Larry Ellison desbanca a Bezos y Zuckerberg a golpe de millones, jets y un yate de 130 metros
Larry Ellison ha superado a Jeff Bezos y Mark Zuckerberg con una fortuna de más de 243.000 millones de dólares
Su imperio, Oracle, se ha disparado en bolsa gracias a su apuesta por la inteligencia artificial
Larry Ellison vive entre islas privadas, jets, yates gigantes y torneos deportivos de élite
Larry Ellison, el fundador de Oracle y uno de los últimos magnates tecnológicos de la vieja escuela, ha vuelto a colarse entre los grandes titulares. ¿La razón? A sus 80 años recién cumplidos, ha superado a Mark Zuckerberg y Jeff Bezos en el ranking de Forbes y se ha convertido en el segundo hombre más rico del planeta, solo por detrás de Elon Musk. Su fortuna se estima en unos 243.000 millones de dólares, impulsada por el rally bursátil de la compañía especializada en el desarrollo de soluciones de nube y locales, que se ha disparado gracias a su agresiva apuesta por la inteligencia artificial. Pero Ellison no es solo números y acciones: es, sobre todo, un personaje. Uno de esos que parecen escritos por un guionista con tiempo libre y ganas de pasárselo bien.
Y es que si alguien ha hecho del exceso un estilo de vida, ese es Larry. Este multimillonario no viene de una familia acomodada ni de una estirpe de inversores brillantes. Nació en el Bronx, fue criado por sus tíos en Chicago y dejó la universidad por aburrimiento. En los años 70, fundó una pequeña empresa de software que terminaría transformándose en Oracle, un monstruo tecnológico que domina desde hace décadas el negocio de las bases de datos. Así, lo que empezó como un proyecto casi artesanal acabó siendo una de las compañías más influyentes del planeta. Y, cómo no, una mina de oro.
La última explosión de su fortuna llegó tras una subida del 13 % en las acciones de Oracle en apenas dos días, gracias al empuje del negocio en la nube y su papel en el desarrollo de infraestructuras de inteligencia artificial. Resultado: Ellison ha adelantado a Bezos y Zuckerberg sin despeinarse. Aunque lo mejor empieza cuando miramos más allá del dinero. Ellison no vive, se regodea. En 2012 compró el 98 % de la isla hawaiana de Lāna’i, donde ha montado su pequeño imperio ecológico de lujo. Tiene mansiones que parecen sets de cine, desde una residencia de estilo feudal japonés en California hasta una finca histórica restaurada en Rhode Island. Se ha gastado más de 100 millones solo en reformas de sus propiedades, porque con 50 millones no se consigue el mármol adecuado.
Su superyate, el Rising Sun, podría albergar un equipo olímpico completo. Y él mismo pilota jets privados como quien conduce un patinete eléctrico. Es un amante del deporte, pero del caro: ha ganado la America’s Cup con su equipo de vela y es dueño del torneo de tenis de Indian Wells, donde ha metido millones para que las gradas sean tan cómodas como los sofás de sus casas.
¿Y qué hace alguien como él con el paso del tiempo? Obsesionarse con detenerlo, claro. Su cruzada contra el envejecimiento es tan seria como costosa: lleva invertidos más de 350 millones en investigación biotecnológica y tratamientos para ralentizar el reloj biológico. Sigue una dieta estricta, se entrena como si aún tuviera 40 y colabora con empresas punteras para desarrollar medicina predictiva basada en IA. Hay quien colecciona relojes; Ellison colecciona años de vida.
En lo personal, Larry Ellison también ha tenido sus momentos de estrella del rock corporativo. Rivalidades con Bill Gates, comentarios sin filtro, algún que otro escándalo amoroso (y seis matrimonios fallidos), y hasta un cameo en Iron Man 2, donde encaja como un guante en ese mundo de millonarios excéntricos con juguetitos tecnológicos imposibles.