Contenido
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- 1 Cuál es la temperatura máxima que supone un riesgo para la salud
La temperatura corporal es un parámetro vital que necesita mantenerse en equilibrio para garantizar el óptimo funcionamiento del organismo. Si bien el cuerpo cuenta con mecanismos de termorregulación, estos pueden fallar cuando las temperaturas ambientales sobrepasan ciertos límites. El cuerpo humano funciona correctamente a una temperatura interna de alrededor de 36,5 a 37 °C. Por lo tanto, por debajo o por encima de este rango, el organismo debe poner en marcha una serie de respuestas fisiológicas para protegerse. Sin embargo, cuando la temperatura ambiente (como las olas de calor sufridas estos días en Españas) supera la capacidad del cuerpo para disipar calor o cuando el frío es tan extremo que impide mantener la temperatura interna, se incrementan los riesgos para la salud.
Estas condiciones pueden derivar en un golpe de calor o hipotermia, especialmente en personas vulnerables como adultos mayores, niños pequeños y quienes padecen enfermedades crónicas. La pregunta sobre cuál es la temperatura límite donde el ambiente se vuelve peligroso para la salud depende de múltiples factores: la humedad, el viento, el tipo de actividad y la condición física de la persona. Desde el punto de vista fisiológico, existen valores críticos. Según Science Direct, cuando este clima sobrepasa la llamada temperatura crítica superior (UCT, por sus siglas en inglés), el cuerpo ya no puede disipar eficazmente el calor a través de la piel. Del mismo modo, por debajo de la temperatura crítica inferior (LCT), el organismo no puede conservar el calor necesario para mantener el equilibrio térmico. «En estos extremos, la regulación del flujo sanguíneo ya no es suficiente, lo que obliga al cuerpo a activar mecanismos adicionales como la sudoración, la hiperventilación o los escalofríos para defender la temperatura interna», comentan los especialistas.
Cuál es la temperatura máxima que supone un riesgo para la salud
En general, y como vemos estos días en España, las altas temperaturas pueden poner en peligro la vida, incluso en personas jóvenes y lo que están bien de salud. Según el Instituto de Salud Global de Barcelona, cuando la temperatura corporal interna supera los 40°C, el riesgo de sufrir un golpe de calor es inminente.
El trastorno ocurre cuando los mecanismos termorreguladores del cuerpo colapsan y ya no pueden disipar el calor acumulado. Los expertos del instituto advierten que, como consecuencia, se produce una elevación rápida y peligrosa de la temperatura corporal. Por lo tanto, el golpe de calor puede causar daños irreversibles a órganos vitales y, en casos graves, llevar a la muerte.
A su vez, explican que el golpe de calor puede manifestarse en dos formas. «Una afecta a jóvenes que realizan ejercicio físico intenso bajo el sol y continúan exigiéndose incluso cuando aparecen síntomas como mareo, confusión y náuseas», sostienen.
La otra forma afecta a varias personas, por un lado, quienes trabajan al aire libre a más de 30º, también afecta a personas mayores, especialmente aquellas con enfermedades crónicas o movilidad reducida, y puede desarrollarse incluso en reposo durante olas de calor prolongadas.
Las consecuencias del frío extremo
Al igual que el calor, el frío extremo representa un peligro significativo. Según el Centro Canadiense de Salud y Seguridad en el Trabajo, una exposición prolongada a bajas temperaturas puede desencadenar hipotermia, un estado en el cual la temperatura corporal cae por debajo de los 35 °C.
«Esta disminución interfiere con el funcionamiento del sistema nervioso y otros órganos, provocando temblores incontrolables, desorientación, pérdida de la conciencia y, finalmente, la muerte si no se revierte rápidamente», comentan.
En ese sentido, el cuerpo humano tiene mecanismos para combatir el frío: los escalofríos, la vasoconstricción y la quema de glucógeno para generar calor. Sin embargo, estas respuestas también se agotan. Es importante porque, aunque ahora haya mucho más calor, en unos meses, y por el cambio climático, el frío vendrá de golpe y de manera más intensa, según los expertos.
Las autoridades indican que la producción de calor depende de una ingesta adecuada de alimentos, de una buena hidratación y de la existencia de reservas energéticas. Por lo tanto, el riesgo aumenta si la persona no se alimenta bien, está deshidratada o no lleva ropa adecuada.
La seguridad y la zona termoneutral
El cuerpo funciona con mínima exigencia cuando la temperatura ambiental se encuentra dentro de la zona termoneutral (ZTN), definida como el rango de temperaturas en las que el organismo no necesita realizar esfuerzos activos para regular su temperatura central.
Según Science Direct, en esta zona, la tasa metabólica en reposo es mínima, y el cuerpo se encuentra en equilibrio térmico sin necesidad de sudar ni tiritar. Fuera de esta zona, se activan mecanismos fisiológicos que aumentan el estrés corporal.
Por ejemplo, en ambientes calurosos, el corazón debe bombear con mayor fuerza debido a la vasodilatación periférica, lo que incrementa la frecuencia cardiaca y la tasa metabólica. En ambientes fríos, la vasoconstricción y la producción activa de calor también elevan el metabolismo, aunque de forma distinta.
¿Qué factores agravan los extremos térmicos?
Más allá de la temperatura en sí, hay factores que pueden agravar sus efectos sobre la salud y que debemos tener en cuenta. «La humedad reduce la capacidad de evaporación del sudor, dificultando la disipación del calor corporal», afirman desde el Instituto de Salud Global de Barcelona.
Por el contrario, el viento acelera la pérdida de calor en ambientes fríos. La vestimenta, el estado físico, la edad y las enfermedades preexistentes también influyen en la tolerancia al calor o al frío.
En general, una temperatura ambiental superior a los 35°C con alta humedad representa un riesgo para la salud si se prolonga en el tiempo o si la persona realiza actividad física, o uno está trabajando en el exterior.
Del mismo modo, las temperaturas inferiores a -10 °C exigen una protección adecuada para evitar la hipotermia, especialmente si hay viento o humedad. Algo que poco sucede en España pero que en determinadas zonas , en invierno, es posible y por tanto algo a tener en cuenta para los meses siguientes.
En todo caso, las ciudades, en especial en España, no están preparadas para las olas de calor que estamos atravesando y mucho menos las viviendas actuales, teniendo en cuenta que el 80% del parque de casas es antiguo.