Contenido
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- 1 ¿Por qué te pasas el día suspirando?
Hay movimientos frecuentes e involuntarios de nuestro cuerpo que nos pueden mostrar una amplia variedad de información acerca de la condición física, psicológica y emocional. Uno de ellos es suspirar, una acción recurrente que realizamos sin darnos cuenta. A lo largo del día, una persona puede suspirar unas doce veces por hora. Este gesto se asocia con distintas emociones: alivio, tristeza, cansancio o incluso amor. Según explican los especialistas de Mundo Psicólogos, muchas veces interpretamos porqué te pasas el día suspirando como una expresión de nuestro estado emocional, una forma silenciosa de liberar tensión o de conectar con un sentimiento que no siempre sabemos verbalizar.
Para los expertos, suspirar es una reacción fisiológica y emocional a la vez. Desde la psicología, se considera un puente entre el cuerpo y la mente: una válvula de escape que aparece cuando necesitamos una pausa o un reajuste. La Clínica Cleveland indica que este gesto conlleva una inhalación profunda seguida de una exhalación más prolongada que la respiración normal, e incluso suelen ir acompañados de una breve pausa o “apnea post-suspiro”. Dicho patrón respiratorio no solo alivia la carga emocional, sino que también cumple una función fisiológica esencial. «El suspiro ayuda a restablecer los alvéolos pulmonares, esos pequeños sacos de aire que permiten el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, y que a veces colapsan por falta de ventilación profunda», mencionan.
¿Por qué te pasas el día suspirando?
Desde un punto de vista psicológico, los suspiros pueden revelar mucho sobre el estado emocional de una persona. Según Mundo Psicólogos, las emociones positivas y negativas se manifiestan de formas distintas a través del suspiro.
«Un suspiro suave y melódico suele asociarse al alivio, al amor o a la satisfacción, como cuando logramos algo que creíamos inalcanzable o experimentamos un momento de felicidad intensa. En cambio, los suspiros más bruscos, pesados o graves suelen reflejar angustia, frustración o tristeza», comentan los expertos.
De esa manera, el componente emocional convierte al suspiro en un parámetro anímico. Por lo tanto, cuando nos pasamos el día suspirando y más de lo habitual, puede estar atravesando una situación emocional compleja o un conflicto interno no resuelto.
En este sentido, el cuerpo “habla” por nosotros cuando no encontramos las palabras adecuadas. A menudo, suspirar se vuelve una señal de que necesitamos detenernos, reconocer una emoción o aliviar una carga mental acumulada.
Suspirar: una respuesta al estrés y la ansiedad
Desde un punto de vista médico, tal acción también se relaciona con el estrés y la ansiedad. La psicóloga Anna Hayburn, de la Clínica Cleveland, explica que en momentos de tensión el organismo experimenta cambios fisiológicos: el corazón late más rápido, aumenta la sudoración y la respiración se acelera. Este patrón puede provocar hiperventilación y, en consecuencia, un incremento de los suspiros involuntarios.
«En personas con ansiedad o estrés crónico, los suspiros se convierten en una respuesta refleja del cuerpo ante la sensación de falta de aire o de presión interna», sostiene la especialista.
A su vez, comenta que las personas que padecen trastornos de ansiedad tienden a suspirar con mayor frecuencia, ya que su sistema nervioso intenta regular el exceso de activación mediante la respiración.
Sin embargo, advierte que hacerlo en exceso también puede agravar el problema porque mantiene un ciclo de hiperventilación y malestar físico. Por eso, sugiere que, si los suspiros son constantes y van acompañados de sensación de ahogo o de ansiedad, es recomendable acudir a un profesional de la salud mental.
¿Cómo responde el cuerpo cuando las personas están suspirando?
El suspiro es una manifestación evidente sobre la relación inseparable entre el cuerpo y la mente. Desde el enfoque psicosomático, cuando una persona no puede expresar sus emociones de forma verbal, el cuerpo encuentra una vía para hacerlo. Así, el suspiro funciona como una señal de alerta suave que invita a frenar, respirar y reconectar con nosotros mismos.
En ese sentido, los especialistas destacan que la práctica de la respiración consciente o técnicas como el mindfulness pueden ayudar a identificar cuándo estos gestos se originan por cansancio o estrés, y cuándo son simples reflejos fisiológicos.
Para Anna Hayburn, aprender a escuchar el propio cuerpo es una herramienta para prevenir el agotamiento emocional. «El acto de respirar de forma profunda y pausada contribuye a equilibrar el sistema nervioso y a mejorar el bienestar psicológico», afirma la psicóloga de la Clínica Cleveland.
¿Un gesto natural del organismo o una acción que requiere atención médica?
Es importante mencionar que el acto de pasarse el día suspirando no se trata de un gesto negativo. En la mayoría de los casos, es un mecanismo natural que favorece la oxigenación y la regulación emocional.
Según la Clínica Cleveland, los suspiros ayudan a mantener el equilibrio del sistema respiratorio y pueden ser beneficiosos para aliviar tensiones. No obstante, cuando son más frecuentes o aparecen junto con síntomas de ansiedad o tristeza persistente, pueden ser un signo de que algo más profundo necesita atención.
Por lo tanto, los expertos de Mundo Psicólogos comentan que, si suspiramos con frecuencia, la respiración se vuelve corta o hay sensaciones de angustia, lo más recomendable es consultar con un profesional.






