El misterio de la ‘tiara escondida’ de Camila Parker
La esposa del rey Carlos III tiene acceso a una imponente colección de joyas, pero también guarda algunas piezas privadas de importante valor.
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Ahora que es reina consorte, Camila Parker Bowles tiene acceso a todas las joyas que, hasta la fecha, solo estaban a disposición de la Reina Isabel y aquellas personas que la monarca considerase. Sin embargo, tras su muerte y con la subida al trono de Carlos III, la situación ha cambiado y es el nuevo Rey el que tiene la potestad de decidir sobre el joyero real, uno de los más importantes del mundo. Es cierto que habrá parte de las alhajas personales de la Reina que hayan pasado a algunos de sus descendientes -por expreso deseo de la soberana-, pero lo más probable es que las piezas fundamentales estén a disposición de Carlos y, por tanto, de Camila.
Hasta ahora, aunque es una gran amante de las joyas, Camila Parker Bowles apenas había lucido algunas de las alhajas más importantes de la colección de los Windsor. De hecho, en lo que respecta a tiaras, por ejemplo, a la que fuera duquesa de Cornualles, solo la habíamos visto con dos de las diademas de la Familia Real, en concreto, de la colección de la Reina Madre. Se trata de la tiara Greville y de la Delhi Durbar. Dos piezas espectaculares, de eso no hay duda, pero estrictamente vinculadas a la abuela de Carlos III.
Aunque desde que se ha convertido en reina consorte, la esposa de Carlos de Inglaterra ya ha lucido, por ejemplo, el parure de zafiros o el collar fringe de la Reina Isabel, lo cierto es que Camila contaba con una joya muy especial antes de contraer matrimonio con el entonces príncipe Carlos y que, por cierto, supone un ‘punto en común’ con Diana de Gales.
Al igual que la fallecida princesa, Camila tenía su propia tiara familiar antes de comprometerse con el hijo mayor de la Reina Isabel. De hecho, Diana lució la diadema Spencer el día de su boda porque era su joya familiar, aunque la Reina le ofreciera alguna de las piezas de los Windsor. Una circunstancia que no tuvieron ni Meghan Markle ni Catalina Middleton, que tuvieron que recurrir a las diademas que puso la monarca a su disposición porque ellas no tenían diadema familiar.
En el caso de Camila, se trata de la tiara Cubitt-Shand. La esposa de Carlos III se casó con su primer marido, Andrew Parker Bowles, el 4 de julio de 1973, y llevó en su boda esta pieza, de herencia familiar. Camila tenía 25 años cuando lució por primera vez la tiara Cubitt-Shand en su enlace con Parker Bowles, al que asistieron algunos de los rostros más conocidos del panorama social y de la realeza, como la Reina Madre, la princesa Ana o la princesa Margarita, hermana de la Reina Isabel.
Fue la última vez que se vio la joya durante muchos años, hasta que, en 2006, la hija de Andrew Parker Bowles y Camila, Laura, la rescató en su boda. Ese mismo año, la segunda esposa del rey Carlos decidió rescatarla para una recepción diplomática en el Palacio de Buckingham y volvió a llevarla en 2014 y en 2015. Desde entonces, la pieza permanece guardada a la espera de volver a brillar en alguna cita especial. Quizás porque la reina consorte prefiera obviar una joya que enlaza directamente con su primer matrimonio o simplemente porque ahora tiene a su alcance muchas más opciones.
Una pieza con historia
La tiara Cubitt-Shand ha estado vinculada a la familia de la reina Camila desde hace varias generaciones. La joya perteneció a la abuela de Camila Sonia Keppel, de la que se cuenta que su madre, Alice, fue la última amante del rey Eduardo VII. La abuela de Camila se casó con Roland Cubitt (de ahí el nombre de la tiara), y la pareja tuvo tres hijos. Una de ellas, Rosalind -madre de Camila-, fue la que heredó la diadema, pero no la llevó en su boda con el padre de Camila, Bruce Shand, a pesar de que, a partir de ese momento, la pieza comenzó a llamarse tiara Cubitt-Shand. Camila la heredó de su madre en el año 1994, tras su muerte, al ser la mayor de las hijas de Rosalind.