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El Jubileo de la Reina Isabel este año está intensificando la actividad de la mayoría de los miembros de ‘La Firma’. Hasta la fecha, los duques de Cambridge y el príncipe Carlos y su esposa ya han hecho algunos viajes en nombre de la Corona, pero todavía están pendientes desplazamientos por parte de los condes de Wessex o de la princesa Ana. Precisamente, el príncipe Eduardo y su mujer, Sophie Rhys-Jones tienen por delante uno de los viajes más delicados: a Gibraltar.
Según han confirmado fuentes oficiales, los Wessex visitarán Gibraltar en el mes de junio, concretamente, del 7 al 9. Una fecha que llega apenas unos días después de que la Reina Isabel celebre su Jubileo de Platino, que será entre el 2 y el 5. Ha sido la Oficina del Gobernador de la colonia británica quien ha anunciado la visita en una nota de prensa en la que recalca su satisfacción por recibir la visita de los condes de Wessex en un momento tan especial, cuando la Reina celebra setenta años en el trono: “La visita en el año del Jubileo de Platino de Su Majestad la Reina sirve de recordatorio del vínculo inquebrantable entre el Reino Unido y Gibraltar. Estoy deseando recibir a Sus Altezas Reales. Serán muy bien recibidas”, sentencia el texto.
Un anuncio que, curiosamente, se ha producido al tiempo que en el Castillo de Windsor se ha celebrado la ceremonia de entrega de las nuevas Banderas al Real Regimiento de Gibraltar, presidido precisamente por el conde de Wessex.
Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar ha destacado que esta visita “será un punto culminante para nosotros en el año del Jubileo de Platino de Su Majestad la Reina y será una oportunidad para que el pueblo de Gibraltar demuestre una vez más su profundo e inquebrantable afecto por nuestra soberana y la familia real como encarnación de la soberanía británica de Gibraltar. Sé que todo el mundo esperará con ilusión la visita y que recibiremos al conde y a la condesa con los brazos abiertos, como sólo Gibraltar y los gibraltareños saben hacerlo”, ha sentenciado.
Sin embargo, este viaje no va a estar exento de tensiones. La visita se ha anunciado en un momento en el que todavía no se ha cerrado la negociación entre Reino Unido y la Unión Europea respecto a Gibraltar y en un contexto complicado. De hecho, hasta la fecha, todos los viajes de algún miembro de la familia real británica han avivado el conflicto por el tema de la soberanía.
Un conflicto que perdura en el tiempo
En mayo de 1954, el yate Britannia llegó al muelle del Arsenal en Gibraltar. A bordo iban el duque de Edimburgo y la Reina Isabel, acompañados por dos de sus hijos, Carlos y Ana. La monarca acababa de ser coronada hacía apenas un año, tras la prematura muerte de su padre, el Rey Jorge VI, y había iniciado en Gibraltar una importante gira por diferentes puntos de la geografía mundial.
En el momento en el que se anunció que la monarca iría a Gibraltar, el entonces embajador de España en Londres, Miguel Primo de Rivera, interpuso una queja formal: «esta visita puede causar un daño importante a las relaciones entre los dos países, dándose el agravante de que en el viaje de la soberana se han excluido lugares como Chipre y Guayana, por existir en ellos estados de opinión contrarios a la presencia británica», manifestó ante la Oficina de Asuntos Exteriores. La Reina estuvo apenas treinta y seis horas en Gibraltar y nunca más ha regresado.
La presentación de esta queja por parte del Gobierno español complicó las relaciones entre ambos países. De hecho, el consulado español fue clausurado y se establecieron más restricciones a los españoles que lo visitaban. En 1969 se cerró la frontera.
Varios años después, los príncipes de Gales fueron protagonistas de otro viaje que agravó la situación. Tras su enlace en San Pablo, Carlos y Diana comenzaron a disfrutar de un viaje de luna de miel que comenzaría en Gibraltar. A la boda en Londres asistieron representantes de numerosas casas reales, pero España declinó la invitación y don Juan Carlos y doña Sofía no hicieron acto de presencia en la ciudad del Támesis. El motivo no fue otro que, precisamente, la cuestión de Gibraltar. Ya en el momento del enlace se sabía que el heredero iba a viajar al Peñón en el Britannia. Carlos y Diana pasaron menos de dos horas en Gibraltar, suficiente tiempo para que, por un lado, los gibraltareños reafirmaran su compromiso con la Corona y en España aumentaran las tensiones. De hecho, en una conversación previa entre don Juan Carlos y la Reina Isabel, el monarca intenta convencerla de que cancelen la visita: “Es mi hijo, mi yate y mi roca”, contestó la soberana, aunque no se ha sabido esto hasta hace poco.
Aunque la Reina nunca más ha vuelto a Gibraltar, sí que lo han hecho sus familiares, a pesar de la oposición del Gobierno español. En el año 1993 lo visitó el príncipe Andrés, que regresó dos años después. En 1995 fue el príncipe Felipe quien viajó a Gibraltar en una visita que coincidió con la entrega de los Premios Duque de Edimburgo. Dos años después viajaron los duques de Gloucester, el duque de Kent y la princesa Alexandra y en 2001 estuvo el príncipe Eduardo. Este viaje fue especialmente llamativo ya que no hubo queja por parte del Gobierno, quizás porque no era una visita de carácter político.
En 2004 lo hizo la princesa Ana, por el trescientos aniversario de la conquista británica y la firma del Tratado de Utrecht, lo que disgustó especialmente al Ejecutivo, tal como manifestó el entonces ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Y la Princesa regresó en 2009 para inaugurar un hospital con su nombre. Este hospital se había construido en el istmo que une el Peñón con la península, un territorio que España no cedió a la Corona por el Tratado de Utrecht.
En octubre de 2014, el príncipe Michael de Kent visitó el Peñón como comodoro en Jefe de la Reserva Marina y Contraalmirante Honorario. Como no tiene apenas representación en la Casa Real, este viaje no generó casi polémicas.
Para los condes de Wessex este no es su primer viaje a Gibraltar. El matrimonio ya estuvo en el año 2012 en una visita de tres días por el anterior Jubileo de la Reina, que provocó que el Gobierno español trasladase a Londres su malestar y descontento. De momento habrá que esperar unas semanas para ver cómo se desarrolla el viaje, sobre todo porque se trata de una visita muy especial en el marco de un momento histórico para la Corona.