La psicología dice esto de las personas que hablan con su perro o gato

Mascotas

La psicología dice esto de las personas que hablan con su perro o gato

Hablar con los animales de compañía es una costumbre más común de lo que parece. Muchas personas, al llegar a casa, saludan a su perro o gato con naturalidad, preguntándoles cómo ha ido su día o contándoles lo que les ha sucedido. Aunque desde fuera pueda sonar excéntrico, lo cierto es que esta práctica refleja aspectos profundos de la personalidad y de la relación afectiva entre humanos y mascotas. No se trata simplemente de poner voz a un pensamiento, sino de un modo de comunicación cargado de emociones, empatía y conexión social.

Diversos estudios en el ámbito de la psicología y la etología han mostrado que quienes hablan con sus mascotas suelen presentar mayores niveles de sensibilidad, capacidad de empatía y apertura emocional. Este hábito, además, tiene beneficios comprobados tanto para la salud mental como para la calidad del vínculo entre humano y animal. En sociedades cada vez más urbanizadas y solitarias, conversar con un perro o un gato se convierte en una manera de combatir el aislamiento, reforzar rutinas positivas y expresar sentimientos sin miedo a ser juzgados. De hecho, para algunos expertos, el modo en que hablamos con nuestras mascotas dice mucho de nuestra personalidad y de nuestra manera de relacionarnos con el entorno.

Por qué hay personas que hablan con sus perros y gatos

Un hábito con raíces emocionales

El acto de dirigirse a un animal de compañía está estrechamente ligado al afecto. Hablar con un perro o un gato implica reconocerlo como un miembro más del hogar y no como un simple ser vivo que comparte espacio. Este fenómeno tiene nombre: antropomorfismo, es decir, atribuir cualidades humanas a los animales. Lejos de ser un gesto ingenuo, refleja una necesidad de establecer vínculos emocionales profundos, sobre todo en personas que valoran las relaciones basadas en la confianza y la lealtad.

La personalidad de quienes lo practican

Quienes hablan con sus mascotas suelen ser individuos empáticos, pacientes y sensibles. La psicología social indica que esta costumbre es más frecuente en personas con altos niveles de inteligencia emocional. Además, tienden a valorar la compañía, la escucha y la reciprocidad.

No es casualidad que este grupo de personas también muestre una mayor predisposición a establecer relaciones cercanas con otros seres humanos, ya que entrenan a diario su capacidad de comunicarse con alguien que no responde con palabras, pero sí con gestos, miradas o movimientos.

Beneficios psicológicos del diálogo con los animales

Conversar con un perro o gato no solo satisface una necesidad afectiva, sino que también aporta beneficios a la salud mental. Hablar en voz alta reduce la sensación de soledad y ayuda a organizar los pensamientos. En este sentido, la interacción con animales domésticos ha demostrado contribuir a la reducción del estrés y la ansiedad.

Según la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos (EFPA), convivir con una mascota fomenta la estabilidad emocional, ya que favorece rutinas, incrementa el bienestar y refuerza la autoestima. De hecho, hablar con ellos puede considerarse un ejercicio cotidiano de regulación emocional.

La importancia de sentirse escuchado

Aunque los animales no entienden las palabras en el mismo sentido que los humanos, perciben el tono, la intención y el estado de ánimo de sus dueños. Para muchos, la sensación de que alguien “escucha” sin emitir juicios es clave. En un mundo en el que la comunicación humana suele estar cargada de presiones sociales, laborales y emocionales, tener un receptor que no critica ni interrumpe es liberador. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la relevancia de la interacción humano-animal como parte de programas de bienestar, especialmente en el ámbito de la terapia asistida.

Diferencias entre hablar con perros y gatos

Aunque perros y gatos pueden ser excelentes compañeros de conversación, existen matices. Con los perros, el diálogo suele ser más entusiasta y motivador: órdenes, felicitaciones, juegos y saludos llenos de energía. En el caso de los gatos, los dueños suelen utilizar un tono más suave y protector, centrado en reforzar la calma y la cercanía.

Ambas formas de comunicación muestran cómo el ser humano adapta su lenguaje y emociones según las características de cada animal, lo que demuestra flexibilidad y sensibilidad emocional.

Una señal de inteligencia social

Lejos de ser un comportamiento extravagante, hablar con los animales es visto por los especialistas como una señal de inteligencia social. Implica la capacidad de ponerse en el lugar del otro, incluso si ese otro no puede responder en términos humanos. Esta habilidad resulta útil en múltiples ámbitos, desde la educación hasta las relaciones interpersonales, ya que fomenta la empatía y la capacidad de interpretar señales no verbales.

Un espejo de nuestra manera de querer

Quienes hablan con sus mascotas muestran una faceta de su personalidad que combina ternura, empatía y apertura emocional. Este hábito revela el deseo de conexión, la necesidad de sentirse acompañado y la capacidad de otorgar valor a los vínculos más allá de las palabras. La ciencia respalda que estas interacciones benefician la salud mental, reducen el estrés y fortalecen la relación humano-animal.

 

 

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