Contenido
- 0.1 Si no soportas hacer cola en las tiendas la psicología dice esto de ti
- 0.2 Ni jugar al ajedrez ni leer: el ejercicio que ejercita la memoria a partir de los 65 años
- 0.3 Si te tocas la cara cuando piensas tienes estos rasgos, según la psicología
- 1 ¿Cuál es la frase de 6 palabras que sirve para mejorar la autoestima de tu hijo?
- 2 Las preguntas abiertas como herramienta de desarrollo socioemocional para los niños
- 3 Elogio desmedido vs. autoevaluación: el equilibrio necesario para la autoestima de tu hijo
Durante la infancia, el cerebro absorbe las palabras como si fueran huellas. Las frases que los adultos repiten una y otra vez se convierten en circuitos mentales que los niños activan en la adolescencia y la vida adulta. La manera en la que se les habla acaba configurando la autoestima de tu hijo: esa voz que, con el tiempo, sustituye a la de sus padres.
Todos arrastramos expresiones escuchadas de pequeños: “Eres un desastre”, “Hazlo bien”, “No puedo más”. Esas afirmaciones se transforman en pensamientos automáticos que afectan la seguridad personal. Pero este mecanismo también puede aprovecharse de forma positiva. Si se eligen palabras que refuercen la reflexión, el valor propio y la independencia, se puede fortalecer la autoestima de tu hijo y ayudarle a construir una relación más sana consigo mismo.
¿Cuál es la frase de 6 palabras que sirve para mejorar la autoestima de tu hijo?
La llamada educación en positivo parte de un principio claro: enseñar sin miedo ni humillación, fomentando el respeto mutuo y la autorregulación emocional. Cada vez más familias en España la adoptan como una herramienta práctica para educar con empatía, pero también con límites firmes.
El objetivo no es llenar a los niños de elogios, sino guiarlos hacia una comprensión más profunda de sí mismos. Frases como “¡Qué bien saltas!”, producen satisfacción momentánea, aunque también generan dependencia de la aprobación externa. En cambio, la expresión de 6 palabras que invita a pensar “¿Cómo crees que lo estás haciendo?”, estimula la reflexión y la autovaloración. Esa diferencia es clave para cimentar la autoestima de tu hijo.
“¿Cómo crees que lo estás haciendo?”, es una simple pregunta que actúa como una herramienta de metacognición, es decir, el proceso de pensar sobre el propio pensamiento. Según una revisión publicada en Life Sciences Education, enseñar a los niños a monitorear y evaluar su propio trabajo mejora su rendimiento y capacidad de autorregulación. Cuando un adulto formula esta pregunta, no está corrigiendo, sino ayudando a que el niño analice sus pasos, reconozca aciertos y detecte errores.
El Cornell Center for Teaching Innovation también señala que la autoevaluación promueve la autonomía y refuerza la confianza en las propias capacidades. En términos prácticos, un niño que aprende a juzgar su progreso sin esperar validación externa desarrolla una base más sólida para su autoestima. No se trata de juzgar, sino de favorecer el pensamiento crítico y la seguridad personal.
Las preguntas abiertas como herramienta de desarrollo socioemocional para los niños
Las organizaciones educativas y pediátricas, como NAEYC, destacan el papel de las preguntas abiertas en el desarrollo emocional y comunicativo. Estas permiten que los niños expresen sus ideas, practiquen la empatía y aprendan a tomar perspectiva. Al sentirse escuchados, su confianza para expresarse crece.
Decir “¿Cómo crees que lo estás haciendo?”, implica reconocer al niño como alguien capaz de reflexionar. No hay juicio, solo interés. Esa validación no depende del rendimiento ni del resultado, sino del proceso. De esta forma, se refuerza la percepción de competencia interna, un pilar esencial en la autoestima de tu hijo.
Elogio desmedido vs. autoevaluación: el equilibrio necesario para la autoestima de tu hijo
Un estudio de Brummelman publicado en Psychological Science demostró que la alabanza exagerada puede tener efectos negativos, sobre todo en niños con baja autoestima. Frases infladas como “Eso es increíblemente perfecto” aumentan la presión por mantener un estándar imposible y reducen la disposición a asumir retos.
En cambio, la autoevaluación orientada mediante preguntas fomenta el aprendizaje activo y la autoconfianza. Cuando un niño analiza su propio desempeño, aprende que equivocarse no significa fracasar, sino avanzar. Esa comprensión genera una autoestima más estable, menos dependiente del juicio externo y más vinculada al esfuerzo y la mejora personal.
Esto confirma que fomentar la reflexión interna no solo mejora el aprendizaje, sino que consolida una percepción realista y segura del yo. Así, la pregunta “¿Cómo crees que lo estás haciendo?”, se convierte en un instrumento educativo con impacto a largo plazo: transforma la forma en la que los niños se perciben, aprenden y se relacionan con el error.






