El Papa preside la Vigilia Pascual tras cancelar su participación en el Vía Crucis por salud

El Papa ha presidido la Vigilia Pascual este Sábado Santo en la Basílica de San Pedro tras cancelar su participación en el Vía Crucis por salud el Viernes Santo a última hora, como también ocurrió el año pasado. El Sumo Pontífice ha reflexionado sobre las distintas lápidas que sufre la sociedad «sofocando la vida» y «apagando la confianza» y ha clamado por «los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra».

Francisco, que ha entrado en la Basílica de San Pedro en silla de ruedas, ha presidido y celebrado la Vigilia Pascual de este Sábado Santo de esta Semana Santa, una larga ceremonia de alrededor de dos horas, en las que ha leído la homilía durante diez minutos sin dificultades, y ha bautizado a ocho personas.

El Santo Padre ha recordado que «los miedos y las amarguras» que bloquean el camino «hacia la alegría y la esperanza». Además, el Sumo Pontífice se ha referido a «todas las experiencias y situaciones» que roban «el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante». «La muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; los fracasos y los miedos que nos impiden realizar el bien que deseamos; las cerrazones que frenan nuestros impulsos de generosidad y no nos permiten abrirnos al amor; los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre; los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra», ha subrayado.

Durante la Vigilia Pascual, una de las celebraciones litúrgicas más destacadas de la Semana Santa, que ha comenzado con la Basílica de San Pedro sumida en la oscuridad total para simbolizar la muerte de Jesús, el Papa se ha referido a la «piedra» que representa «el final de la historia de Jesús, sepultada en la oscuridad de la muerte».

Algo congestionado y sin aliento, el Santo Padre ha bendecido el cirio pascual, cuya llama se ha compartido con otras velas hasta que toda la basílica se ha iluminado.

Más de una hora después, Francisco ha pronunciado una homilía de 10 minutos con voz fuerte y carraspeando de vez en cuando, como se ha indicado con anterioridad, en este oficio vespertino, uno de los momentos más solemnes e importantes del calendario litúrgico católico, que conmemora la Resurrección de Jesucristo.

Francisco, de 87 años, al que le extirparon parte de un pulmón cuando era joven, ha tenido este invierno problemas respiratorios que le han dificultado hablar largo, debido a que ha sufrido bronquitis, resfriado o gripe.

El Sumo Pontífice, que ha cancelado algunas audiencias, ha pedido en diferentes ocasiones a un ayudante que lea algunos de sus discursos. Pero la alarma ha saltado hace días, cuando en el último minuto, renunció a la homilía del Domingo de Ramos y, de repente, el viernes decidió quedarse en casa en lugar de presidir la procesión del Vía Crucis en el Coliseo, en la que se representa la Crucifixión de Cristo.