La Liga se queda en casa
Un campeón de mérito. Un campeón sin discusión. Un campeón sólido. Un pedazo de campeón. El Real Madrid no falló y derrotó al Villarreal gracias a sendos goles de Benzema en un partido que tuvo bajo control aunque sufrió en los últimos minutos tras el tanto de Iborra. Los de Zidane abrocharon la Liga del coronavirus en un duelo plácido y sellaron su décima victoria consecutiva después del confinamiento.
El once del alirón, por supuesto, tenía el sello de Zidane. Y un nombre propio: Eden Hazard. El belga, fichado en verano por el Real Madrid como la gran esperanza blanco, entraba directo a equipo titular dispuesto a sacudirse una temporada con más penas que alegrías. También jugaba Rodrygo, ese muchacho cumplidor al que le falta aún mucho para ser determinante arriba, pero que hace las cosas con la ortodoxia de un relojero suizo. No había sorpresas en el resto: de Courtois a Modric se los saben ustedes de memoria, así que no se los repetiré aquí que tengo mucho lío.
Empezó el Real Madrid dispuesto a pasaportar en un pispás al Villarreal, un equipo que ha ido de más a menos tras el confinamiento. Raudo se hicieron los de Zidane con el control de la pelota aunque los de Calleja no se anduvieron con cuentos y dieron cumplida réplica al aspirante a campeón.
Como Abascal a Pablo Casado el Real Madrid atacaba al Villarreal por su flanco derecho. Carvajal encontró una autopista para plantarse solo ante Asenjo aunque la vaselina que eligió como recurso le quedó blandita y suave como un queso de Burgos. Era el minuto 4 y el Madrid daba el primer aviso. Los de Zidane se aprendieron ese camino y lo recorrieron un par de veces más con la constancia de un mensajero de Amazon, aunque no llegaron a entregar el paquete en el área.
Domina el Madrid
Benzema tardó diez minutos en meterse en el partido pero lo leyó mejor que nadie. Se retrasó para distraer la vigilancia de los tres centrales del Villarreal y empezó a mediapuntear. En el 14 enganchó una media volea en el segundo palo que se marchó cruzada pero era una buena noticia para el Real Madrid que su mejor delantero se hubiera activado. Me gustaría decir lo mismo de Hazard, pero en el colegio de curas me enseñaron de pequeño que el que miente va al infierno y yo ya tengo bastante calor.
El Real Madrid ganaba a los puntos con un Modric que se adueñó de la pelota como un niño egoísta. Precisamente un disparo lejano suyo hizo volar a Asenjo para desviar a córner. Los de Zidane merecían el 1-0 pero los goles, ya se sabe, no se merecen, se marcan. El partido empezó a ser un monólogo del Madrid como los que pegaba Pedro Sánchez cada sábado en tiempos de confinamiento. Pero en divertido y con más verdad, que conste.
Antes de la media hora el Real Madrid se tomó un respiro como un obrero a la hora del bocata. Continuó mandando en el partido pero sin hacer daño al Villarreal. Pero era un truco para despistar porque fue justo en ese momento cuando llegó el tanto de los de Zidane. Un robo de Casemiro en el centro del campo fue el origen de una jugada que condujo Modric, dividió a la defensa y asistió a Benzema. Karim vio la salida de Asenjo y se la puso entre las piernas para marcar el 1-0. Entre eso y que Osasuna iba ganando en el Camp Nou, el Real Madrid era campeón virtual.
Los blancos tenían el partido y la Liga donde querían: en el bolsillo. No era cuestión de ponerse a vender la piel del oso amarillo antes de tiempo, pero el Real Madrid se sentía cómodo y henchido de confianza. Pasaron los minutos hasta el descanso, al que se marcharon los de Zidane con la Liga cogida de un asa.
Con la Liga encargada
El Real Madrid continúo triturando al Villarreal con una presión salvaje después del descanso. De poco sirvieron de entrada los dos cambios de Calleja con la salida de Bruno y Cazorla. En el 54 una galopada de Carvajal pudo convertirse en el 2-0 si no lo hubiera evitado Asenjo con un despeje con mano firme. Hazard, torpe y miedoso, no supo aprovechar el rechace.
Rebasado el minuto 60 Zidane sacó del campo al belga y a Rodrygo, intrascendente otra vez, y metió de una tacada a Asensio y Vinicius. Más madera para la defensa del Villarreal. En el 66 llegó el susto mayúsculo en el Di Stéfano cuando Quintillá se llevó por delante a Courtois en una acción fortuita. El meta belga, con un golpazo enorme, se repuso tras ser atendido y pudo seguir en el partido.
Al Real Madrid le quedaban 20 minutos más el alargue para ser campeón y, a pesar de que Messi había empatado en el Camp Nou, no parecía peligrar la Liga. El Villarreal al menos se asomaba al área de Courtois, pero sin crear peligro. El que sí lo creó fue Sergio Ramos, que se echó al monte para asomarse al área de Sergio Asenjo. Allí se cruzó por delante un defensor del Villarreal y le derribó. La jugada era dudosa pero Hernández Hernández, quién sabe si con la conciencia sucia de tantos perjuicios al Real Madrid, lo señaló.
Sergio Ramos tuvo la ocurrencia de tirarlo indirecto para que marcara Benzema. Lo hizo. Sin embargo, como entraron al área antes de tiempo jugadores de ambos equipos, el árbitro lo mandó repetir. A la segunda no insistieron en hacer la gracia, así que lo tiró Benzema y lo volvió a marcar. Varios futbolistas del Villarreal se indignaron con razón, porque hay ocurrencias que sobran y esa sobraba.
Con el 2-0 y la Liga en el bolsillo el Real Madrid se durmió y encajó el 2-1 en el 83 con un cabezazo certero de Iborra. La incertidumbre sobrevoló Valdebebas en los últimos minutos, pero los de Zidane aunque con sufrimiento y un gigante Courtois, que salvó dos goles cantados, acabaron sellando el título de Liga por méritos propios, una Liga extraña, que no se celebrará en Cibeles pero que, como otras, se quedará en casa. En las vitrinas del Bernabéu ya hay 34.