Ni flotador ni colchoneta: lo que deben hacer los mayores de 60 años para evitar ahogamientos este verano

Hay un hábito que es más peligroso de lo que parece y que pone en riesgo tu seguridad sin que te des cuenta

Playa, mar, inflable

Playa.

Con el aumento de la temperatura llega una idea generalizada en todo el país: salir corriendo a la playa o a la piscina más cercana. Con más de 40 grados, es lógico querer escapar del calor, y no importa la edad.

No obstante, cuando se pasa de los 60 años, no basta con dejar la toalla en la arena y lanzarse al agua. Antes del primer chapuzón, conviene tener claras ciertas precauciones para evitar sustos innecesarios. Y sí, también ahogamientos, que son más comunes de lo que se cree en este tramo de edad.

Esto es lo que deben tener en cuenta los mayores de 60 para evitar ahogamientos

Pensar en un posible ahogamiento no es ser alarmista, a esa edad, incluso una corriente suave puede ser un peligro. Con los años, el cuerpo responde más lento, y lo que empieza como un baño tranquilo puede terminar mal en cuestión de segundos si falta energía para volver a la orilla o si se pierde el equilibrio.

Para evitarlo, hay recomendaciones claras y concretas del Ministerio de Sanidad. Y no, no se trata de llevar una colchoneta gigante ni de confiar en un flotador, sino de seguir unas normas básicas.

La primera es nada de alcohol antes del baño. Esa copa que a mediodía parece inofensiva, ese brindis o esa cerveza bajo la sombra, mejor dejarlos para después. No es que haya que vivir con miedo, pero sí con conciencia.

En personas mayores, el alcohol puede pasar factura más rápido, pues ralentiza los reflejos, distorsiona el equilibrio y da una falsa sensación de control.

Otros consejos para evitar ahogamientos

Hay más medidas que pueden marcar la diferencia:

Y si te apetece algo fresco mientras estás en la playa, opta por una cerveza sin alcohol. Así no renuncias al ritual, pero eliminas el riesgo de ahogamiento.

¿Cómo afecta el alcohol al cerebro?

El alcohol actúa como un freno para el sistema nervioso. Ralentiza los reflejos, nubla el juicio y compromete la coordinación.

A corto plazo, el alcohol provoca lentitud mental, pérdida de equilibrio, desorientación y cambios de humor. También puede afectar la memoria y generar vacíos temporales. Todo esto, sumado a la exigencia física que supone nadar en el mar, eleva exponencialmente el riesgo de accidente.

Por ello, es mejor tener precaución. En verano se puede disfrutar, pero con cabeza. Un cóctel, un vino o una caña parecen inofensivos… hasta que dejan de serlo. Y no importa la experiencia ni los años que se lleve haciéndolo, en vacaciones, lo mejor es no tentar a la suerte.

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