María Huertas, psicóloga experta en infancia, sobre los niños que ya no creen en los Reyes Magos: «Lo importante no es que seamos Magos…”

María Huertas, psicóloga experta en infancia, sobre los niños que ya no creen en los Reyes Magos: "Lo importante no es que seamos Magos…”

La magia del día de Reyes Magos ocupa un lugar muy especial en el imaginario de toda la infancia y también en la memoria emocional de los adultos. No se trata solo de regalos, sino de un ritual cargado de simbolismo que conecta a las familias con valores como la ilusión, la espera y la confianza. En muchas casas, la noche del 5 de enero es una de las más esperadas del año, porque representa un momento único en el que la fantasía y la realidad conviven de forma natural, reforzando vínculos afectivos y recuerdos que perduran con el tiempo.

Este día tan señalado también suele coincidir con una etapa clave en el desarrollo infantil: el momento en el que algunos niños empiezan a cuestionar la existencia de los Reyes Magos. Lejos de entenderse como una pérdida, muchos expertos en Neuropediatría coinciden en que este proceso puede convertirse en una oportunidad educativa y emocional. Gestionar la transición entre la creencia y el descubrimiento del “secreto” forma parte de un aprendizaje profundo sobre la empatía, el cuidado de los demás y el valor de mantener viva la ilusión colectiva. La noche del 5 de enero es mágica y al día siguiente, el 6 de enero, es cuando se entregan los regalos que han dejado los Reyes Magos

El valor simbólico de los Reyes Magos

La tradición de esta festividad va mucho más allá de un relato festivo. Representa la capacidad de las sociedades para construir narrativas compartidas que acompañan el crecimiento emocional de la infancia. La figura de Melchor, Gaspar y Baltasar encarna valores universales como la generosidad, el reconocimiento del esfuerzo y la importancia de compartir.

Estos elementos son especialmente significativos en las primeras etapas de la vida, cuando los niños aprenden a interpretar el mundo a través de símbolos y rituales.

Desde la psicología evolutiva, psicólogos como María Laura Esteban destacan que este tipo de creencias favorecen la imaginación y el pensamiento simbólico. Instituciones como el Ministerio de Juventud e Infancia subrayan que la fantasía no es un engaño, sino una herramienta esencial para el desarrollo cognitivo y emocional. En este sentido, la magia del día de Reyes actúa como un lenguaje común que ayuda a los niños a comprender emociones complejas en un entorno seguro.

El momento de dudar de los Reyes Magos: una etapa natural

Dudar de la existencia de los Reyes Magos no es un fracaso de la tradición, sino una consecuencia lógica del crecimiento. A medida que los niños desarrollan un pensamiento más racional, empiezan a formular preguntas y a buscar coherencia en lo que observan. Este proceso suele darse de forma progresiva y no siempre requiere una respuesta inmediata o tajante por parte de los adultos.

Muchos cuestionan y otros dudan al conocer, de parte de otros niños en entornos como el colegio, si realmente existen.

Muchos especialistas en educación emocional y psicología, como Raquel Solano, recomiendan acompañar estas dudas con respeto y sensibilidad. Escuchar qué siente el niño, qué sospechas tiene y qué significado le da a los Reyes Magos es tan importante como la explicación en sí. De este modo, la transición se convierte en un aprendizaje sobre la confianza, el diálogo y la madurez emocional, en lugar de vivirse como una ruptura brusca.

Según Elea Instituto Psicoeducativo, nunca es bueno mentir a un niño. Cuando un niño presenta su duda o curiosidad siempre debemos dar satisfacción a su inquietud, ofreciéndole la respuesta verdadera adaptada a su edad y circunstancia. «Puede que la pregunta sea inesperada y no se tenga la respuesta, demorémosla y busquemos el momento idóneo para hablar sabiendo lo que queremos decir».

A destacar que la respuesta puede variar en función de la percepción que los padres tengan de esta festividad y la ilusión con que sean capaces de vivirla.

Compartir el secreto como gesto de crecimiento

En algunas familias, descubrir la verdad sobre los Reyes Magos se plantea como un rito de paso. El niño que deja de creer, duda y ya sabe, pero lo importante es que no pierde la magia, sino que accede a una nueva forma de vivirla: ayudando a mantener la ilusión de otros más pequeños. Compartir el “secreto” implica asumir una responsabilidad emocional y comprender que la fantasía también puede ser un acto de generosidad hacia los demás.

Este enfoque conecta con estudios educativos que destacan la importancia de enseñar empatía y cuidado del otro desde edades tempranas. Según publicaciones de especialistas como la de Psinergia, involucrar a los niños en dinámicas de protección emocional favorece el desarrollo de la inteligencia social y refuerza la autoestima.

Psinergia ha compartido incluso un modelo de carta para que los padres le escriban a sus hijos explicando el interrogante alrededor de la existencia de los Reyes Magos. Sentirse “parte del misterio” transforma la experiencia en algo positivo y enriquecedor.

La magia que vive en las relaciones familiares

Más allá de la historia concreta, la verdadera magia del día de Reyes reside la relación que hay entre padres e hijos. Preparar la escenografía para cuando deben venir los Reyes Magos, escribir la carta o dejar agua y comida para los camellos son gestos que construyen un espacio de intimidad y complicidad familiar. Incluso cuando el niño ya conoce la verdad, estos rituales siguen teniendo un valor simbólico profundo.

La UNESCO, en sus estudios sobre patrimonio cultural inmaterial, señala que las tradiciones familiares transmitidas de generación en generación refuerzan la identidad y el sentimiento de pertenencia. En este contexto, los Reyes Magos funcionan como un hilo conductor que une distintas etapas de la vida, adaptándose a la madurez de cada miembro de la familia sin perder su significado esencial.

Mantener la ilusión como aprendizaje emocional

Creer, dudar y finalmente comprender forman parte de un mismo proceso. La magia del día de Reyes no desaparece cuando se revela el secreto, sino que se transforma. Pasa de ser una creencia literal a convertirse en un recuerdo compartido y en una actitud: la de cuidar la ilusión ajena.

Este aprendizaje tiene un impacto duradero, porque enseña que algunas cosas importantes no se sostienen en la literalidad, sino en el amor y la intención que las hacen posibles.

 

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