.
Recomendaciones para un sueño saludable
Dormir en completa oscuridad sigue siendo la recomendación más extendida por los especialistas en sueño. La Sociedad Española del Sueño así lo indica y recomienda evitar cualquier tipo de pantalla al menos 30 minutos antes de dormir y apagar completamente fuentes de luz artificial durante la noche.
En su lugar, propone técnicas de relajación como la meditación, la lectura con luz tenue o el uso de música tranquila sin imágenes.
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre el impacto de la contaminación lumínica en la salud humana. Dormir en ambientes con luz artificial no solo afecta el descanso, sino también el equilibrio hormonal y el estado anímico. Por ello, se recomienda mantener la habitación oscura, fresca y silenciosa para favorecer un descanso verdaderamente reparador.
Dormir con la televisión: una elección con consecuencias
Lo que puede comenzar como una simple costumbre –dejar la televisión encendida para dormir– puede convertirse en una práctica perjudicial si se mantiene en el tiempo.
Pues la evidencia científica demuestra que la exposición a la luz durante el sueño tiene un impacto directo en la salud física y mental. Desde alteraciones hormonales hasta trastornos metabólicos, las consecuencias no deben subestimarse.
Además, comprender las motivaciones emocionales detrás de este hábito, como hemos visto anteriormente, puede ayudar a abordarlo desde una perspectiva más integral. La psicología aporta claves sobre la relación entre este comportamiento y la ansiedad, ofreciendo alternativas más saludables para gestionar el descanso nocturno.
Debemos entender que dormir bien no es solo un lujo, sino una necesidad vital para el equilibrio del cuerpo y la mente.
Las horas que dormimos también son importantes e influyen en nuestra vida diaria. Alrededor de 7-8 horas diarias en edad adulta, de 10 a 13 en edad infantil y juvenil y menos en la vejez. Lo importante es evitar las pantallas, ya que la luz azul inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño. Además, establecer una rutina nocturna consistente ayuda a regular el ritmo circadiano, lo que facilita que el cuerpo sepa cuándo es el momento de dormir.