Contenido
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- 1 Qué es el SIBO y por qué aparece
En los últimos años, el SIBO, siglas de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, ha dejado de ser un término exclusivamente médico para instalarse en el vocabulario común de muchas personas que buscan respuestas a problemas digestivos persistentes. Gases, hinchazón, diarrea, estreñimiento y malestar general son algunos de los síntomas que quienes padecen esta afección relatan con frecuencia. La medicina convencional ha propuesto diferentes abordajes, desde cambios alimentarios hasta tratamientos antibióticos, pero cada vez más voces en el ámbito de la nutrición funcional apuntan a la prevención como eje central.
Una de ellas es la nutricionista Elena Garrido, quien compartió en un vídeo de Instagram un truco sencillo que, según ella, puede marcar una gran diferencia en los problemas digestivos. Garrido, especializada en inmunología digestiva, sistema nervioso y PNIE (psiconeuroinmunoendocrinología), explica en el vídeo que una de las claves para evitar el SIBO está en algo tan básico como «dejar pasar al menos 4 horas entre comidas, sin picoteo». Esta simple acción permite que el intestino active el complejo motor migratorio, un sistema de limpieza interno que arrastra los restos de alimentos y bacterias hacia el colon. En palabras de la especialista: «El intestino necesita estos momentos de pausa para hacer su trabajo de barrido y evitar que las bacterias se acumulen donde no deben».
Qué es el SIBO y por qué aparece
El SIBO se produce cuando hay un crecimiento anormal de bacterias en el intestino delgado, una zona que normalmente contiene una carga bacteriana mucho menor que el colon. Las causas son variadas: uso prolongado de antibióticos, alteraciones en la motilidad intestinal, problemas estructurales o enfermedades como la celiaquía, entre otras.
Esta condición puede comprometer la absorción de nutrientes y generar una sintomatología tan molesta como difusa.
Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), el diagnóstico del SIBO es complejo y a menudo subestimado. Aunque puede parecer un trastorno menor, su impacto en la calidad de vida es significativo. De hecho, la organización alerta sobre el riesgo de cronificación si no se detecta a tiempo o si el tratamiento no se ajusta correctamente a la causa subyacente.
El Hospital Clínic Barcelona explica que el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado o SIBO consiste en la presencia anormal de bacterias en el intestino delgado. En este sentido, mencionan que estas bacterias normalmente están presentes en mayores concentraciones en el colon. «Cuando se ingieren hidratos de carbono o azúcares, las bacterias hacen una reacción de fermentación en el mismo intestino delgado, que genera una cantidad excesiva de gases que provocan la sintomatología».
Por su parte, la Clínica Mayo identifica que entre los signos y síntomas de crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado se incluyen: pérdida del apetito, dolor abdominal, náuseas, hinchazón, sensación incómoda de saciedad después de comer, diarrea, pérdida de peso involuntaria y malnutrición. También se registran situaciones de aumento de gases, acidez y estreñimiento.
El complejo motor migratorio: el gran olvidado
El truco que plantea Garrido se basa en un mecanismo fisiológico llamado complejo motor migratorio (MMC por sus siglas en inglés), que entra en funcionamiento en ayunas y se activa aproximadamente cada 90 minutos. Su objetivo es “limpiar” el intestino delgado arrastrando residuos, bacterias y restos alimenticios hacia el colon.
Si una persona come con demasiada frecuencia o picotea entre horas, este proceso se ve interrumpido constantemente. Garrido aclara que esto no significa saltarse comidas o pasar hambre, sino simplemente permitir que entre una ingesta y otra transcurra un tiempo suficiente sin calorías. El café con leche, una galleta o incluso una infusión con miel también pueden inhibir este mecanismo.
Esta idea se alinea con investigaciones recientes como las publicadas en el European Journal of Clinical Nutrition, que destacan la importancia del ayuno intermitente o de las ventanas de alimentación en la mejora de los procesos digestivos y la prevención de trastornos gastrointestinales funcionales.
Pacientes en riesgo por posible SIBO
Las personas que padecen hinchazón recurrente, gases persistentes, digestiones lentas, sensación de saciedad rápida o incluso problemas de concentración y fatiga crónica, podrían estar manifestando señales de SIBO. Si bien el diagnóstico debe ser realizado por un profesional de la salud mediante pruebas específicas como el test de aliento, prestar atención a los hábitos cotidianos es un primer paso clave para evitar complicaciones.
Además, el enfoque multidisciplinar que propone Elena Garrido, que trabaja junto a un equipo formado por profesionales de la nutrición, psicología y medicina integrativa, apunta a entender al paciente como un todo. En su experiencia, el estrés sostenido también puede influir de forma negativa en el peristaltismo intestinal, haciendo que el complejo motor migratorio no funcione correctamente.
Por ello, recomienda acompañar el cambio de hábitos alimentarios con técnicas de gestión emocional y un estilo de vida menos acelerado.
Pequeños cambios, grandes resultados
La propuesta de “dejar que el cuerpo se limpie” puede parecer demasiado sencilla para ser efectiva. Sin embargo, quienes sufren problemas digestivos saben que no siempre es necesario recurrir a soluciones drásticas.
Es más sencillo de lo que se cree. Por ejemplo, algunas prácticas son: comer con horarios definidos, evitar el picoteo constante y respetar las pausas entre comidas. Todo ello puede traducirse, con el tiempo, en una notable mejoría del bienestar intestinal.
Esta estrategia no sustituye tratamientos médicos ni diagnósticos profesionales, pero se presenta como una herramienta preventiva de gran valor. Según Garrido, muchas personas encuentran alivio cuando entienden que no se trata solo de qué comen, sino también de cómo y cuándo lo hacen.
Una invitación a escuchar el cuerpo
La salud digestiva es mucho más que el producto de lo que ingerimos. Es el resultado de una interacción compleja entre la microbiota, el sistema nervioso, las emociones y los hábitos cotidianos. En este sentido, el consejo de Elena Garrido es simple pero poderoso: permitir que el cuerpo haga su trabajo y darle espacio para mantener el orden interno.
Evitar el SIBO no requiere fórmulas mágicas, sino una mirada consciente y respetuosa hacia nuestros ritmos biológicos. Como vemos, un pequeño gesto como dejar de picar entre comidas puede ser el inicio de un cambio más profundo, con beneficios que se extienden mucho más allá del intestino.