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ANIVERSARIO

Borja Thyssen y Blanca Cuesta: 18 años de matrimonio, pleitos y ‘morros’ a la baronesa

El 10 de octubre se ha convertido en una fecha clave para los Thyssen-Bornemisza

Este día marca el enlace matrimonial entre Borja Thyssen, hijo de la baronesa Carmen Cervera, y Blanca Cuesta

El enlace tuvo lugar en 2007 y ha dejado una huella en el legado de una de las dinastías más importantes de Europa

  • Marta Menéndez
  • Televisión, moda y corazón. Periodista de vocación y comunicadora de formación, me he movido entre estudios de radio, redacciones digitales y bastidores de redes sociales. He narrado la actualidad en la 'Cadena SER', seguido la pista a las nuevas tendencias en 'El Independiente' y escrito sobre lifestyle y empresas en la 'Revista Capital'. En 'Diez Minutos', combiné redacción y estrategia digital como Community Manager. Ahora escribo en LOOK, donde cubro actualidad televisiva, moda, celebrities y realeza.
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El 10 de octubre de 2007, en la iglesia del Santo Espíritu de Terrassa, Borja Thyssen y Blanca Cuesta se dieron el «sí, quiero» en una ceremonia íntima que, lejos de la pompa y la aristocracia que acompañan al apellido Thyssen-Bornemisza, estuvo marcada por dos sentimientos opuestos: la ilusión y la tristeza. Ilusión, porque la pareja sellaba un amor que ya había desafiado a la opinión pública y a buena parte del entorno familiar; y tristeza, porque entre los bancos vacíos de aquel templo catalán se notaba una ausencia insustituible: la de Carmen Cervera, la baronesa Thyssen, madre del novio, que se negó a asistir.

Aquel día, el heredero de una de las dinastías más influyentes de Europa se casó con la mujer de su vida vestido con vaqueros de Prada, camisa blanca y botines de serpiente. Blanca, embarazada de su primer hijo, Sacha, lucía un diseño de Manuel Mota para Pronovias, sencillo, romántico y ajeno a los excesos. A su lado, como madrina, la periodista Chelo García Cortés, gran amiga de la familia, ejercía de figura de apoyo en ausencia de la baronesa. Solo ocho personas fueron testigos del enlace, una cifra simbólica que reflejaba la soledad con la que Borja y Blanca tuvieron que defender su historia. Tres días después, eso sí, celebraron su unión por todo lo alto en la finca El Esquileo, en Segovia, rodeados de amigos y bajo la atenta mirada -desde la distancia- de la prensa del corazón.

Borja Thyssen y Blanca Cuesta en Marbella. (Foto: Gtres)

Dieciocho años después, la pareja puede presumir de haber resistido lo que parecía imposible: una relación que sobrevivió a guerras familiares, titulares, pleitos y a la siempre poderosa sombra del apellido Thyssen. Hoy, Borja y Blanca forman un sólido núcleo familiar con cinco hijos -Sacha, Eric, Enzo, Kala e India-, y una vida discreta alejada de los focos, pero no del todo ajena a la eterna figura materna que sigue orbitando a su alrededor.

La historia de Borja Thyssen y Blanca Cuesta ha sido, en muchos sentidos, una batalla por la independencia. Desde el principio, Carmen Cervera no aprobó la relación, a la que consideraba precipitada e inadecuada. Lo que empezó como un desencuentro personal se transformó pronto en un enfrentamiento público: demandas cruzadas, declaraciones incendiarias, exclusivas mediáticas y largos silencios marcaron una de las etapas más tensas de la familia Thyssen. Las diferencias no eran solo sentimentales, sino también patrimoniales. El reparto de la herencia del barón Thyssen, la gestión de la colección de arte y el peso de un apellido cargado de simbolismo configuraron un tablero complejo, en el que cada gesto de Borja junto a Blanca parecía un desafío a su madre, aunque no necesariamente a su legado.

