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Si te estresas al volante tienes un 28% más de opciones de tener un accidente

Accidente
Ponerse al volante con estrés aumenta un 28% el riesgo de sufrir un accidente, entre otras cosas.

Durante la conducción, las preocupaciones personales y el estrés nos provocan distracciones que ponen en riesgo la seguridad en la circulación, aumentando la probabilidad de sufrir un accidente de tráfico. Para estudiar el problema, y mejorar su prevención, las empresas BP, Castrol y el RACE se unen de nuevo para analizar el nivel de distracción que generan estas circunstancias, y sus efectos en la conducción. Para ello, se han empleado herramientas innovadoras de neurotecnología, monitorizando los comportamientos de los usuarios para poder medir de modo riguroso sus respuestas cognitivas, emocionales y de atención. Junto al trabajo de campo, el estudio incluye una encuesta a más de 1.000 conductores para conocer sus hábitos al volante.

En los trabajos realizados en años anteriores se analizaron las causas que pueden provocar falta de atención en la conducción, estudiando los comportamientos provocados por factores externos, como manipular elementos del vehículo, el uso del móvil, o las distracciones ocasionadas por los acompañantes. En esta ocasión, el estudio del que hablamos tiene por objetivo identificar y evaluar cuáles son las causas implícitas al organismo que pueden provocar potencialmente una disminución del nivel de atención, situaciones que pueden afectar a la seguridad de la conducción. No hay que olvidar que la distracción es la primera causa de accidentalidad mortal en las carreteras españolas.

Los principales resultados obtenidos demuestran claramente que un conductor en estado de estrés experimenta un aumento general del nivel de ansiedad, nerviosismo y precipitación en la toma de decisiones, frente al que tendría conduciendo en un estado emocional normal. También se revela que la circulación con estrés provoca una reducción de la concentración del 12%, lo que se traduce en un aumento del tiempo para la toma de decisiones, vital en una situación de riesgo a la hora de frenar ante un imprevisto o evitar un posible accidente. Otro de los efectos de conducir con estrés es la reducción en un 66% de la capacidad de recordar el trayecto realizado, tanto en la memoria a corto como a largo plazo. De hecho, un conductor en estado de estrés recuerda un 20% menos de señales de tráfico respecto a una conducción normal.

El estudio también señala cómo cambia la percepción del nivel de riesgo en los sujetos estresados, la aversión al riesgo es menor, aumentando un 28% el riesgo de sufrir un accidente. Así, los datos obtenidos demuestran que se circula de forma más agresiva, como indican los instrumentos de medición que muestran un incremento de un 17% en el número de maniobras bruscas realizadas y aceleraciones. Los sujetos con estrés experimentaron un aumento del 12% en su nivel de frustración respecto a un estado normal, debido a que querían terminar en un menor tiempo el recorrido a realizar.

El estrés también afecta directamente a nuestro cuerpo, con un aumento de la tensión muscular superior al 50% mientras conducimos, motivo por el cual se ha detectado un incremento en los niveles de fatiga del conductor de más de un 80%, incluso tratándose de un trayecto corto.

Respecto al campo de visión, fundamental para una conducción segura, los resultados muestran cómo un conductor estresado sufre el conocido como «efecto túnel», que aumenta a medida que se incrementa la velocidad. Los «mapas de calor» obtenidos durante la conducción sin estrés indican que el conductor se beneficia de una mayor visión periférica y homogénea, que le permite tener una atención más significativa a los elementos exteriores como señales, entorno de tráfico, cruces, etc., así como una mayor atención a los espejos, cuadro de instrumentos y mandos del vehículo. Por el contrario, en la conducción con estrés las pruebas demuestran que existe una menor visión periférica, basada en una visión por impactos y atención sólo a la zona central, prestando poca atención a los elementos exteriores: señales, tráfico, cruces, personas, y una casi inexistente atención a los espejos retrovisores del vehículo.

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