Cuatro años y 100.000 euros para desalojar a los violentos okupas de un club de alterne de Pere Garau

Cuatro años y 100.000 euros ha sido el coste que ha tenido que abonar el propietario de un antiguo club de alterne del barrio palmesano de Pere Garau para conseguir desalojar a unos violentos okupas, que entraron en el desvencijado inmueble -planta baja y primer piso- el año de la pandemia (2020), cuando tuvo que cerrar sus puertas.

La Policía Nacional ha procedido este martes por la mañana al lanzamiento de los okupas del club Puerto Rico, donde convivían argelinos y sudamericanos, desalojo previsto meses atrás, que no se ejecutó por cuestiones administrativas y que por fin se ha llevado a cabo, para alivio de los vecinos, hartos de esta situación.

Estos okupas se dedicaban al pillaje y han degradado al máximo la convivencia en la calle Joan Bauzá por las constantes peleas que se producían entre ellos y con los residentes de este barrio, que se atrevían a reprenderles por su actitud desafiante.

De hecho, algunos vecinos relataban hoy que en muchas ocasiones los okupas defecaban en bolsas y orinaban en botellas que arrojaban a la calle, para horror de las personas que viven en esta calle situada a poco más de 200 metros de las céntricas Avenidas de Palma.

En una de las zonas okupadas del inmueble, los agentes han encontrado jeringuillas y cuchillos de grandes dimensiones esparcidos por la casa, que los inquilinos ilegales destinaban, además, a almacenar toda clase de artículos robados para su venta.

El interior de este antiguo club de alterne está totalmente destrozado, por lo que la propiedad, además del gasto que ya ha tenido que asumir para el desembolso de todos los servicios del inmueble de agua, luz, etcétera, tendrá que invertir una importante cantidad económica para poder recuperar su habitabilidad.

En esta calle, la proliferación de okupas y delincuentes, las peleas a altas horas de la noche, los robos y la prostitución de menores conformaban el día a día que padecían los residentes, todo ello a escasos 40 metros de un establecimiento turístico de cuatro estrellas.

Las denuncias a la Policía Local y Nacional han sido una constante entre los vecinos de esta calle por los altercados con menores dedicados a la prostitución y venta de drogas, que vivían en pisos okupas, arrojaban la basura directamente desde los balcones a la vía pública, mantenían peleas a voz en grito cada noche o ponían la música a todo volumen.

En una de las denuncias presentadas ante la Policía Nacional hace dos años, un residente refiere los improperios que recibió por parte de uno de los okupas: «Te voy a matar, no te preocupes que te voy a pillar por el barrio, te voy a meter una hostia» o en tono despectivo, «qué vas a hacer vieja fea, si somos menores».

Hasta tal punto estos okupas dispararon la inseguridad en la zona que los residentes realizaron sendas manifestaciones la legislatura pasada para protestar por la conflictividad reinante y la falta de compromiso del Ayuntamiento de Palma, bajo el mandato del ex alcalde socialista José Hila, incapaz de atajar el aumento de la delincuencia, okupación de pisos, venta de droga, botellones y demás situaciones que los residentes de la barriada más poblada de Palma -30.000 vecinos- tenían que soportar.

También formaciones políticas como Vox presentaron varias iniciativas en el pleno del Ayuntamiento de Palma la pasada legislatura para instar al anterior gobierno municipal a adoptar medidas contundentes contra la degradación de uno de los barrios de Palma con menos infraestructuras municipales, carente de zonas verdes, espacios socioculturales y con uno de los centros de salud peor dotados para atender a los miles de usuarios que lo tienen de referencia.