Contenido
- 0.1 Ni juegos ni sopas de letras: el hobby recomendado para que los mayores de 65 años eviten la ansiedad y el estrés
- 0.2 Si mantienes esta postura, tienes mejor relación con el poder: lo dice un experto en comunicación no verbal
- 0.3 Qué significa tener el móvil en silencio y no mirarlo mientras se habla con alguien, según la psicología
- 1 Qué colores identifica a aquellas personas que tienen maldad
Durante siglos, los colores han sido interpretados como símbolos emocionales, culturales y psicológicos. El rojo evoca pasión, el azul transmite calma, el blanco se asocia con la pureza… y luego está el gris, ese tono neutro que, pese a parecer inofensivo, ha sido históricamente vinculado con lo sombrío, lo ambiguo y, en algunos casos, incluso con lo malévolo. Aunque no hay evidencia científica que respalde una conexión directa entre un color específico y su personalidad, y en este caso, la maldad de una persona, la percepción social y cultural ha generado ciertas asociaciones interesantes, siendo el gris uno de los colores que, con frecuencia, se relaciona con el misterio, la frialdad e incluso la traición.
Esta idea de que el gris podría ser el color que «suelen llevar las personas malas» surge en parte del lenguaje simbólico del cine, la literatura y los medios visuales. Los antagonistas que visten de gris no son tan evidentes como los villanos de negro, pero suelen encarnar una maldad más calculadora, discreta y emocionalmente distante. A esto se suma la psicología del color, que estudia cómo ciertos tonos pueden influir en nuestra percepción del carácter y las emociones humanas. Aunque no hay consenso definitivo sobre el tema, explorar el simbolismo de los colores como el gris para expresar maldad ofrece una mirada interesante sobre cómo atribuimos intenciones y rasgos de personalidad basándonos, en parte, en elementos tan visuales como la vestimenta.
Qué colores identifica a aquellas personas que tienen maldad
La ambigüedad del gris en la psicología del color
En la teoría del color, el gris se sitúa como una tonalidad intermedia entre el blanco y el negro, lo que automáticamente le confiere una cierta carga de ambigüedad. No representa ni la bondad absoluta ni la oscuridad total, sino un terreno nebuloso, indefinido, que suele relacionarse con lo emocionalmente neutro, la apatía o incluso la manipulación encubierta.
No es un color que inspire confianza, pasión ni alegría, y precisamente por eso, puede dar lugar a interpretaciones negativas, sobre todo cuando se asocia con el comportamiento humano.
Según declara la European Association of Colour, los colores tienen un impacto real sobre cómo percibimos el entorno y a quienes nos rodean. En el caso del gris, se percibe como un color que carece de energía, lo que puede asociarse inconscientemente con una personalidad apagada, fría o emocionalmente distante.
De ahí que, en el imaginario colectivo, quien elige vestir en tonos grises podría ser interpretado como alguien reservado, poco transparente o incluso desconectado emocionalmente de los demás, rasgos que a veces se asocian —con o sin razón— con la maldad o la manipulación.
El gris en el cine, la televisión y la cultura popular
En las representaciones visuales, el gris ha sido un color clave para representar personajes cuya maldad no es evidente a primera vista. Frente al clásico villano vestido de negro —directo, amenazante—, el personaje gris suele actuar desde las sombras, manipulando sin alzar la voz, generando intriga y duda.
En los gángsters, los canallas, y aquellos menos populares, y en muchas series, películas y novelas, los “malos grises” son los más temibles: políticos corruptos, asesores calculadores o figuras de poder que actúan en nombre del orden, pero cuyas intenciones son egoístas o dañinas. Pero realmente forma parte de la cultura popular y poco más.
Un ejemplo reciente es el auge de los “antihéroes grises” en la narrativa contemporánea, como algunos personajes de series como House of Cards, Breaking Bad o Succession, donde los protagonistas no son claramente buenos ni abiertamente malvados, sino que operan en ese terreno moralmente borroso.
Sus trajes grises, oficinas grises y ambientes fríos refuerzan visualmente esa ambigüedad y ese distanciamiento emocional que resulta inquietante para el espectador. En este contexto, el gris no representa tanto la maldad explícita como la amenaza silenciosa y estratégica.
Una maldad silenciosa o una elección práctica
No obstante, es importante matizar que vestir de gris no convierte a nadie en malvado. Pues hay prendas realmente icónicas con este color y está considerado uno de los más elegantes. De hecho, el gris es uno de los colores más utilizados en la moda profesional por su versatilidad y neutralidad.
Los trajes grises son habituales en entornos corporativos precisamente porque proyectan seriedad, discreción y equilibrio. En este sentido, su popularidad responde más a cuestiones prácticas que a una intención simbólica.
El problema surge cuando, dentro de ciertos contextos emocionales o narrativos, el gris se interpreta como sinónimo de frialdad o falta de empatía. El informe “Color and Personality” del International Colour Authority concluye que los colores neutros, como el gris, pueden verse como protectores emocionales, ya que tienden a no llamar la atención ni expresar demasiado. Quienes los eligen de forma sistemática podrían estar intentando protegerse de la vulnerabilidad o mantener una imagen distante. Eso, en determinadas lecturas, puede traducirse como falta de transparencia o incluso deshonestidad.
¿Un mito sin base científica?
Desde el punto de vista científico, no existe ninguna evidencia que respalde una relación directa entre el color de la ropa y el carácter moral de una persona. Son creencias populares como hemos dicho, e interpretadas por psicólogos y otras personalidades.
Asociar un color con la “maldad” puede ser más una construcción cultural y emocional que una realidad objetiva. La neurociencia del color, de hecho, advierte que la percepción cromática varía enormemente según la cultura, el contexto y la experiencia individual.
Lo que sí es cierto es que los colores, incluido el gris, comunican. Cada tonalidad transmite algo a quien la observa y a quien la lleva. Y aunque la asociación del gris con la maldad sea más cinematográfica que científica, su carga simbólica sigue generando debates, sensaciones y estereotipos que no debemos ignorar, sobre todo en un mundo donde la imagen importa tanto como las palabras.
Los colores que eligen quienes son menos inteligentes
La Universidad de Groningen explica en un artículo que los colores gris, marrón y amarillo son considerados apagados y suelen estar asociados con personas menos inclinadas a la experimentación.
«El gris transmite una sensación de estabilidad, pero también de monotonía, lo que puede limitar la capacidad de una persona para pensar fuera de lo común», especifican los expertos.