Contenido
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- 1 Cómo son las personas a las que no les gustan los abrazos
Las relaciones afectivas presentan múltiples formas de expresión, desde la palabra, acciones positivas y solidarias o gestos corporales como los abrazos. En este sentido, para muchas personas un abrazo es sinónimo de cariño, calidez y conexión emocional. Sin embargo, no todas se sienten cómodas al recibirlos y algunas evitan el contacto físico incluso con familiares o amigos cercanos. Si bien puede leerse como frialdad o una falta de afecto, quienes prefieren mantener cierta distancia corporal pueden presentar razones psicológicas, culturales o sensoriales profundas. Los profesionales de la Universidad de Barcelona (UB) aseguran que la percepción del contacto físico está modulada por la educación emocional, las experiencias tempranas y la forma en que cada uno interpreta la cercanía interpersonal. «Que a alguien no le gusten los abrazos no implica necesariamente frialdad emocional, sino una expresión distinta del vínculo humano», mencionan.
A su vez, existen análisis e interpretaciones desde la psicología del comportamiento que plantean que la aversión al contacto físico puede responder a diferentes factores, desde la personalidad hasta la biología. «Las personas más introvertidas o con un estilo de apego evitativo suelen preferir interacciones más reservadas, donde el afecto se exprese mediante palabras o gestos simbólicos», afirman miembros de la UB. Además, indican que el contacto físico activa regiones cerebrales relacionadas con la recompensa y el estrés, por lo que quienes tienen mayor sensibilidad sensorial pueden experimentar el abrazo como una invasión o una fuente de incomodidad. Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), las experiencias tempranas de crianza influyen significativamente en la manera en que los adultos toleran o buscan el contacto físico. “Un entorno donde el afecto se expresaba de forma distante o rígida puede generar adultos que perciben el abrazo como algo forzado o innecesario”, sostienen.
Cómo son las personas a las que no les gustan los abrazos
Una de las formas de entender cómo son las personas a las que no les gustan los abrazos es a través de la teoría del apego, desarrollada por el psiquiatra y psicoanalista británico John Bowlby y ampliada por Mary Ainsworth. Dicha teoría explica cómo las experiencias afectivas tempranas moldean nuestras relaciones adultas.
Según Bowlby, quienes desarrollan un apego seguro tienden a ver el contacto físico como un gesto natural de amor y confianza. En cambio, sostenía que las personas con un apego evitativo suelen mantener distancia emocional y física, buscando proteger su autonomía y evitar la sensación de vulnerabilidad.
La Universidad La Sapienza de Roma indica que las personas que muestran patrones de apego evitativo presentan menos actividad en las áreas cerebrales asociadas a la recompensa cuando reciben un abrazo, comparado con quienes tienen apego seguro. Es decir, para ellos el gesto puede no ser reconfortante, sino un acto que interrumpe su sensación de control o espacio personal.
¿Cómo inciden los factores sensoriales y neuropsicológicos en los abrazos?
Más allá de lo emocional, también existen diferencias neurológicas y sensoriales. Algunas personas poseen una sensibilidad táctil elevada, lo que hace que los abrazos se sientan abrumadores. En estos casos, no se trata de un rechazo al afecto, sino de una sobrecarga del sistema nervioso.
Los psicólogos de la APA que estudian el procesamiento sensorial explican que el cerebro de estas personas interpreta el contacto como un estímulo excesivo, similar a un sonido fuerte o una luz intensa.
Asimismo, mencionan que varían entre los niveles de oxitocina, la hormona del vínculo y la confianza. «Mientras algunos experimentan bienestar con un abrazo, otros pueden sentir una respuesta neutra o incluso un aumento del cortisol, la hormona del estrés», describen. Para los expertos, la diversidad fisiológica demuestra que la preferencia por el contacto físico no es una cuestión de voluntad, sino de biología y experiencia.
La importancia de la educación cultural y los límites personales
El significado del abrazo también depende del contexto cultural. Por ejemplo, en países mediterráneos o latinoamericanos, abrazar es una costumbre social, mientras que, en sociedades del norte de Europa o Asia, mantener distancia física es un signo de respeto.
«Por ello, una persona que rechaza los abrazos no necesariamente es fría, sino que puede provenir de un entorno donde el contacto no forma parte de las normas de cortesía», explican desde la Universidad de Barcelona.
Además, aconsejan que es fundamental respetar los límites personales porque obligar a alguien a algo puede provocar incomodidad y ansiedad. En este sentido, para los psicólogos es sumamente importante reconocer las distintas formas de expresar afecto, ya sea mediante palabras, gestos o simplemente la presencia.
¿Cómo expresar afecto sin abrazos?
Existen múltiples maneras de demostrar cariño sin necesidad de un contacto físico. Escuchar con atención, compartir tiempo de calidad o realizar pequeños actos de apoyo generan vínculos igual de profundos.
«Las personas que no disfrutan del contacto físico suelen valorar la empatía, la coherencia emocional y la comunicación sincera. Mostrar afecto respetando los límites del otro fortalece las relaciones y evita malentendidos», destacan desde la Asociación Estadounidense de Psicología.