Borja Thyssen y Blanca Cuesta en Madrid. (Foto: Gtres)

Hijo único biológico de Carmen Cervera, Borja ha sido siempre una figura clave dentro de la dinastía Thyssen-Bornemisza. Su nombre, inevitablemente vinculado al de su madre, también lo está al del museo que lleva su apellido. La colección de arte familiar sigue siendo un asunto sensible, y su futuro dependerá de las decisiones que se tomen en los próximos años o incluso décadas. Hasta ahora, la baronesa ha ejercido como principal guardiana de ese patrimonio, asegurando tanto su preservación como su exhibición en España mediante acuerdos con el Estado. De hecho, en 2022, Cervera firmó con el Ministerio de Cultura un contrato por el alquiler de la colección «compartida» con su hijo -330 obras depositadas en el Museo Thyssen-Bornemisza- por un periodo de quince años. A cambio, los Thyssen reciben 6,5 millones de euros anuales, a repartir entre madre e hijo en distintos porcentajes, además de 422.500 euros adicionales por la actualización del IPC.

Sin embargo, los interrogantes sobre el futuro del legado persisten. ¿Qué ocurrirá cuando Carmen Cervera ya no esté al frente de la gestión? Todo apunta a que Borja y Blanca tendrán que tomar decisiones cruciales sobre la conservación de este patrimonio, que no es solo familiar, sino también parte fundamental de la cultura europea. Pero esa responsabilidad también deberá compartirla con las nuevas generaciones, especialmente con una de las mellizas que la baronesa tuvo por gestación subrogada en 2006, en Estados Unidos: María del Carmen. La propia Cervera ha dejado entrever en varias ocasiones que podría ser la joven quien asumiera en el futuro el papel que ella ha desempeñado durante décadas en el Museo Thyssen. 

María del Carmen Thyssen en un evento en Madrid. (Foto: Gtres)

Sea como fuere, lo cierto es que para muchos, la distancia entre madre e hijo nunca fue solo emocional, sino también una cuestión de identidad. Borja, criado entre museos, herencias y titulares, ha querido forjar un camino propio, libre de los dictados del apellido y del peso de la historia. Blanca, mientras tanto, fue durante años la figura más incomprendida del relato: retratada como la «intrusa» que habría separado al heredero de su madre, acabó demostrando ser su mejor aliada. Con el tiempo, se ha convertido en su refugio, en el ancla que lo sostuvo en medio de una vida marcada por la exposición mediática y las expectativas ajenas. Hoy, esa independencia que tanto les costó conquistar se ha transformado en su mayor logro: un equilibrio frágil, pero real, entre el amor, el legado y la libertad.

El otro aniversario

Este 2025 no es solo el año en que Borja Thyssen y Blanca Cuesta celebran su mayoría de edad como matrimonio. También coincide con otra efeméride íntima y significativa: el décimo tercer cumpleaños de su tercer hijo, Enzo. Curiosamente, aquel nacimiento, ocurrido en octubre de 2012, compartió un mismo telón de fondo con el de su boda: la «guerra fría» con la baronesa. En ambos momentos, la distancia con Carmen Cervera era total. Cuando Enzo llegó al mundo en la clínica Ruber Internacional de Madrid, la baronesa no acudió al hospital. Apenas unos días antes había lamentado públicamente la ausencia de su hijo en los actos del 20º aniversario del Museo Thyssen-Bornemisza, una celebración especialmente simbólica para ella. Las palabras, sin embargo, sonaban más a reproche que a acercamiento.

Blanca y Borja Thyssen tras el nacimiento de su hijo Enzo. (Foto: Gtres)

Aquella herida, que había comenzado años atrás con el rechazo a Blanca y los pleitos familiares por la herencia y la gestión de la colección de arte, no se cerró con el tiempo, aunque sí se enfrió. Madre e hijo han aprendido a convivir con la distancia, una forma de tregua que no implica reconciliación, pero sí cierta paz.

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