Cuando nos enfermamos, es indispensable adoptar hábitos específicos que permitan recuperar energía y estabilidad. Por lo general, en esos momentos, muchas personas recurren a un alimento tradicional que resulta universal: la sopa. Se trata de un plato caliente que es una tradición gastronómica de diversas culturas y ofrece beneficios fisiológicos que favorecen la recuperación de tu organismo. Pero, ¿sirve de algo tomar sopa cuando estamos enfermos?, según MedlinePlus, los líquidos calientes ayudan a descongestionar las vías respiratorias, vuelve la mucosa más fluida y previene la deshidratación, una complicación frecuente durante los resfriados y estados febriles. “Además, el vapor del caldo puede aliviar temporalmente la irritación de nariz y garganta, generando una sensación inmediata de bienestar”, explican los profesionales.
La sopa es considerada por distintas instituciones de salud como un apoyo nutricional ideal cuando el organismo enfrenta gripe, resfriados o malestar general. Desde el centro Duly Health and Care destacan que su popularidad se debe a la combinación de hidratación, nutrientes y facilidad digestiva. Desde la clásica sopa de pollo con fideos hasta opciones más especiadas como el arroz caldo con jengibre, todas comparten la capacidad de aportar proteínas, vitaminas y minerales para el sistema digestivo. «El calor del caldo contribuye a disminuir la congestión nasal mientras que los ingredientes como el pollo, las verduras, la pasta o el arroz proporcionan energía sin generar sobrecarga», mencionan. A su vez, la sopa es un plato ligero y especialmente útil cuando disminuye el apetito, ya que permite nutrir el cuerpo sin exigir grandes esfuerzos digestivos.
Puede la sopa ser beneficiosa cuando estamos enfermos
La hidratación como eje central
Uno de los beneficios más importantes de las sopas es su capacidad de hidratación. El University of Pittsburgh Medical Center subraya que el caldo aporta electrolitos esenciales como sodio, potasio y magnesio, fundamentales para regular la temperatura corporal y compensar la pérdida de líquidos causada por la fiebre.
«Esta hidratación eficiente permite mantener el volumen sanguíneo, mejora la función celular y favorece la eliminación de toxinas», comentan. Además, explican que cuando el cuerpo está debilitado, recuperarse requiere un adecuado balance hídrico y la sopa lo genera de manera eficiente.
La sopa es fácil de digerir y reconfortante
Otro de los beneficios de la sopa cuando estamos enfermos es la textura suave que facilita su digestión, incluso en personas con molestias gastrointestinales o con poca tolerancia a las comidas pesadas.
La Universidad Católica de Murcia explica que los ingredientes cocidos prolongadamente aumentan su biodisponibilidad, haciendo que vitaminas y minerales sean absorbidos con mayor facilidad.
Por eso, estos platos se recomiendan para niños, adultos mayores y personas con problemas digestivos. Además de lo nutricional, la sopa tiene un componente emocional porque genera confort, reduce la sensación de malestar y favorece el descanso.
Un aporte nutricional completo
La sopa es un alimento con alto valor nutricional. Desde el University of Pittsburgh Medical Center destacan que la clásica sopa de pollo aporta proteínas, zinc, antioxidantes, vitamina A y vitamina C, esenciales para fortalecer el sistema inmunitario.
«El pollo contribuye a la reparación de tejidos, las zanahorias ofrecen betacarotenos que favorecen la salud ocular y la defensa celular, y el apio o cebolla brindan compuestos antioxidantes que reducen la inflamación», sostienen.
Por lo tanto, el equilibrio entre macronutrientes y micronutrientes convierte a la sopa en una comida completa, ligera pero suficientemente energética para sostener el cuerpo durante la enfermedad.
Un alimento versátil que se adapta a todas las necesidades del organismo
Una de las razones por las que las sopas se consumen en tantas culturas es su enorme capacidad de adaptación. La Universidad Católica de Murcia resalta que pueden prepararse con verduras, legumbres, pescados, carnes, pastas o arroz, combinaciones que se ajustan tanto a los gustos como a las necesidades nutricionales de cada persona.
Esto las convierte en un plato accesible, económico y apto para distintas edades y estaciones del año. En invierno, una sopa caliente ayuda a mantener la temperatura corporal; en verano, versiones más ligeras pueden seguir cumpliendo funciones hidratantes.
La sopa ayuda en el control del peso y la saciedad
Desde una perspectiva nutricional más amplia, la Clínica Alemana señala que las sopas ayudan al control de peso gracias a su bajo aporte calórico y su alto volumen de agua, que genera saciedad sin exceso de calorías.
«Consumir una sopa antes de platos más calóricos puede reducir la ingesta total y favorecer hábitos de alimentación equilibrados», mencionan. Por otra parte, destacan que son preparaciones seguras desde el punto de vista microbiológico. En ese sentido, destacan que el proceso de cocción prolongado elimina microorganismos presentes en vegetales, carnes o aves, reduciendo riesgos sanitarios.
La sopa resulta un aliado integral para la recuperación y representa un apoyo integral cuando estamos enfermos porque hidrata, nutre, descongestiona y es fácil de digerir. Por ello, desde la Universidad Católica de Murcia sugieren incluir sopas en la dieta durante la enfermedad y también en la vida cotidiana para favorecer la salud y el bienestar general.
