Champions: Real Madrid – Chelsea

El Madrid aguanta otro asalto

El Real Madrid resiste otro asalto en pie en una Champions de la que ha estado eliminado varias veces. Un equipo con limitaciones en el fútbol pero imbatible en su heroísmo supo resistir el primer tiempo de un tremendo Chelsea. Benzema igualó el tanto inicial de Pulisic y los de Zidane dieron una lección de oficio para llegar vivos a Stamford Bridge. Y coleando.

Zidane, a falta de Sergio Ramos y Mendy, dos de sus defensas de confianza, se la jugó ante el Chelsea con una defensa de tres centrales. Nacho, en la mejor temporada de su vida, se ha ganado un sitio de titular, igual que Varane, intocable para Zizou, y Militao porque no hay otro sano. En descargo del brasileño habría que decir, por mor de ser justos, que no es Beckenbauer, pero lleva varios partidos sin cometer tropelías.

Por delante de los tres centrales se situaban Carvajal y Marcelo en los costados y los tres magníficos (Casemiro, Kroos y Modric) repartiéndose el centro del campo. Arriba ese Vinicius a veces demoledor y otras desesperante formaba al lado de Benzema, muleta y estoque de este Real Madrid de entreguerras.

Enfrente Tuchel disponía un esquema idéntico en su Chelsea, más rocoso que La Pedriza. Cemento armao con camisetas azules. Rüdiger, Thiago Silva y Christensen como trío de centrales, con Azpilicueta y Chilwell en los laterales. Por delante, Kanté y Jorginho, dos mediocentros más defensivos que otra cosa, para seguir con la contención. Arriba, ya con más libertad, Mount, Pulisic y Werner.

Y con esos 22 sobre el césped de Valdebebas y todos los ojos puestos en el tal Makkelie comenzó la ida de las semifinales de la Champions. Vamos, que nos dicen en septiembre que el Real Madrid iba a llegar hasta aquí y no se lo cree ni Tezanos, que mira que le echa imaginación a las cosas.

Domina el Chelsea

El Chelsea salió a presentar sus credenciales en Valdebebas. Presión alta, intensidad sin el balón y vértigo en las contras. Pulisic y Werner pusieron rápido en apuros primero a Varane y luego a Militao. Y no habíamos cumplido ni los primeros cinco minutos de juego. La irrupción de Vinicius en el partido fue un espejismo.

El duelo era de los de Tuchel, que debieron marcar el 0-1 en una buena contra, pésimamente defendida por Militao, que desembocó en una asistencia a Werner en boca de gol. El alemán ya casi celebraba el tanto cuando apareció de la nada un pie salvador de Thiabut Courtois, el Messi de Zidane.

El Real Madrid no sabía por dónde le caían los golpes. El Chelsea era más intenso, más rápido, más certero, mejor. Parecía sólo cuestión de tiempo que los goles se pintaran de azul como si fueran escaños de Ayuso. Y no hubo que esperar mucho porque un balón largo de Rüdiger lo aprovechó Pulisic, que se coló entre Nacho y Varane, les reventó por velocidad, pinchó la pelota, sentó a Courtois y marcó un golazo.

Pronto se le torcía la eliminatoria al Real Madrid, que apenas había pasado del centro del campo ante un equipo plagado de automatismos y con una superioridad física insultante. Y justo cuando empezó a diluviar en Valdebebas compareció en el partido Benzema. El francés trazó una buena maniobra que abrochó con un disparo enorme que se estrelló contra el palo izquierdo de ese portero raro que se llama Mendy.

Empata Benzema

Fue un espejismo porque el Chelsea tenía peligro en cada ataque. Los de Tuchel eran puro vértigo. Sin embargo, el Real Madrid en la Champions es como Darth Vader: hay que matarle muchas veces para que se muera. Resulta que un córner en corto llegó a los pies de Marcelo, que la puso al segundo palo para que Casemiro, de cabeza, la devolviera al área. Allí peinó Militao casi con la coronilla y el balón le llegó a Benzema, que controló de espaldas y remató con una media volea ante la que Mendy ni reaccionó.

El Real Madrid se rehízo con el 1-1, pero el Chelsea era superior, sobre todo a campo abierto. Nacho sufría una enormidad con Pulisic y Kanté se merendaba al centro del campo de Zidane en pleno. Los minutos pasaron con el telón de agua de fondo y nos fuimos al descanso, que era la segunda mejor cosa que le ocurría al Madrid después del gol de Benzema.

En la reanudación siguió mandando un Chelsea intenso y preciso a partes iguales. Kanté estaba haciendo un partido de escándalo. Modric, en cambio, era invisible. Seguía sufriendo el Real Madrid, incapaz de sacar la pelota limpia de su propio campo. Zidane firmaba el 1-1. Y Sergio Ramos, que se desgañitaba en la grada. Y hasta Florentino si me apuran.

El partido estaba donde quería Tuchel menos en el marcador. Zidane se pensaba a quién meter y ponía a calentar a Hazard y Asensio. Sólo la pelota podía salvar al Madrid de una muerte anunciada. Así lo entendieron Kroos y Modric, que decidieron quitarle vértigo al duelo. También en defensa el Madrid se pertrechó en torno al área y defendió en lo que los modernos llaman bloque bajo.

Entra Hazard por Vinicius

Poco después del 65 Zidane se decidió. ¿Hazard o Asensio? Primero el belga por un desdibujado Vinicius. Tuchel metió a Ziyech por Pulisic, James por Azpilicueta y Havertz por Werner. Nos aproximábamos al minuto 70 y el Real Madrid había conseguido dormir el partido. Su repliegue al menos le estaba permitiendo minimizar daños.

El cansancio podía acabar por decantar el partido. Zidane metió de golpe a Odriozola y Asensio por Carvajal y Marcelo, laterales que han vivido tiempos mejores. El Real Madrid pasaba a un esquema 4-5-1 o algo parecido. El tiempo que tardaron en colocarse los que entraron del banquillo lo aprovechó el Chelsea para buscar una contra que derivó en una falta peligrosa de Varane. A Dios gracias sin consecuencias funestas para el Madrid.

Pasaron los minutos y, más allá de nuevos detalles interesantes de Hazard, el Real Madrid supo interpretar mejor que el Chelsea el final del partido. Varane llegó a tener en su cabeza el 2-1 en un córner, pero su remate se marchó por poco. Las tablas finales hacen justicia a lo visto en Valdebebas, un Chelsea tremendo en la primera parte y un Real Madrid, sabedor de sus limitaciones, que dio una lección de oficio. Y de saber competir, que eso en la Champions lo hace como nadie.

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