Contenido
- 0.1 Qué significa llevar una sudadera con la capucha puesta, según la psicología
- 0.2 Los camareros lo hacen y todos picamos sin darnos cuenta: los trucos psicológicos para que dejemos más propina
- 0.3 El ejercicio de relajación que los profesionales recomiendan a los mayores de 65 años y nadie practica en España
- 1 La dificultad para tomar decisiones y la percepción del riesgo
A diario, casi sin darnos cuenta, tomamos decisiones de manera constante: qué desayunar, por qué camino ir al trabajo o qué mensaje enviar cuando queremos decir algo importante. Sin embargo, para algunas personas este proceso, aparentemente sencillo, se convierte en una auténtica carrera de obstáculos. No se trata de falta de inteligencia ni de escasa voluntad, sino de una combinación de factores psicológicos, emocionales y personales que influyen en la forma en la que evalúan las opciones y anticipan las consecuencias. Esta dificultad, que cueste mucho tomar decisiones, puede generar inseguridad, desgaste emocional y una sensación persistente de bloqueo que afecta tanto a la vida personal como a la profesional.
La tendencia a evitar decisiones no es nueva, y ha sido ampliamente analizada por disciplinas como la psicología cognitiva y la neurociencia. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la toma de decisiones está profundamente vinculada al nivel de tolerancia a la incertidumbre, la percepción del riesgo y la capacidad de regular las emociones. Cuando estos elementos se alteran o se combinan de determinada manera, la persona puede sentirse sobrepasada ante la idea de escoger una opción, incluso cuando se trata de decisiones aparentemente pequeñas. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, señala que la sobrecarga informativa, el estrés y la fatiga mental son factores que reducen la eficacia de los procesos cognitivos implicados en decidir, especialmente en entornos acelerados y exigentes como los actuales. A partir de esta base, explorar por qué algunas personas tienen más dificultades para elegir que otras y cómo suele ser su perfil psicológico puede ofrecer herramientas de comprensión y acompañamiento.
La dificultad para tomar decisiones y la percepción del riesgo
Una de las razones principales por las que a algunas personas les cuesta tomar decisiones es su sensibilidad elevada al riesgo. No es que las decisiones objetivamente sean peligrosas, sino que la persona evalúa de manera amplificada las posibles consecuencias negativas.
Frente a dos opciones, su mente se activa buscando escenarios desfavorables, lo que genera una sensación de inseguridad que paraliza. Este fenómeno se relaciona con un sesgo cognitivo conocido como “catastrofismo”, donde la atención se dirige preferentemente hacia lo peor que podría ocurrir.
Además, quienes tienen baja tolerancia a la incertidumbre suelen vivir las decisiones como una amenaza al control. Ante la posibilidad de equivocarse, la respuesta emocional se intensifica y el proceso se ralentiza. Esto hace que prioricen evitar el error antes que obtener un beneficio, un patrón común descrito por la APA en sus estudios sobre ansiedad y toma de decisiones.
El peso de la autoexigencia y el miedo a fallar
Otro factor relevante es la autoexigencia. Las personas perfeccionistas tienden a creer que existe una única decisión “correcta” y que cualquier otra será necesariamente inferior. Esta visión rígida del mundo convierte el acto de elegir en un examen constante. En lugar de analizar qué opción se adapta mejor a sus necesidades, buscan la que minimice sus posibilidades de equivocación, y ese ideal raramente se alcanza.
El perfeccionismo suele ir acompañado del miedo al juicio ajeno. El temor a decepcionar, a quedar mal o a no cumplir expectativas exteriores carga de tensión cualquier decisión, incluso las más simples. Este perfil suele revisar cada opción en exceso, entrar en ciclos de pensamiento repetitivo y posponer decisiones de manera sistemática. La OMS destaca que en entornos donde la presión externa es alta —como los académicos, laborales o familiares— esta tendencia se acentúa.
Personalidades que tienden a evitar las decisiones
Aunque cada individuo es único, hay ciertos rasgos de personalidad que se relacionan con una mayor dificultad para tomar decisiones. Las personas altamente sensibles, por ejemplo, perciben los estímulos con mayor intensidad y tienden a analizar todo desde múltiples ángulos. Esto puede hacerlas especialmente reflexivas, pero también más propensas a la saturación cognitiva.
Asimismo, quienes muestran perfiles más dependientes suelen buscar validación externa antes de decidir. Necesitan asegurarse de que su elección será aprobada, lo que las lleva a consultar en exceso y a dudar de su propio criterio. También es común que las personas con tendencia ansiosa experimenten un exceso de anticipación, imaginando escenarios futuros sin fin, lo que dificulta centrarse en lo esencial.
Quien tarda en elegir y en tomar decisiones no lo hace por capricho ni por falta de madurez. La toma de decisiones es un proceso complejo que involucra emoción, cognición, memoria y percepción del riesgo.
Acompañar a estas personas implica ofrecerles un entorno donde se sientan seguras para equivocarse, reforzar la idea de que no existe la decisión perfecta y recordarles que toda elección conlleva un margen inevitable de incertidumbre. Cuando la cosa es extrema y no se pueden tomar decisiones prácticamente de casi nada, es el momento de necesitar ayuda.






