Contenido
- 0.1 Los pasatiempos están bien, pero los neurocientíficos conocen una actividad mejor para mantener el cerebro en forma
- 0.2 El increíble motivo por el que una persona dice una cosa y hace otra, según la psicología
- 0.3 Ni tristeza ni hambre: estos son los rasgos que señalan que una persona sufre ansiedad, según una psicóloga
- 1 Por qué nos dormimos en el sofá y en la cama no
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad. Un descanso adecuado mejora la memoria, fortalece el sistema inmunológico, regula las emociones y permite al cuerpo recuperarse física y mentalmente. Sin embargo, muchas personas viven una contradicción habitual: se quedan dormidas en el sofá sin problema, pero al irse a la cama, el sueño desaparece por completo.
Este fenómeno suele estar relacionado con los múltiples estímulos que nos rodean como la televisión, los móviles, las luces y los sonidos del entorno. Estos factores pueden inducir somnolencia pasiva, haciendo que nos relajemos sin darnos cuenta. Pero al trasladarnos a la cama, todo cambia repentinamente. La psicóloga Roser Gort explica que, en estas situaciones, «el cerebro está ocupado con estímulos externos y en ese contexto el cansancio físico va ganando terreno mientras aparece la somnolencia». El cuerpo se relaja mientras vemos una serie o navegamos en el teléfono. Cuando pasamos a la cama, se eliminan estos estímulos externos: se apaga la televisión, guardamos el móvil y el entorno se vuelve más silencioso y oscuro.
Por qué nos dormimos en el sofá y en la cama no
En ese momento, el cerebro cambia de estado, activando pensamientos, preocupaciones o simplemente saliendo del estado pasivo en el que estaba. Además, en la cama adoptamos posturas más conscientes y solemos asociarla con la obligación de dormir, lo cual puede generar presión. Todo esto puede provocar insomnio inicial o dificultad para conciliar el sueño.
El entorno en el que estamos y los estímulos que nos rodean juegan un papel clave en cómo nuestro cuerpo responde al momento de dormir. Las principales razones por las que te quedas dormido en el sofá, pero no en la cama, son:
Estimulación pasiva que induce la relajación
Cuando estás en el sofá, muchas veces estás viendo televisión, escuchando música suave o simplemente desplazándote por redes sociales. Estos estímulos pueden generar una relajación pasiva, donde el cuerpo se va apagando sin que te des cuenta.
Ausencia de presión por dormir
En el sofá, no estás intentando dormir. Eso elimina la ansiedad o la presión de “tener que conciliar el sueño”, que muchas personas sienten al acostarse en la cama. Irónicamente, no buscar dormir facilita el sueño.
Entorno multisensorial controlado
El sofá suele estar en una sala con luces tenues, sonidos suaves de fondo y una temperatura más constante. Este entorno puede resultar más cómodo que una habitación en silencio total y oscuridad absoluta.
Ruptura de la rutina al moverse
Cuando te levantas del sofá para ir a la cama, interrumpes el proceso de adormecimiento: enciendes luces, te lavas los dientes, miras el móvil una última vez. Ese cambio estimula el cerebro y puede reactivar el estado de alerta.
Condicionamiento mental
Tu cerebro puede haber asociado la cama con frustración, insomnio o preocupación, especialmente si has tenido dificultades para dormir en el pasado. En cambio, el sofá se percibe como un lugar neutral o de descanso sin presión.
Las consecuencias de no dormir bien en la cama
Dormir regularmente en el sofá o tener problemas constantes para dormir en la cama puede tener consecuencias en la salud física, mental y emocional:
- Fatiga constante durante el día.
- Disminución del rendimiento cognitivo (memoria, concentración, creatividad).
- Irritabilidad y cambios de humor.
- Problemas de pareja si compartes la cama y pasas la noche en otro lugar.
- Dolores musculares o postura inadecuada por dormir en el sofá.
- Trastornos del sueño como insomnio o despertares frecuentes.
- Aumento del estrés y ansiedad nocturna.
- Debilitamiento del sistema inmunológico.
Consejos para conciliar el sueño en la cama
Establece una rutina nocturna relajante
«Una de las claves está en crear una rutina de desconexión en la que tengan espacio todos esos pensamientos que no has dejado surgir durante el día para que no interfieran en el momento de la cama», asegura Roser Gort. Desconéctate de las pantallas al menos 30 minutos antes de acostarte. Toma una ducha tibia, lee un libro o escucha música relajante.
Evita estímulos fuertes antes de dormir
La luz azul del móvil o la televisión puede alterar el ritmo circadiano. Usa filtros de luz o cambia a modos nocturnos, o mejor aún, apágalos.
Haz de tu cama un santuario del descanso
Asocia la cama solo con dormir o descansar. Evita usarla para trabajar, comer o ver televisión.
No te vayas a la cama sin sueño
Si no tienes sueño, espera un poco. Leer o realizar alguna actividad tranquila puede ayudarte a inducir somnolencia antes de acostarte.
Hábitos complementarios para mejorar tu sueño
Además de los consejos anteriores, incorporar algunos hábitos saludables puede ayudarte a dormir mejor en tu cama:
- Practica la higiene del sueño: habitación ordenada, silenciosa, sin pantallas y con buena ventilación.
- Haz técnicas de relajación: meditación, respiración profunda o mindfulness antes de dormir.
- Haz ejercicio durante el día: la actividad física regular favorece un sueño más profundo.