Contenido
- 0.1 El truco que sirve para evitar los silencios incómodos y siempre funciona, según los expertos en psicología
- 0.2 Las personas más inteligentes siempre tienen en común este rasgo de personalidad, según un experto de Harvard
- 0.3 Las personas más inteligentes tienen en común la excelencia en esta única habilidad, según los expertos
- 1 Por qué las personas mayores de 65 años desarrollan una mayor desconfianza
- 2 Factores psicológicos que explican la desconfianza en personas mayores de 65 años
- 3 Cómo ayudar a los mayores a que ganen confianza durante la vejez
Algunos catedráticos se han atrevido a afirmar que a partir de la jubilación las personas disfrutamos más de la vida, pero otra realidad es que con la vejez las personas mayores de 65 años se vuelven más desconfiadas. Los expertos han querido explicar por qué.
La explicación la ha dado el portal especializado en cuidados a mayores Cuidum. Al envejecer no sólo se producen una serie de cambios físicos y emocionales, sino también cambios conductuales profundos que pueden alterar la forma en la que una persona percibe su entorno
Entre ellos, uno de los más llamativos y frecuentes es el aumento de la desconfianza hacia familiares, cuidadores y situaciones cotidianas. Lejos de ser un simple rasgo de carácter, esta actitud tiene raíces psicológicas y neurológicas que es importante comprender para poder gestionarla correctamente.
Por qué las personas mayores de 65 años desarrollan una mayor desconfianza
A medida que se avanza en edad, se producen modificaciones cognitivas y sensoriales que influyen directamente en la personalidad.
La pérdida gradual de memoria, los problemas de orientación, las dificultades con el lenguaje o la disminución de la vista y la audición alteran la forma en que las personas mayores interpretan el mundo que les rodea.
Según Cuidum, estas limitaciones generan inseguridad y favorecen la aparición de comportamientos repetitivos, actitudes rígidas y reacciones desconfiadas, sobre todo cuando se enfrentan a situaciones que se salen de sus rutinas establecidas.
En muchos casos, esta desconfianza se manifiesta de forma progresiva. Una persona mayor que antes era abierta y confiada puede comenzar a mostrar inquietud constante por lo que sucede a su alrededor, a cuestionar gestos cotidianos de familiares o vecinos, o a desarrollar una obsesión por controlar el entorno doméstico.
También es frecuente que aparezcan manías relacionadas con el orden o con asuntos económicos, como revisar una y otra vez objetos, documentos o cerraduras. Estos comportamientos no surgen de la nada, sino que están directamente vinculados con la sensación de pérdida de control que acompaña al envejecimiento.
Factores psicológicos que explican la desconfianza en personas mayores de 65 años
La psicología explica que muchas de estas conductas tienen como trasfondo la ansiedad, que en edades avanzadas suele intensificarse.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), por ejemplo, afecta a un porcentaje significativo de adultos mayores y actúa como un mecanismo para canalizar miedos y preocupaciones.
Por ejemplo, ritualizar acciones, repetir comprobaciones o mostrarse excesivamente cautelosos no responde a caprichos, sino a una estrategia inconsciente para reducir la ansiedad que generan la incertidumbre y los cambios.
Cuando estas obsesiones se agravan, la desconfianza se convierte en una respuesta defensiva constante. La persona siente que sólo mediante una vigilancia extrema podrá evitar posibles amenazas externas, incluso cuando estas no son reales.
Esto puede generar conflictos familiares, dificultar la convivencia diaria y provocar aislamiento, lo que refuerza aún más el ciclo de inseguridad y sospecha.
Cómo ayudar a los mayores a que ganen confianza durante la vejez
Comprender el origen de estos comportamientos es esencial para actuar con eficacia. Una buena recomendación es no interpretar estas actitudes como simples manías ni reaccionar desde la confrontación.
La comunicación calmada y respetuosa es fundamental. Hablar despacio, sin elevar el tono, escuchar con atención y sin interrumpir, y evitar actitudes paternalistas son claves para rebajar la tensión.
También resulta útil analizar si existen causas físicas que puedan estar contribuyendo al cambio de conducta, como efectos secundarios de medicamentos, incomodidad o cansancio.