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FACETA DESCONOCIDA

Alberto Cortina y Elena Cué: la desconocida realidad tras las fiestas de la Alta Sociedad

  • Diana Torres
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Aunque su avanzada edad no le permite estar en la misma primera plana que hace dos décadas, no cabe duda de que la presencia de Alberto Cortina en la considerada como jet set del país marcó un antes y un después. El empresario es nada más y nada menos que el propietario de Alcor Holding junto con su primo, la mayor constructora de España, razón por la que en los años 90 su presencia en distintos eventos aportaba un caché insuperable.

Alberto Cortina y Elena Cué andando.

Como no podía ser de otra manera, no solo ha trascendido en el papel couché su trayectoria profesional, sino también la personal. Fue en 1969 cuando Alberto se casó con su primera esposa, Alicia Koplowitz, matrimonio fruto del cual nacieron tres de sus hijos: Alberto, Pedro y Pelayo. Pero lo cierto es que este romance no llegó a buen puerto al salir a la luz una infidelidad por parte de Cortina con Marta Chávarri, con la que después se dio el “sí, quiero” en 1991.

La historia de amor entre la marquesa de Cubas y el empresario tan solo duró cinco años, y no fue hasta el 1997 cuando Alberto conoció a la que se convertiría en la mujer de su vida. Esta no es otra que Elena Cué, que pese a ser 25 años más joven que su ahora marido, no dudó en seguir hacia delante con un romance que ha ido viento en popa y ya cuenta con más de 20 años de duración y una hija en común, Alejandra.

Desde que la campeona de España de tiro al pichón se vistió de blanco para prometerse amor eterno con Cortina, ambos se convirtieron en uno de los tándem más consolidados dentro y fuera de nuestras fronteras. Tanto es así, que por aquellas fechas era habitual verles juntos acudiendo a los distintos compromisos sociales que marcaba la agenda del empresario, ella centrándose especialmente en aquellos que tenían que ver con la cultura y la filantropía, ya que estudió filosofía y es experta en arte.

Alberto Cortina y Elena Cué en una boda.

En todas y cada una de sus apariciones públicas, y como si de la antecesora de Isabel Preysler se tratase, Elena hizo gala de un exquisito gusto estilístico que no pasó desapercibido para las personas que había a su alrededor, motivo por el que la presencia de la pareja fue dotándose de más y más importancia a medida que iban acudiendo a más actos de gran relevancia y en los que solo estaba invitada la Alta Sociedad de aquel entonces. Lo que tal vez nadie podía llegar a imaginar es que bajo esa apariencia de alto standing y lujos, se encontraba una pareja plenamente volcada en causas sociales de toda índole, algo que han guardado en un hermético segundo plano sin hacer alarde de ello.

Su lado más personal, al descubierto

Habiendo hecho de su romance un vínculo aparentemente irrompible, el empresario y la filósofa no tuvieron una mejor idea que la de crear la Fundación Alberto y Elena Cortina. Esta es una organización benéfica sin ánimo de lucro, de nacionalidad española y ámbito internacional. Su objetivo no es otro que el de promocionar, crear, sostener y auxiliar obras asistenciales, sociales, educativas y benéficas, haciendo especial hincapié en aquellas relacionadas con la infancia. Tal ha sido la labor de la pareja en esta esfera, que ya han tenido un impacto directo sobre 6.511 personas integrantes de nada más y nada menos que 2.165 familias.

A día de hoy, el matrimonio goza de dos proyectos activos en la capital. El primero de ellos un comedor invisible cuyo principal fin es el de garantizar la cobertura de las necesidades básicas de las familias en situación de difícil sociedad con la finalidad de evitar que caigan en una situación de extrema pobreza. Para ello, la pareja y el equipo con el que cuentan entregan comidas y productos de primera necesidad al domicilio de estas familias, salvaguardando su intimidad y evitándoles el estigma de ser señalados como “pobres”. Gracias a esto, podría decirse que todos sus miembros gozan de una alimentación adecuada sin que nadie a su alrededor pueda conocer la difícil situación que atraviesan.

Elena Cué ayudando a unos niños / Fundación Alberto y Elena Cortina

Otro de los proyectos al que hacen frente es el bautizado como “econosolidario”. Este es un nuevo concepto de supermercado en el que, las familias adscritas y derivadas a través de los Servicios Sociales, disponen de una tarjeta cargada de puntos que son intercambiables por productos alimenticios u otros de limpieza e higiene. Gracias a este mecanismo, se permite mantener la dignidad de las familias mientras realizan actividades cotidianas como la de hacer la compra sin tener que “pedir comida”.

Tanto en la página web de la fundación en cuestión como en su cuenta oficial de Twitter, puede verse más de cerca la gran labor que llevan a cabo desde la Fundación Alberto y Elena Cortina. Tanto es así, que la propia Cué aparece en algunas fotografías integrándose plenamente con las personas de su alrededor para entender mejor sus respectivas situaciones y poder así hacer algo para ayudarles de cara a un futuro cercano. Una manera de demostrar que, en ocasiones, las apariencias engañan, y que dentro de un núcleo familiar triunfador pueden encontrarse las personalidades más solidarias y dispuestas a hacer lo que sea por compartir su felicidad con aquellas personas que no gozan de una situación tan positiva.

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