La princesa Leonor y la infanta Sofía donan una parte de su herencia a la Fundación Hesperia
Las hijas de los Reyes han renunciado a la herencia de Juan Ignacio Balada Llabrés
El empresario menorquín dejó todo su patrimonio a la Familia Real
El empresario Juan Ignacio Balada Llabrés falleció a los 69 años y puso su fortuna en manos de la Familia Real. Fuentes cercanas a esta noticia confirman que el patrimonio que dejó ascendía a 10 millones de euros y estaba convencido de que los Reyes Felipe y Letizia, entonces príncipes de Asturias, iban a utilizarlo de forma correcta. En un primer momento, esta herencia supuso un quebradero de cabeza para Zarzuela, pero Sus Majestades terminaron aceptando porque decidieron invertir el dinero en distintas causas sociales.
Juan Ignacio dividió su legado. Un 50% fue a parar a don Felipe y a doña Letizia y el otro 50% a los Reyes eméritos, Juan Carlos I y doña Sofía. Su deseo era que los abuelos de la princesa Leonor creasen una fundación cuyo objetivo fuese ayudar a la gente necesitada. Los herederos cumplieron esta voluntad al pie de la letra y el 23 de abril de 2010 constituyeron Hesperia, proyecto al que fue a parar todo el capital.
Después de cumplir la mayoría de edad, la infanta Sofía ya podía decidir qué hacer con la herencia que recibió de Juan Ignacio y, tanto ella como su hermana Leonor, han optado por seguir los pasos de sus padres. De esta forma, su parte irá destinada a la Fundación Hesperia.
¿Quién era Juan Ignacio Balada?
El empresario era toda una institución en Menorca, isla que fue testigo de sus grandes éxitos. No tenía hijos y tampoco estaba casado, así que se sintió con total libertad a la hora de redactar su testamento. Gracias a su esfuerzo y dedicación, amasó un gran patrimonio que actualmente, gracias a los Reyes, a la princesa y a la infanta, está en buenas manos.
Juan Ignacio era hijo de Ramón Balada, propietario de un cine en la ciudad, y de Catalina Llabrés, la primera farmacéutica de la isla. La familia era bastante conocida, por eso son muchos los que saben su historia. Juan dejó Menorca para mudarse a Barcelona y probar suerte como pianista. También aprovechó para matricularse en la universidad de la Ciudad Condal, pero no completó su formación. Después de morir su progenitora, tomó las riendas de su farmacia y empezó a crecer como empresario.
Balada tenía un talento especial para hacer negocios y realizó inversiones bastante suculentas. Tenía acciones en La Piara y en la salchichera Oscar Mayer y las vendió en el momento más oportuno, lo que demuestra su habilidad para cerrar contratos. Sin embargo, donde realmente creció fue en el mercado inmobiliario. Llegó a tener nueve propiedades, fincas rústicas, locales y viviendas de alquiler.
La joya de la corona
La gran joya del patrimonio de Balada es un palacete situado en la mejor zona de Menorca, en la Plaza Juan de Borbón de Ciutadella. Fue construido en 1996 y tiene unos 500 metros cuadrados perfectamente distribuidos. Cuenta salones, dormitorios, habitaciones de cortesía, una biblioteca y unas vistas estupendas. Teniendo en cuenta todo esto, es normal que el Ayuntamiento haya pedido permiso para utilizarlo, pero de momento no lo ha conseguido.
En estos momentos, el Palacete Balada, como se le conoce en la isla, está en perfectas condiciones. Pertenece a la Fundación Hesperia y la Casa Real se ha encargado de mantenerlo intacto. Se encuentra deshabitado y de momento se desconoce qué planes hay con él.