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Todos hemos mentido alguna vez, aunque sea en pequeñas cosas cotidianas. Y todos, también, hemos querido saber si alguien nos estaba engañando. Las mentiras forman parte de la interacción humana, y aunque a menudo son inofensivas, pueden generar desconfianza o conflictos cuando afectan a las relaciones personales. Lo interesante es que, según la psicología, nuestro cerebro no está diseñado para mentir con facilidad. Y los expertos saben si una persona está mintiendo.
Mentir exige esfuerzo, planificación y control emocional, por lo que, tarde o temprano, suelen aparecer señales reveladoras. Una de las claves más curiosas para detectar si una persona está mintiendo la explicó recientemente la psicóloga española Alba Cardalda en un vídeo que se volvió viral en redes sociales. Según ella, el cerebro tiene más dificultades para construir una historia falsa que para recordar una real. Cuando alguien miente, su mente debe crear una narración coherente desde cero, suprimir la versión verdadera y mantener la consistencia en los detalles. Por eso, lo que dicen suele desmoronarse cuando se les cambia el orden o se pide al interlocutor que cuente los hechos “de atrás hacia adelante”.
Cómo saber si una persona está mintiendo
Mentir no es tan sencillo como parece. Según un estudio del University College London, el cerebro experimenta una sobrecarga cognitiva cuando se intenta engañar. Las áreas relacionadas con la memoria, la planificación y el control de impulsos —como la corteza prefrontal— trabajan de forma más intensa, lo que incrementa el riesgo de errores o contradicciones.
En cambio, decir la verdad implica un proceso más directo: simplemente se recupera la información almacenada en la memoria. Por eso, cuando una persona está mintiendo, puede mostrar signos de esfuerzo mental, como pausas más largas, cambios en el tono de voz o movimientos corporales que delatan tensión. No se trata de magia, sino de neurociencia aplicada al comportamiento humano.
El truco del relato inverso
El método que propone Alba Cardalda se basa precisamente en esa diferencia cognitiva. Cuando una persona narra algo real, su cerebro tiene almacenada la historia con múltiples conexiones: recuerdos visuales, sonidos, emociones. Es capaz de contarla en distintos órdenes, avanzar y retroceder sin dificultad. Sin embargo, quien miente ha memorizado una historia inventada en orden cronológico. Si se le pide que la relate al revés —de final a inicio—, el relato se desorganiza.
Esta técnica se utiliza incluso en contextos policiales y de investigación. Un informe de la Unidad de Psicología Forense de la USC explica que la entrevista cognitiva inversa, en la que se pide al sospechoso reconstruir los hechos en sentido contrario, aumenta significativamente la posibilidad de detectar incoherencias. La razón es simple: cuando la historia no es real, el cerebro carece de referencias sensoriales o emocionales que la respalden.
Señales que pueden delatar una mentira
Más allá del relato, existen otros indicadores de que alguien está mintiendo. Ninguno es infalible por sí mismo, pero en conjunto pueden ofrecer pistas.
- Inconsistencias en los detalles: una persona que miente tiende a cambiar pequeñas partes de su historia con el tiempo.
- Evitar el contacto visual: aunque no siempre es señal de mentira, puede indicar incomodidad o culpa.
- Gestos defensivos: tocarse la cara, cruzar los brazos o moverse con inquietud son respuestas comunes ante la tensión.
- Lenguaje excesivamente formal o vago: quienes mienten pueden usar frases demasiado cuidadas o imprecisas para ganar tiempo y evitar concretar.
- Respuestas lentas o pausadas: al tener que construir el relato, el cerebro necesita más segundos para elaborar una respuesta.
Los expertos en comunicación no verbal advierten, sin embargo, que estos signos deben interpretarse en contexto. Algunas personas son naturalmente nerviosas o tímidas, y eso no implica que estén mintiendo.
¿Se puede entrenar la detección de mentiras?
Aunque no existe una fórmula exacta para detectar mentiras, sí se puede mejorar la observación. Escuchar activamente, prestar atención al lenguaje corporal y hacer preguntas que rompan el orden de un relato son estrategias útiles. También conviene evitar los prejuicios: no todos los mentirosos muestran signos evidentes, y algunas personas sinceras pueden parecer nerviosas sin motivo.
El truco de pedir que una historia se cuente “de final a inicio” es una herramienta más dentro de un conjunto de estrategias comunicativas. Sirve para observar cómo responde el cerebro ante la presión de sostener una invención. Si la persona duda, se contradice o pierde el hilo, probablemente haya algo que no encaje.
La verdad, una habilidad que también se entrena
Curiosamente, decir la verdad también requiere práctica. En una sociedad donde la apariencia y la diplomacia pesan tanto, ser honesto se ha vuelto casi un acto de valentía. Reconocer lo que uno siente o piensa, sin adornos ni excusas, implica asumir responsabilidad emocional. Y eso no siempre resulta fácil.






