Las esquizofrenias catalanistas de Puigdemont

"Vivia l'independentisme quan gairebé ningú ho era", Elianne Ros. Ja a la venda #presidentKRLS de @jordigraur i @Andreumasd @Ed_Portic

— Andreu Mas (@Andreumasd) March 23, 2016

Pero no es lo mejor. hay especialmente un párrafo que desgrana las manías diarias de Carles Puigdemont por hacerse pasar por «un nacional de Cataluña».

Así, el libro describe a un Puigdemont dando bandazos al volante ante los pórticos de los peajes para encontrar aquél cuyo cartel estuviese escrito en catalán. O peor, incluso, gastaba lo que hiciese falta para viajar en avión a Madrid evitando el puente aéreo y tomando vuelos internacionales con escala. Todo para darse el gusto de utilizar el pasaporte y no el DNI español que tiene que portar en su cartera.

Hay otra anécdota con el carnet de identidad que el propio Puigdemont se ufana en relatar. El pasado 8 de marzo se presentó una reedición de un libro que él mismo había publicado en 1994. La obra, titulada Cata…Qué?, explica las vivencias de un joven periodista dando tumbos por el mundo tratando de hacer entender a sus interlocutores que él provenía de un «pequeño país» al noreste de España. «Tenía olvidado este libro, pero es un buen momento para recuperarlo, ahora que todo el mundo sabe ya que nuestro proceso independentista va para delante», explicó en su alocución el propio Puigdemont.

La presentación del libro contó con lo que los propios medios catalanes llamaron «los tres tenores del catalanismo», es decir, el actual president, su antecesor Artur Mas y el vicepresident Oriol Junqueras. Ante el estrado, Puigdemont dio cuenta del porqué del título de su libro:

«Seguramente este título ya no tiene sentido. Este título lo puse por que yo, cuando viajaba por el mundo, al inscribirme en un hotel decía: “yo soy de Cataluña… ‘Cata…what? [Cata…qué?]’, me contestaban. Y yo decía, hostia tú… otro más». Así que Puigdemont se atrevía a hacer una ilegalidad, pues la obligación de inscribirse en los hoteles no es un capricho del sector de la hostelería, sino una disposición legal por seguridad.

«Yo hacía una cosa que ahora no sé si aún es posible, pero en aquel momento os aseguro que lo hacía así. Y es que cuando yo me inscribía en los hoteles lo hacía de noche. Porque [a esa hora] había un personal de servicio que solían ser inmigrantes, gente que acababa de llegar, y que tenían un dominio del inglés o del francés muy inferior al mío… y por tanto les podía colar fácilmente el carnet de nacionalidad catalana que llevaba en el bolsillo. […] Y lo escribía yo mismo, Cataluña, y nadie discutía ya mi nacionalidad».

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