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Sólo el golazo de Cristiano rompió la jaula de la Roma

Había asegurado Spalletti en la previa que no podía meter a Cristiano Ronaldo en una jaula, pero sí intentó encarcelar a todo el Real Madrid. La Roma tenía claro que que para llegar vivo al partido de vuelta debía frenar a los blancos en el Olímpico. El técnico, sin De Rossi al 100%, apostó por un sistema con cuatro defensas y centro del campo poblado para asfixiar el ataque madridista. Arriba, tres hombres muy rápidos para salir al contraataque tras robar el balón.

Desde el comienzo del partido se pudo ver el planteamiento romano: todos juntitos, ayudas continuas e intensidad. De esta forma, los jugadores madridistas quedaban encerrados y les era imposible tanto maniobrar individualmente como asociarse con sus compañeros debido a la falta de espacio. 

En el primer tramo del choque, el Real Madrid buscó la presión arriba para robar cerca de la portería italiana. Los tres de arriba obligaban a Szczesny a jugar en largo y Carvajal y James en el costado ahogaban la salida por los laterales.

La Roma se asustó y dio un paso atrás para comenzar a defender por acumulación. El Real Madrid, dueño del balón, encerró a los italianos pero era incapaz de crear ocasiones de gol. Con casi los once hombres de Spalletti dentro del área, los blancos se embotellaban intentando entrar por el centro. James e Isco en los costados privaban al Madrid de desborde y una y otra vez buscaban entrar por donde era prácticamente imposible hasta respirar.

Sólo el golazo de Cristiano Ronaldo cambió el partido. La Roma no pudo defender una de esas genialidades que ganan encuentros y no tuvo más remedio que abrirse en busca del empate provocando un partido mucho más físico y en el que se abrieron espacios y empezaron a llegar más ocasiones.

Romanos y madrileños comenzaron a darle trabajo a Keylor Navas y Szczesny. Jesé firmó un gran gol aprovechando los espacios y la pegada del Madrid decidió para encarrilar el pase a los cuartos.