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El fenómeno de no poder oler nuestro propio hedor corporal es un fenómeno curioso que se debe a la forma en que nuestro cerebro procesa los estímulos olfativos. Aunque nuestra nariz es capaz de detectar una amplia variedad de olores, la razón por la cual no somos conscientes de nuestro propio olor se encuentra en el funcionamiento de los sentidos y la adaptación sensorial. A medida que nos exponemos de forma continua a un estímulo olfativo nuestro cerebro tiende a «ignorarlo» para concentrarse en nuevos olores que puedan ser más relevantes para nuestra supervivencia. Este proceso, conocido como adaptación olfativa, es una estrategia evolutiva que permite a los seres humanos ser más sensibles a nuevos aromas que podrían tener mayor relevancia para su supervivencia. Por qué no sabemos si olemos mal.
Según el Instituto de Rehabilitación Neurológica Irinea, «el sentido del olfato es, sin duda, nuestro mayor aliado para hacer frente al mundo que nos rodea. Nos sirve para relacionarnos con el medio. Los olores nos alertan, nos hacen huir o atacar, nos conectan con momentos de nuestro pasado y nos hacen revivir sentimientos y emociones». Cuando estamos expuestos a un olor durante un tiempo prolongado, nuestras células olfativas se acostumbran al estímulo, lo que reduce la percepción consciente de ése. Este fenómeno de no poder percibir si olemos mal o no se debe a un proceso llamado «adaptación olfativa». En el caso del nuestro propio, nuestra nariz detecta constantemente el mismo aroma, por lo que el cerebro lo filtra y lo ignora.
La adaptación olfativa: por qué no olemos nuestro cuerpo
El farmacéutico Álvaro Fernández explica que «nuestro cerebro está diseñado para priorizar olores nuevos e ignorar aquellos que nos acompañan con frecuencia, de manera que cuando más te expones a un mismo olor menos notas su presencia, y como a ti mismo siempre te acompañas lo dejas de notar y te acaba por dar igual». Este fenómeno de la adaptación olfativa ocurre cuando los receptores sensoriales de la nariz dejan de responder a un estímulo olfativo constante y repetido, como cuando olemos nuestro propio cuerpo. En términos simples, el cerebro se «acostumbra» al olor y lo ignora. Según un estudio de la revista científica Chemical Senses, «la exposición repetida o prolongada a un odorante generalmente conduce a disminuciones específicas del estímulo en la sensibilidad olfativa a éste».
¿Por qué no somos conscientes de si olemos mal?
Si bien no podemos oler nuestro propio cuerpo debido a la adaptación olfativa, sí somos capaces de percibir los olores de los demás. Esto se debe a que, aunque nuestro cerebro filtra los olores constantes, los de otras personas son nuevos y diferentes. El cerebro no tiene la «costumbre» de esos aromas, por lo que los percibe de manera más aguda y consciente.
El mismo principio se aplica a los olores ambientales, como el aire fresco, el perfume de una flor o el aroma de la comida en una cocina. El cerebro procesa estos estímulos olfativos de manera activa porque son diferentes y proporcionan información importante sobre nuestro entorno.
El impacto de la higiene personal
Según un estudio del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, «cada ser humano tiene una firma de olor única que lleva información relacionada con su composición genética, así como información sobre variables ambientales personales, como la dieta y la higiene. Aunque no olemos nuestro propio cuerpo debido a la adaptación olfativa, sí somos conscientes de aquellos olores que emite nuestro cuerpo cuando son más intensos o inusuales». La higiene personal juega un papel crucial en este aspecto. Si no nos bañamos o no nos cambiamos de ropa con regularidad, los olores corporales pueden acumularse, lo que puede hacer que se vuelvan más evidentes para otras personas y, en algunos casos, incluso para nosotros mismos.
Esto se debe a que, cuando un olor se vuelve lo suficientemente fuerte o se presenta de manera repentina, puede superar la capacidad de adaptación olfativa del cerebro. En estos casos, es más probable que sepamos si olemos mal o no, aunque no sea nuestro objetivo.
Consecuencias de por qué no olemos nuestro cuerpo
Este fenómeno de no oler nuestro propio olor corporal tiene varias implicaciones en la vida cotidiana. Una de ellas es que, en situaciones sociales, a veces no somos conscientes de que olemos bien o mal y de lo que podríamos estar emitiendo, como el mal aliento, el sudor o la ropa sucia.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos explica que «nuestros olores corporales se deben principalmente a los elementos de las secreciones de las glándulas de la piel y la actividad bacteriana». Por esta razón, la higiene personal es fundamental para mantener una buena salud social y emocional. Aunque no podamos olernos a nosotros mismos, podemos asegurarnos de que nuestro olor corporal no sea desagradable para los demás al seguir buenas prácticas de higiene, como ducharse regularmente, usar desodorantes y cambiarse de ropa frecuentemente.
Otras consideraciones
Según Medline Plus, este fenómeno también puede darse por la pérdida del olfato que puede ocurrir con afecciones que impiden que el aire llegue a los receptores olfativos situados en la parte alta de la nariz, o la pérdida o lesión de dichos receptores. La pérdida del olfato no es grave, pero en ocasiones puede ser un signo de un trastorno del sistema nervioso.
Es común que se presente la pérdida temporal del sentido del olfato con los resfriados comunes y las alergias nasales, como la fiebre del heno (rinitis alérgica). Puede igualmente ocurrir después de una enfermedad viral.
Algo de pérdida del olfato se presenta con la edad. En la mayoría de los casos, no hay una causa obvia y no existe ningún tratamiento.
Consejos para evitar olores corporales no deseados
Higiene regular
Dúchate al menos una vez al día y asegúrate de limpiar las áreas donde el sudor se acumula, como las axilas y los pies. En días mucho más calurosos entonces es prácticamente obligatorio tener que ducharse a diario una o dos veces al día
Alimentación equilibrada
Algunos alimentos, como el ajo o las cebollas, pueden influir en el olor corporal. Mantener una dieta que sea equilibrada también puede ayudar a reducir los olores no deseados.
Ropa limpia
Cambia de ropa regularmente, especialmente durante los días calurosos o después de hacer ejercicio. El sudor en la ropa puede acumular bacterias que producen olores desagradables.