Barcelona y la Generalitat no aplican las restricciones necesarias pese a vivir la peor sequía en 50 años

El año 2022 se ha estrenado con precipitaciones muy por debajo de la media climática en casi toda Cataluña, pero la sequía es especialmente preocupante en la provincia y en la ciudad de Barcelona. Salvo en la zona anexa a los Pirineos, en el resto de la comunidad, las precipitaciones este invierno apenas alcanzan el 20% de lo habitual por estas fechas. Desde varios sectores ya se asegura, con las cifras en la mano, que se trata de la peor sequía en 50 años. Tan preocupante es la situación que la ciudad de Barcelona ha comenzado a aplicar restricciones. Pero las críticas arrecian porque dichas restricciones son muy escasas como para afrontar la situación real.

Como dato que dé idea de la situación tan extrema en la Ciudad Condal, encontramos la ocupación hídrica de los embalses: los de las cuencas internas, de los que se abastecen los municipios de la gran Área Metropolitana de Barcelona, están al 28% de su capacidad. Eso es, más o menos, la mitad de lo que presentaban el año pasado en estas fechas. Pero los datos arrojan peores noticias si tenemos en cuenta la media de la última década: los embalses estaban al 73% por estas fechas.

Sin embargo, la Agencia Catalana del Agua, dependiente de la Generalitat catalana, pese a la gravedad de la sequía en Barcelona, no la ha afrontado con seriedad, ya que se ha limitado a mantener la alerta que puso en marcha el pasado mes de noviembre. Lo que ocurre es que en noviembre, los embalses estaban al 33% de su capacidad en 514 municipios, incluidos todos los que están bajo el paraguas de la Agencia Catalana del Agua, que abastecen a 6,7 millones de habitantes.

Pero la preocupante sequía en Barcelona que ha dejado los embalses al 28% de su capacidad debería haber ocasionado ya la toma en consideración o la aplicación de medidas más urgentes, sobre todo, en el ámbito doméstico. Pero quizás la cercanía de las elecciones locales y autonómicas parece que impide tomar decisiones impopulares que afecten tan directamente al ciudadano. Porque, hasta el momento, sólo se han puesto en marcha escasas restricciones que apenas pueden enfrentar la actual sequía.

El escenario aprobado el pasado noviembre sólo prevé restricciones al uso agrícola, ganadero, industrial y recreativo del agua, pero apenas entra en limitaciones del abastecimiento urbano. Lo único que ha hecho es restringir, en determinados casos y en un bajo porcentaje, el riego de parques y jardines, el llenado de piscinas y fuentes ornamentales o la limpieza de vehículos. Nada más ante la acuciante sequía.

Sin perspectivas de mejora

Lo que es más preocupante es la falta de restricciones ante la acuciante sequía, pese a que no se prevé que mejore. La predicción meteorológica no indica la llegada de ningún episodio de lluvias importantes. Y eso que los propios datos de la Generalitat catalana ya delatan la dramática situación y el más dramático aún futuro inmediato.

«El actual episodio de sequía se inicia en la primavera del 2021 en las comarcas litorales de Barcelona para ir expandiéndose. La expansión geográfica está siendo rápida. Esto se explica porque las lluvias son casi inexistentes en muchas zonas», asegura la web de Gencat.

«El último episodio de precipitación general y abundante fue del 23 al 25 de noviembre de 2021. Desde entonces, las precipitaciones han sido muy exiguas, exceptuando las abundantes nevadas en el Pirineo occidental de los meses de diciembre y enero», sostiene también.

A 1 de marzo la racha seca ya es de 96 días en sectores del Tarragonés, Alt Camp, Alt Penedés, Anoia y Vallès Occidental y supera los 50 días en muchos sectores del litoral y prelitoral