Mark Phillips: El hombre que puso en jaque la rectitud de la princesa Ana
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La princesa Ana es uno de los miembros más importantes de la Familia Real británica. A pesar de que no forma parte ahora mismo del núcleo central de ‘La Firma’-compuesto por los Reyes y los príncipes de Gales-, el papel de la hermana de Carlos de Inglaterra es de vital relevancia. Ella ha sido siempre uno de los grandes apoyos para el actual monarca, desde su infancia, así como para la Reina Isabel. Más allá de su papel institucional, a nivel familiar, el rol de Ana ha sido fundamental, hasta el punto de que fue la que más tiempo pasó al lado de Isabel II en sus últimos días y la que acompañó a los restos de la monarca en su recorrido por Escocia tras fallecer en el Castillo de Balmoral.
La princesa Ana y Tim Laurence. / Gtres
Durante muchos años, la princesa Ana ha sido también uno de los miembros más populares de la Familia Real, y quizás la más trabajadora o la que más actos de agenda tenía. Temporada tras temporada en las encuestas aparecía su nombre como la que más compromisos había asumido, por encima del resto de miembros. Tiene un sentido del deber muy estricto y un férreo compromiso con su papel, aunque nunca ha intentado sacar provecho de ello. Es más, a diferencia de otros royals, Ana incluso rechazó títulos y otras prerrogativas para sus hijos, para que llevaran una vida normal. Un precedente que luego siguieron otros royals, como el príncipe Eduardo y su esposa.
Sin embargo, pese al intachable expediente de la Princesa Real -título que le concedió Isabel II como hija mayor y única en este caso de la monarca-, Ana sí que tiene una pequeña ‘mancha’ en su trayectoria. Y es que la Reina Isabel fue testigo de los divorcios -o separaciones- de tres de sus cuatro hijos de manera prácticamente simultánea, y solo el príncipe Eduardo ha escapado de esta ‘maldición’ de la generación anterior de los Windsor.
La princesa Ana con Mark Phillips. / Gtres
Tanto Carlos de Inglaterra, como el duque de York y la princesa Ana se separaron de sus respectivas parejas a principios de la década de los noventa, lo que supuso un duro varapalo para la Reina Isabel. En el caso de la princesa Ana, se había casado con Mark Phillips el 14 de noviembre de 1973, en la que fue, sin duda, una de las grandes celebraciones para la Familia Real. Y es que, además, la princesa Ana fue la primera de los hijos de la Reina Isabel en contraer matrimonio.
Ana y Mark se habían conocido gracias a su pasión común por el mundo ecuestre, en un evento hípico en Ciudad de México. En el año 1973 anunciaron su compromiso y en la entrevista que siempre conceden las parejas royal, Ana recalcó la importancia del deber y del compromiso con la institución. Algo que ella tiene grabado desde su nacimiento.
No obstante, a pesar de que la suya fue una boda de cuento, las cosas entre la pareja no terminaron de salir como se habría esperado. El matrimonio tuvo dos hijos, Peter (1977) y Zara (1981) pero, en 1981 se desveló que Mark tuvo una hija, Felicity, como resultado de un romance extramarital con una profesora de arte neozelandesa. La paternidad se confirmó años más tarde por una prueba de ADN, pero la princesa Ana y Phillips ya habían puesto fin a su relación tiempo antes.
La princesa Ana con Mark Phillips. / Gtres
Fue en el año 1989 cuando el Palacio emitió un comunicado que confirmó la separación, en términos acordados entre ambos. No obstante, hubo mucha polémica ya que algunos medios aseguraban que Ana y Mark tenían un pacto común de poder ver a otras personas. En abril de 1992, en el annus horribilis de la Reina Isabel, firmaron el divorcio.
Pocos meses después, Ana se casó con Timothy Laurence que, hasta ese momento, ejercía como comandante de la Marina -curiosamente, su primer marido también era militar-. Su relación había comenzado cuando todavía no era oficial la separación con Mark Phillips, de hecho, vieron la luz algunas cartas entre ambos de los comienzos de su romance, que dura hasta hoy.
La princesa Ana y Tim Laurence en su boda. / Gtres
Sin embargo, a pesar del divorcio con Phillips, Ana no lo tuvo fácil para casarse con Laurence, de manera que no le quedó más remedio que ‘saltarse’ las normas. Hay que recordar que la Iglesia de Inglaterra no permitía que las personas divorciadas se volvieran a casar mientras su ex cónyuge aún estuviera vivo -algo que podía haberle pasado a Carlos con Camila de no ser por la muerte trágica de Diana de Gales-. Por este motivo, la pareja decidió casarse en Escocia, en una discreta ceremonia con pocos asistentes cerca del Castillo de Balmoral. Ana se convirtió así en la primera divorciada de la Familia Real en volver a casarse desde Victoria de Hesse-Darmstadt, nieta de la reina Victoria, unida en segundas nupcias con el gran duque Cyril Vladimirovich de Rusia en 1905.