El paso del tiempo es una experiencia particular debido a que cada persona lo vive y siente de manera única en su vida. En este sentido, cuando somos niños los días parecen interminables y, por ejemplo, las vacaciones de verano se sienten que duran una eternidad. Sin embargo, al llegar a la edad adulta parece que el tiempo vuela, los años transcurren con enorme rapidez. Se trata de una percepción subjetiva que, si bien no se refleja a través de un cambio real en el reloj, se manifiesta en nuestra calidad de vida y en cómo interpretamos nuestras experiencias cotidianas. Indagamos en la razón por la que el tiempo pasa más rápido.
Según determinan científicos e instituciones profesionales, se ha intentado explicar por qué creemos que el tiempo se acelera a medida que envejecemos. Una de las razones más aceptadas está relacionada con la novedad y la rutina. Los niños, al encontrarse con múltiples experiencias inéditas, codifican en su cerebro grandes cantidades de información nueva, cada día se percibe largo y lleno de matices. Por el contrario, los adultos, por estar atrapados en dinámicas más repetitivas, procesan menos información novedosa, y el cerebro muestra los días de forma más compacta. Los expertos de los Hospitales Universitarios advierten que, para los adultos mayores, la rutina excesiva puede intensificar esa sensación de fugacidad, relacionado con la soledad y el aislamiento, factores que incrementan algunos riesgos de salud como depresión, ansiedad, deterioro cognitivo o enfermedades cardiovasculares. «En este sentido, comprender la manera en que percibimos el tiempo no es solo una curiosidad filosófica, sino una cuestión que impacta directamente en nuestro bienestar», comentan.
La razón por la que el tiempo pasa más rápido cuando te haces mayor
El químico, David R. Hamilton, explica en su web que el cerebro codifica las experiencias nuevas con mayor riqueza de detalles, como si fueran almacenadas en “alta definición”.
«Esto significa que las actividades novedosas dejan una huella más profunda en la memoria, lo que genera la sensación de que el tiempo avanza lentamente», comenta el especialista. Por el contrario, indica que las vivencias rutinarias no dejan rastros en la memoria, por lo tanto, se perciben más rápidas y sin relevancia.
«De niños, al estar expuestos a una sucesión de primeras veces como el primer día de escuela, la primera bicicleta o los primeros viajes, el tiempo se percibe más largo. En cambio, cuando somos mayores predominan las experiencias repetitivas y, los días parecen evaporarse», sostiene.
El efecto de la rutina y el aburrimiento: por esto el tiempo pasa más rápido
La rutina puede ser un enemigo en la percepción temporal. El aburrimiento hace que los minutos transcurran lentamente en el momento, pero al mirar hacia atrás, ese tiempo se percibe sumamente vacío y compacto. Según miembros de los Hospitales Universitarios, la dopamina, el neurotransmisor asociado al placer y la novedad, desempeña un papel clave.
«Cuando estamos absortos en una actividad placentera, el tiempo parece volar; en cambio, cuando nos sentimos aburridos o inactivos, los segundos se arrastran», afirman. A su vez, indican que es un efecto dopaminérgico que ayuda a entender por qué el tiempo puede notarse lento en el presente, pero corto al recordarlo.
¿Qué dice la teoría del tiempo logarítmico?
El filósofo francés Paul Janet propuso en 1897 la llamada teoría del tiempo logarítmico. Según esta explicación, la percepción del paso del tiempo se relaciona con la proporción que un año representa respecto a toda nuestra vida.
Así, según Janet, para un niño de 5 años, un año equivale al 20% de su existencia; en cambio, para un adulto de 50 años, representa apenas el 2%. En este sentido, la diferencia de escala explica por qué los años parecen multiplicar su velocidad a medida que envejecemos.
Por ejemplo, a los 80 años, un año se percibe dieciséis veces más rápido que a los 5. Aunque esta teoría es más matemática que biológica, coincide con la experiencia subjetiva de millones de personas.
La relación entre tiempo y calidad de vida
La profesora de psicología Cindy Lustig, de la Universidad de Michigan, sostiene que nuestra percepción temporal también depende de la memoria y la forma en que miramos hacia atrás.
«Los adultos mayores que repiten rutinas suelen recordar años enteros como un bloque homogéneo, lo que contribuye a la sensación de fugacidad. Por el contrario, quienes mantienen variedad en sus actividades logran que los días se diferencien entre sí y se graben mejor en la memoria», explica.
Para la profesional, esto demuestra que el tiempo y la calidad de vida están íntimamente conectados. «Una vida llena de diversidad y nuevas experiencias no solo enriquece la memoria, sino que también “ralentiza” subjetivamente el paso del tiempo», asegura.
Menor cantidad de experiencias nuevas
Otra de las razones del porqué el tiempo pasa más rápido cuando envejecemos es una menor cantidad de experiencias nuevas. Lo que sucede es que el cerebro mide el paso del tiempo por la cantidad de recuerdos nuevos que genera.
De niño, todo es nuevo: escuela, amigos, viajes, aprendizajes. Mientras que de adulto, la vida se vuelve más rutinaria. Por lo tanto, el cerebro interpreta que pasó menos tiempo.
Menor atención plena
Cuando somos jóvenes, estamos más presentes en cada experiencia, pero de adultos, solemos vivir en “piloto automático”, pensando en lo que sigue. La atención consciente (mindfulness) puede expandir la sensación de duración del tiempo. así que practicar este hábito puede ser una de las cosas que permiten que nos detengamos y todo se ralentice, al menos nuestra sensación.
¿Cómo ralentizar la percepción del tiempo?
La sensación de rapidez no es irreversible y los expertos recomiendan introducir variedad en la vida diaria para contrarrestar la rutina. Algunas de las sugerencias más frecuentes son aprender un idioma, probar una receta nueva, emprender un pasatiempo creativo o cambiar la ruta hacia el trabajo para generar novedad en el cerebro. Salir de la zona de confort y crear recuerdos emocionales intensos.
«Estas actividades estimulan la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas, lo que fortalece la memoria y permite percibir los días con mayor amplitud», explica David Hamilton.