En tu vida, es posible que tengas diversas razones para realizar tus actividades. Si bien hacer algunas cosas puede darte una alegría y satisfacción genuinas, es probable que hagas otras por las ventajas o beneficios que, se supone, obtendrás de ellas. ¿Sabes qué es la motivación intrínseca y cómo puedes promoverla?
Éste es un concepto psicológico que podría ser importante para el desarrollo personal, y que los profesionales en la materia investigan con mucho interés. Básicamente, como el propio término la define, se trata de la motivación para hacer algo «que proviene de dentro» y no depende de factores externos.
¿Que entendemos por motivación intrínseca?
Ahora que el verano está cerca, las vacaciones son un buen ejemplo de motivación intrínseca. La mayoría de los sujetos se van de vacaciones por puro placer. Tienen muy en claro qué es lo que les motiva a conducir su coche o subirse a un avión hasta el destino seleccionado.
Lo mismo cuando vemos películas, disfrutamos con juegos de mesa, etc. En el día a día, hay todo tipo de tareas que nos motivan naturalmente. No es algo en lo que debamos trabajar.
Sin embargo, hay otras labores para las cuales no tenemos tanta motivación intrínseca. El empleo es quizás la mayor demostración de cómo pueden fluctuar nuestra motivación, según las circunstancias. Habrá momentos en los que vayas a la oficina motivado, y otros en los que no. Por curioso que parezca, esto puede trabajarse y tiene sentido hacerlo.
Un empleado motivado suele rendir mejor y, como consecuencia de ello, será más reconocido en dichos ámbitos.
Para comprender mejor la idea de motivación intrínseca hay que irnos hasta su origen. Nace de un informe de los psicólogos Richard Ryan y Edward Deci, pertenecientes a la Universidad de Rochester, quienes en 1985 estudiaron y desarrollaron la «Teoría de la Autodeterminación -SDT- de la motivación«. Argumentaban que la motivación intrínseca proviene «del deseo innato de las personas de crecer y ser mejores». Pero no siempre la tenemos.
Para que efectivamente exista la posibilidad de ese deseo de crecer y ser mejores, deben cumplirse estas condiciones:
- Autonomía: ejercemos el control de lo que estamos haciendo, y las decisiones en última instancia dependen de nosotros mismos
- Competencia: actuamos en alineación con nuestra experiencia y conocimiento, permitiéndonos volcar todo lo que aprendemos
- Relación: hay una conexión con los demás, un sentido de comunidad en el que estamos ayudando a otros al sacrificarnos
La motivación intrínseca en los seres humanos es máxima cuando todas estas condiciones se dan en simultáneo.
Motivación intrínseca vs. motivación extrínseca
Al contrario que la intrínseca, la motivación extrínseca se da cuando realizas una tarea por los «beneficios externos» que obtendrás de ella. Ganar más dinero, obtener cierta aprobación social, llamar la atención de un chico o una chica, son algunos de los ejemplos más comunes de motivación extrínseca.
Si estás estudiando un idioma, serás consciente de que saber otra lengua te servirá pero también de que podría acercarte al ascenso que tanto has querido.
¿Por qué es importante la motivación intrínseca, sobre todo en la niñez?
Ambas clases de motivación pueden convivir, aunque la evidencia científica demuestra que sobre todo los niños tienden a perder el compromiso cuando sólo están motivados extrínsecamente.
Los adultos, por cuestiones de edad, llevamos mejor la convivencia con las motivaciones extrínsecas que los pequeños.
Artículos como éste de la Supremum Journal of Mathematics Education -SJME- explican cómo los niños se motivan menos al estudiar matemáticas. Normalmente, se pierde la motivación intrínseca en los campos en los que se presentan dificultades donde no hay condición de «Competencia».
¿Cómo promover la motivación intrínseca?
La Universidad Católica San Antonio de Murcia cita al profesor de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universidad de Barcelona, David Bueno Torrens, quien afirma que «la motivación debe contemplar los aspectos emotivos y la búsqueda de novedades, y además los aspectos sociales».
Para conseguir que un niño -o por qué no un adulto- esté intrínsecamente motivado a hacer algo, hay varios «trucos». Puedes aplicarlos en tus hijos o aprovecharlos en tu vida.
En primera instancia, piensa en las virtudes que adquirirás al llevar a cabo esa tarea que rechazas por falta de motivación. Si crees que no te servirá de nada, recuerda que solucionar los problemas tiene valor en sí mismo.
Si puedes deshacerte de aquellas cosas que no te motivan serás una persona con motivación y crecimiento. Combina en la medida que puedas las labores que te gustan con las que no. Así las llevarás a cabo disfrutando y no padeciendo. Verás su lado bueno.
¿Te imaginas haciendo algo que no te beneficie externamente? Prueba yendo a una ONG o dando una mano a un amigo con algo que necesite. A veces, alguien cercano requiere de nuestra contribución, o simplemente de nuestra presencia a su lado.
No imaginas lo bien que te sentirás contigo mismo si le ayudas durante esa etapa difícil. Descubrirás que las recompensas internas son mucho más enriquecedoras que las recompensas externas.