Sofía Landaluce: la duquesa que la Casa de Borbón no quería aceptar
El 30 de marzo de 2001 marcó un hito significativo en la vida de la familia Calabria y en la historia de la realeza italiana
La unión matrimonial entre Pedro y Sofía fue un acontecimiento largamente esperado y anhelado
El 30 de marzo de 2001 marcó un hito significativo en la vida de la familia Calabria y en la historia de la realeza italiana. Aquel viernes frío no solo presenció una boda, sino que fue testigo de un evento que trascendió el mero compromiso matrimonial. En esta fecha, Pedro de Borbón, primogénito del Infante Don Carlos y heredero de la casa Dos Sicilias, unió su vida a la de Sofía Landaluce y Melgarejo, su compañera de toda la vida y madre de su hijo mayor, Jaime.
La unión matrimonial entre Pedro y Sofía fue un acontecimiento largamente esperado y anhelado, especialmente por tratarse de una reconciliación familiar. Nueve años habían pasado desde el nacimiento de Jaime, el primogénito de la pareja, y su matrimonio simbolizaba mucho más que la unión de dos personas. Era la culminación de un largo proceso de convencimiento por parte de la duquesa consorte de Noto hacia su familia política, quienes, por razones de linaje y tradición, habían mostrado reticencia ante la idea de que Sofía contrajera matrimonio con el heredero de la casa.
Los orígenes de la relación entre Pedro y Sofía se remontaban a su adolescencia. A pesar de la diferencia de cinco años en edad, la pareja inició su noviazgo cuando Sofía tenía apenas 18 años y Pedro 23. Sin embargo, la aceptación de la familia Calabria no fue inmediata. La principal objeción provenía del Infante Don Carlos, padre de Pedro, quien prefería para su hijo una novia de sangre real y no de la aristocracia española como era Sofía.
La resistencia por parte de la familia de Pedro no fue un obstáculo menor. Temían que un matrimonio con Sofía, quien no tenía ‘sangre azul’, pudiera socavar la posición dinástica de la familia y dar ventaja a sus rivales en la sucesión al trono de la Casa Real de Dos Sicilias. Esta reticencia, impulsada por consideraciones de linaje y prestigio, prolongó durante años la espera de Pedro y Sofía para contraer matrimonio.
Finalmente, el 30 de marzo de 2001, después de un largo proceso de negociación y convencimiento, la pareja logró celebrar su amor en una ceremonia que no solo marcó el inicio de su vida juntos, sino que también representó una victoria sobre las barreras sociales y familiares. La boda fue un evento de gran relevancia en la alta sociedad, con la presencia de distinguidos invitados, incluyendo al entonces príncipe de Asturias, don Felipe, y la infanta Elena con Jaime de Marichalar.
Tras la boda, Pedro y Sofía establecieron su hogar entre dos propiedades familiares: El Crespo, la finca propiedad del padre de Sofía en Ciudad Real, y La Toledana, una finca con un significado histórico importante para la familia Borbón-Dos Sicilias. En estas propiedades, la pareja se dedicó a formar una familia, y pronto su hogar se llenó de la risa y la alegría de sus siete hijos.
A lo largo de los años, la relación de Pedro y Sofía con la realeza italiana se fortaleció, consolidándose como una parte integral de la sociedad aristocrática. Además, su conexión con la realeza se evidencia en su participación en eventos importantes, donde son recibidos con honores y reconocimiento. Desde el bautizo de su hija menor, María, con la presencia de don Felipe como padrino, hasta su asistencia a funerales y recepciones reales, la presencia de Pedro y Sofía en la vida de la monarquía italiana es un testimonio de su aceptación y reconocimiento en la sociedad.